Desde los atentados (también con
buenas dosis de sombra para variar) del 16 de mayo en
Casablanca, los servicios de seguridad marroquíes no han
dejado de ir dando zarpazos consiguiendo desmantelar, en
numerosas ocasiones, grupos y redes vinculadas al terrorismo
de matriz islamista e insisto en el adjetivo: terrorismo
cometido en nombre, siguiendo la idea del profesor Elorza
tantas veces adelantada en esta columna, de una determinada
idea y una particular interpretación, del Islam. Estos días
eran juzgados por el juzgado de instrucción del tribunal
antiterrorista de Salé quince presuntos activistas del grupo
“Fath Al-Andalus”, red terrorista presente y activa en
varias ciudades de Marruecos y cuyo desmantelamiento
(entiendo que parcial) habría sido anunciado el pasado 29 de
agosto. Organización calificada de “peligrosa” (sic), se le
atribuyen lazos con “Al-Qaïda” (hoy día más un “holding” y
una ideología, que un grupo en sí), así como la intención
inminente de perpetrar atentados en suelo marroquí, no
especificándose si contra objetivos nacionales o también
extranjeros.
Es la segunda vez, en lo que va de verano, que el Gobierno
marroquí se marca un tanto en la lucha contra la lacra del
terrorismo, lo que no habrá pasado desapercibido a la
secretaria de Estado norteamericana, Condolezza Rice, en su
reciente visita a Rabat: hace dos meses, a principios de
julio, eran detenidos otros treinta y cinco activistas de
una red especializada en enviar voluntarios “yihadistas” a
varios países (Irak, Afganistán, Argelia…), mientras que el
10 de junio eran condenados a penas sorprendentemente bajas
(¿acaso algunas pruebas no eran concluyentes…?), entre 1 y 8
años de prisión, veintisiete miembros de la “Célula de
Tetuán”, involucrados en la organización de viajes de
“yihadistas” para inmolarse en la “guerra santa” en
diferentes escenarios bélicos en los que, preferiblemente,
estuvieran involucradas tropas de los Estados Unidos.
En todo caso y hasta el momento, tanto la MAP como los
medios de comunicación marroquíes guardan un pudoroso
silencio sobre el significado y el alcance del nombre de
esta nueva red terrorista, que se aproxima peligrosamente a
una inquietante percepción: la reivindicación de una parte
de España por la vía del terror. Precisamente, el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) editaba en
2002 una nueva versión de “Fath Al Andalus” (La Conquista de
Al Andalus), traducida por Mayte Perelas basándose en la
existente edición de Luis Molina (CSIC-AECI, 1994); el libro
reproduce una obra anónima que abarca los años 711 (derrota
visigoda en Guadalete) hasta 1012, de la que se conservan
dos viejos manuscritos: uno en la Biblioteca Real de Rabat
(nº 7531) y otro en la Biblioteca Nacional de Argel (nº
1876). Un último matiz: la traducción de “Fath” por
“Conquista” es un exceso literario, una vulgarización en
función de nuestros parámetros intelectuales puesto que el
término “Conquista” no existe en este sentido para el mundo
árabe-islámico, dado que El Islam “no conquista” otros
territorios, simplemente los “abre” a la última religión
revelada por Dios/Allah al conjunto de la humanidad por
medio del Sello de la Profecía, Mahoma. Sutil diferencia
semántica a tener muy en cuenta puesto que no utilizamos,
una vez más, el mismo lenguaje.
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