Con tantas brigadas de todos los
tipos, colores y dependencias orgánicas como tiene esta
ciudad, es tan sorprendente como ilusionante que sean
entidades sin ánimo de lucro y sin otro afán por el asunto
que el de mantener en debidas condiciones aquello que
utilizan como la Sociedad de Cazadores, Pescadores y
Silvestristas o los aficionados al aeromodelismo los que
asuman la tarea de conservar el escaso monte de que dispone
Ceuta limpio y más protegido frente a posibles incendios u
otras incidencias.
Ayer, un equipo de aproximadamente sesenta personas, con un
gran número de niños incluido, dedicó toda la mañana a
retirar los matojos y otros desperdicios que se encontraba
en la media hectárea que rodea la loma de las Arvejas, en
García Aldave. Después, como mandan los cánones, disfrutaron
en un ambiente de agradable camaradería de un potaje y unos
refrescos.
Enseñar a los niños a entender los peligros del fuego en
nuestros campos, explicarles el valor de la tierra, de las
plantas; aplicar nuevos métodos ecológicos o apostar por la
recuperación de nuestros paisajes más emblemáticos, son sólo
algunas de las iniciativas que se desarrollan en múltiples
partes de España desde el impulso institucional o bajo el
paragüas de promotores privados a través de sus estructuras
sociales.
La Ciudad Autónoma de Ceuta o las grandes empresas que en
ella trabajan y obtienen beneficios de ella deberían prestar
mayor atención a la concienciación social y a la
involucración del mayor número posible de vecinos en el
cuidado de lo que también es suyo: todos los espacios
naturales locales. Obviamente no se van a organizar milicias
ciudadanas obligadas a limpiar valles, colinas y vaguadas,
pero ya que no se les paga no está de más reconocerles
primero su trabajo y después, si se puede, brindarles todo
el apoyo y el respaldo posible por la buena obra que
realizan.
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