LUNES. 8
A Juan González López lo conocí yo cuando era
director de un colegio de cuyo nombre no me acuerdo. Fue por
motivos dolorosos: una niña había enfermado gravemente y
todos nos interesamos por ella. Y además era especial. Desde
entonces hemos mantenido unas relaciones inmejorables,
aunque discontinuas. Amén de que a los dos nos gustan los
perros y, cada vez que nos topamos, solemos hablar de los
nuestros. Tampoco le hacemos ascos a conversar sobre otras
cuestiones. De modo que últimamente, como nos hallamos más a
menudo, solemos pegar la hebra con cierto sosiego. A él le
gusta preguntarme por cómo me las apaño para poder hacer una
columna diaria y, por si fuera poco, dos páginas el domingo.
Pues no cree que en esta ciudad sucedan tantas cosas como
para sacarles punta. Y a mí sólo se me ocurre responderle
que dando vueltas al magín. Y así, en cuanto nos encontramos
por el centro nos ponemos a charlar. Entre González López y
yo se está cimentando una amistad derivada de que ambos
sabemos que no hay mejor ejercicio que pasear con un perro.
A fin de cuentas, lo que nos une –a hombres y animales- es
la común capacidad de sufrir. Y creo que los dos sentimos
esa solidaridad animal.
MARTES. 9
En ocasiones, y hoy ha sido una de ellas, suelo sentarme un
rato con Emilio Carreira y Manolo Coronado. Y
charlamos distendidamente de cuantos asuntos nos complacen.
Mentiría si dijera que de política está prohibido hablar. Lo
cual sería ilógico. Ya que ambos han formado parte de
gobiernos presididos por Juan Vivas y han ocupado
cargos importantes. Y conocen, como no podía ser menos,
todos los entresijos de la cosa. Lo cual no quiere decir que
sean tan lerdos como para cometer deslices verbales. Máxime
cuando los dos tienen un alto concepto del presidente de la
Ciudad. Así, cuando se refieren a éste, tanto Emilio como
Manolo, lo primero que suelen decir de él es que tardará
mucho tiempo en que nazca en esta ciudad alguien con su
capacidad de trabajo, su tirón electoral y su autoridad
moral. Por lo que le auguran al Partido Popular muchos años
rigiendo los destinos de esta tierra. Puesto que, según
ellos, Vivas juega con la ventaja de que la gente se le ha
entregado y no hay el menor indicio de que esa relación
entre pueblo y presidente se rompa. Y aseguran que su
popularidad y prestigio no han sufrido ningún tipo de merma
por desgaste en el cargo.
MIÉRCOLES. 10
Disfruté de lo lindo durante un almuerzo en El Varadero. El
cual compartí con Fernando Jover, Juan Antonio García
Ponferrada, Manolo Guillén y Sebastián Fernández. Lo
primero que me toca aclarar es que las relaciones entre
Jover y García Ponferrada son más que excelentes. Y que
siguen emocionándose cuando se toca algún hecho vivido por
ambos, años atrás. Manolo Guillén se comportó como lo que
es: un magnifico anfitrión. Y hasta decidimos que eligiera
el menú. Y, claro, nos pusimos bien. Bien se lo paso, sin
duda, Sebastián Fernández. Quien compartió mesa con
nosotros. En la comida se habló de todo con la tranquilidad
que teníamos de saber que ninguno de los presentes va a ser
capaz de cambiar las intenciones de nuestras palabras ni de
nuestros comentarios. Y hasta acabamos por sumarnos a un
grupo que disfrutaba también comiendo y que acabó cantando
muñeiras. La mesa de ese grupo de personas, procedente de la
localidad coruñesa de Ribeiro, estaba presidida por
Nicolás Fernández Cucurull. Quien se mostró, como
siempre, repleto de vitalidad y de saber estar. En suma: que
el almuerzo fue un éxito. El sitio y la presencia de Jover y
García Ponferrada ya lo auguraban.
