Durante ya más de siete años, Juan Vivas ha estado
dirigiendo el Gobierno de Ceuta, con el apoyo decidido de
sus conciudadanos, de los diputados de la Asamblea adscritos
al grupo del Partido Popular y, sin duda, a todo el Partido
Popular de Ceuta y de España.
Aquel desconocido funcionario municipal, que aparece en las
listas del Partido Popular en el mismo instante político que
el GIL irrumpe con todas sus fuerzas en Ceuta, estaba
llamado a convertirse en el líder de Ceuta, de una Ceuta que
en aquellos momentos pasaba por serias dificultades de todo
orden: económicas, políticas y sociales y que necesitaba dar
un salto de calidad hacia la convergencia con el resto de
regiones de España y de Europa, lo que urgía la creación de
un equipo de personas, más allá de la demagogia del GIL y
del agotamiento del equipo que hasta entonces había dirigido
el Partido Popular ceutí.
Una moción de censura tan cuestionada como necesaria, colocó
de nuevo al Partido Popular al frente de la Ciudad Autónoma
y a Juan Vivas a la cabeza del nuevo proyecto y, el hasta
entonces desconocido Vivas, se puso manos a la obra desde el
primer día, espoleando como nadie a colaboradores y
funcionarios y planteando todo tipo de novedosos proyectos
dirigidos a reinventar los servicios públicos, como
limpieza, abastecimiento de aguas o alumbrado público, por
poner algunos ejemplos; a crear infraestructuras y
nuevos espacios; a recuperar nuestro patrimonio
histórico, cultural y natural; a revitalizar nuestras
barriadas, utilizando para ello instrumentos novedosos que
rentabilizaban extraordinariamente los escasos recursos
existentes y, en definitiva, a sacar a Ceuta del
estancamiento secular al que había estado sometida durante
décadas.
Las claves de la gestión de Juan Vivas han sido claras:
Trabajo, trabajo y trabajo. Ya decía el Expresidente
Aznar, que sólo en el diccionario la palabra éxito aparece
antes que la palabra trabajo y el éxito colectivo que
la gestión de Vivas ha producido en Ceuta, es, ¡cómo no!,
fruto de un colosal trabajo, que hay que seguir
desarrollando para que no se trunquen las expectativas
creadas en torno a una ciudad que ahora si se ve a si misma
y también así lo ven los de fuera, con posibilidades de
competir y de compartir el futuro de la nación y del espacio
al que pertenece.
Otra de las grandes claves de estos últimos años, ha sido la
estabilidad política, que han sabido cuidar en
primer lugar los propios ciudadanos, renovando la confianza
a quien ha trabajado para ellos con un alto porcentaje de
acierto, sin que por ello se deban eludir las críticas
y la exigencia de responsabilidad frente a algunos
episodios, normalmente aislados, pero indeseables en
cualquier caso. De todas maneras, la obra de Vivas, por
humana, no puede estar exenta de imperfecciones.
Respecto de esta estabilidad, que ha servido a la causa del
trabajo y a no tener que entretenerse más de lo debido en
diatribas políticas de escasa practicidad, hay que sumar al
ejemplar comportamiento democrático de los ciudadanos, el
clima de unidad y tranquilidad reinante en el grupo
del Partido Popular y en el partido en su conjunto,
pudiendo destacarse la disciplina de todos sus miembros bajo
la batuta de Juan Vivas y Pedro Gordillo, con independencia
de los encargos, en forma de nombramientos o ceses, que haya
podido formular en cada etapa.
No deja de haber voces, quizás sólo ecos (del pasado, más
bien), que tratan por todos los medios de ver lo invisible y
que como si se tratase de asuntos del corazón, pretenden
interpretar encuentros, comidas, gestos, ausencias o
comentarios, para dar credibilidad a sus sueños. Y es que
hay quien sueña con la hecatombe del Partido Popular y el
derrumbamiento de Vivas, pero ya decía Calderón: “sueña el
pobre que padece su miseria y su pobreza”.
Y es que Vivas, a pesar de algunos, dirige un equipo bien
cohesionado y con los papeles muy bien distribuidos y
ese trabajo en equipo, que ha dado como resultado la mejor
gestión al frente de la institución local de toda la
democracia, no debe ni mezclarse ni confundirse con las
aficiones, amistades, afinidades o los gustos particulares
de cada una de las personas que lo integran.
Ni los integrantes de un equipo de fútbol tienen por qué ser
amigos, ni salir a comer o a cenar juntos, ni por qué
gustarles las mismas películas o el mismo clima. Lo único
que tienen que hacer, cuando se juntan para jugar al fútbol,
es ser el mejor equipo, es decir, el que más goles mete y
quien menos goles recibe y todo ello con deportividad y
juego limpio y terminado el partido, cada uno con quien
quiera y a lo que quiera. Y en esto, el Partido Popular
funciona como ese gran equipo que hemos descrito, lo
cual no desconocen los rivales, que hartos de recibir
goleadas, intentan todos los días vanamente deteriorar la
imagen del grupo base de comentarios folletinescos.
El prestigio y la autoridad de Vivas, no sólo están
sólidos en su partido, sino que son reconocidos en toda
España, siendo uno de los líderes autonómicos mejor
considerados por su partido a nivel nacional, por los
propios presidentes autonómicos con independencia de su
color político (el afecto y el respeto de Chaves fue notorio
hace unos días) y por el propio Gobierno de España, que sabe
valorar la altura de miras del Presiente Vivas cuando las
circunstancias lo requieren. Su imagen en el conjunto de
España y, por ello, la de Ceuta, se ha valorizado muchos
quilates en estos años de gestión y representación de los
asuntos de nuestra ciudad.
Pero todo esto hay a quien no le importa y, es más, desearía
que se terminase pronto, para así alimentar sus esperanzas
de volver a saborear los laureles de la gloria, por eso
muerden con sus comentarios todo lo que pueden. Valiente
equipo…
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