Hay dichos que son verdaderas
lecciones, tratados de sabiduría para momentos de soledad,
el pulso de la conciencia crítica. Este es uno de ellos: no
pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua
una inundación. Quizás sea lo que le pasa al Ejecutivo de
Zapatero. Quieren afrontar y poner remedio a las
dificultades económicas. Desde luego, huir de la realidad
sería mezquino, a sabiendas que el querer lo es todo en la
vida. Si queréis ser felices lo seréis, le habrán dicho sus
crecientes y nutridos asesores que diga el gobierno en
pleno. Es la voluntad la que transporta las montañas, habrá
pensado el consejo político apiñado en la perplejidad de que
hasta fuera de los muros de la patria, el entorno de
Bruselas prediga o profetice que España entrará en recesión
más pronto que tarde. Ha tenido que salir Solbes, una vez
más de las muchas veces, a poner voz con una de sus
recurrentes máximas, no fuera el país a enfermar de
pesimismo. Ha dicho, pues, que “si la recesión sirve para
limpiar la economía, no tiene la mayor importancia”. Remató
la faena, la Vicepresidenta, con la contundencia de que
convencida ella convencería a los ciudadanos, exclamando a
los cuatro vientos que los españoles viven hoy mejor que
nunca.
A primera vista uno piensa, ¿qué está pasando para merecer
yo esto? Después de ratos de silencio, el único amigo que
jamás traiciona, uno llega a pensar que la Vicepresidenta se
ha olvidado de la conjugación del verbo vivir. Sobre todo el
presente de indicativo. Yo vivo, tú vives, él vive… ¿pero
ellos viven o malviven?, ¿en verdad todos los ciudadanos
viven con la protección social necesaria? ¿O tal vez
malviven en la marginalidad de un sistema productivo
injusto? La limpieza de Solbes como que tampoco la entiende
el ciudadano que acrecienta la lista de excluidos al deber
de trabajar y al derecho al trabajo. ¿En verdad también los
poderes públicos vienen realizando una apuesta política
decidida orientada al pleno empleo? ¿O es que han de pagar
los de siempre la crisis? Sólo unos datos: uno de cada
cuatro niños vive en la pobreza en España. La tasa de
pobreza infantil española se sitúa por encima del 24%, la
más alta de la antigua UE-15. Afecta sobre todo a los hijos
de inmigrantes. Otro apunte más: el 19,9% de los habitantes
de España es pobre, es decir, unos nueve millones de
personas. Cada vez es más común entre este colectivo la
figura de una persona excluida que nunca pensó que lo
llegaría a ser, que empieza a ser mísera porque ni siquiera
ya tiene lo indispensable. Lo chocante es que se produzca
esta situación en un país en el que tanto dinero público se
dilapida. Y lo sorprendente es que esa pobreza intente ahora
esconderse.
Quizás convenga recordarlo. En este país hay gente que vive
en la miseria y gente que vive en el lujo, hay un norte y un
sur, hay en cada ciudad o pueblo un polígono de la
marginalidad. La pobreza y un estilo de vida insostenible
cohabitan uno junto al otro. Una línea injusta separa muchas
de nuestras sociedades y comunidades, y muy raramente la
gente llega a conocer (conviviendo) las condiciones de la
otra orilla. A veces, la calidad de los servicios ofrecidos
por las mismas instituciones varía enormemente, porque a los
más pobres se ofrecen servicios inferiores a los de los
demás. La actual crisis, estoy seguro, que la factura mayor
será emitida para ser abonada por los pobres de siempre. El
engaño político está servido desde el mismo momento que se
permite la precariedad laboral. Vivir para ver. Y lo que se
ve, ya a primera vista, es la persistente mentira política
en el ruedo de la vida. Y lo que es peor, tapándose en
ocasiones las miserias corruptas unos a otros. Ver para
vivir.
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