JUEVES. 11
A Sergio Moreno lo estoy tratando desde hace años. Y
entre nosotros existe, aun en momentos de dimes y diretes
desagradables, el pacto no escrito de afrontar los
malentendidos de frente y en corto por derecho. También es
cierto que cuando ello ocurre casi siempre terminamos
riéndonos a mandíbula batiente. De él jamás tuve la menor
queja y recibí en todo momento las atenciones que él suele
dispensar a todos en general cuando está en posesión de un
cargo al que se debe. A Sergio, y él lo sabe, le tengo yo
ley. Y con él me pasa algo que no suele ocurrirme con otras
personas con las que incluso he tenido la oportunidad de
compartir tareas o bien están en situación de deudores ante
mí: que cuando necesito consultarle algo o pedirle cualquier
mediación, no dudo lo más mínimo. Y además consigue dejarme
más que satisfecho. Sobre todo porque actúa con esa
celeridad de que hacen galas las personas que están hechas
para cumplir con la tarea asignada y de paso tratan de
ofrecer una imagen extraordinaria de quien en ese momento
esté llamado a decidir por encima de las atribuciones de
ellas. Gracias, Sergio.
VIERNES. 12
Una tarde, de hace ya años, sonó el timbre de casa y acudí
presto a preguntar quién era. Y sonó una voz temblorosa:
“Soy el hombre que viene a pedir”. Cuando abrí la puerta
encontré a una persona joven pero avejentada, de aire
macilento y enfermizo y con la mirada de quien el pedir le
causa una vergüenza que hasta le hace temblar. Al menos esa
es la impresión que me dio a mí. El hombre que viene a pedir
estuvo llamando a nuestra puerta dos veces cada mes durante
mucho tiempo. Y siempre recibía alimentos. Daba las gracias
correspondientes, con viso de sinceridad, y cuando casi nos
habíamos olvidado de él aparecía nuevamente. El hombre que
viene a pedir llamó a nuestra puerta ayer. Se le veía muy
contento. Y su estado vergonzante (sentimiento de vergüenza
por su condición obligada de pedigüeño) se había trocado en
un nerviosismo de felicidad. Me atrevería a decir que de
radiante felicidad. Y, claro, no pudo contener su alegría y
decidió compartirla con nosotros. Así que nos dijo: “Sepan
ustedes que el lunes empezaré a trabajar en Los Planes de
Empleo. Ya que me han elegido...”. De modo que ahora estaré
seis meses sin molestarles. Dijo algo más, pero me lo
reservo. Y allá que se fue todo gozoso tras comunicarnos la
buena nueva. Hay personas que quieren trabajar y no lo
consiguen. Y se ven obligadas a pedir y a pasar por lo que
no son.
SÁBADO. 13
Cada cual tiene derecho a expresar sus propias opiniones
para intentar buscar la verdad (no la tuya ni la mía, sino
la verdad... Machado). Todas las opiniones no son
iguales de válidas, por ello hay que darles un orden
jerárquico. Tras comprobar como están argumentadas. De modo
que vayan prevaleciendo las mejores. Hugo Gatti ha
opinado de Casillas. El cual se ha convertido en mito
intocable, en una España muy dada a crearlos. Quien fuera
famoso portero argentino y ahora destacado comentarista en
televisión, ha dicho lo siguiente en una emisora de radio de
su tierra: “Iker Casillas puede ser actualmente el mejor del
mundo en su puesto a pesar de que es un portero horrendo”.
El loco Gatti, sobrenombre por el que fue conocido en su
etapa gloriosa como guardameta, dijo además que Casillas no
conoce el abc del arco, que nunca ataja una pelota. Y que
tiene más suerte que un quebrado. Hugo Gatti está más que
legitimado para emitir esa opinión. Y además la ha llenado
de contenido. Es decir, que sus argumentos son casi
irrebatibles al declarar que el portero del Madrid no conoce
los fundamentos del juego de ese puesto específico. Y lo
primero que ha recibido es una lluvia de insultos por parte
de los fanáticos. Y lo más grave es que éstos siguen las
directrices que les marcan los periodistas deportivos más
encopetados. Lleva razón Clemente cuando dice que
éstos no saben ni papa de fútbol.
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