Me despierto con una sensación
desagradable en la boca. Tal vez me haya sentado mal el
bocata de chorizo que cené anoche, entremezclado con las
pesadillas de chorizos rondando las calles.
No puedo remediarlo, pero cuando alguien comenta algo sobre
la crisis, basándose en certezas aproximadas, me produce una
inquietud. Inquietud monetaria se entiende.
La proclamación del ministro Solbes sobre el fantasma de la
recesión que se cierne sobre el país no es grata y ello
conlleva a meditar sobre la situación general y estudiar las
numerosas críticas que sueltan a través de los medios de
comunicación quienes se consideran afectados.
Me llama la atención una articulista, inmigrante por más
señas, que hace alusión a una película americana que trata
sobre la desaparición de los inmigrantes en California.
Puede que tenga razón en lo que escribe, pero creo que no ha
tenido en cuenta de que los Estados Unidos no pueden
definirse como país en la misma medida que España. Los EE.UU
carecen de historia en el sentido de que su demografía está
compuesta totalmente por inmigrantes. Los auténticos
americanos están confinados en reservas, ya sin plumas en la
cabeza. Y van en declive.
Un amigo mío se sulfura fácilmente cuando trato sobre
inmigrantes sin tener en cuenta que no me refiero al
conjunto general. Una cosa es que necesitemos mano de obra y
otra cosa es que entren por huevos cuantos quieran y como
quieran.
Nadie hasta ahora ha hablado o escrito sobre la excedencia
de inmigrantes que viven en el país, desocupados u ocupados
en faenas clandestinas, ni sobre el auténtico índice de
criminalidad existente actualmente. Ni nadie se ha
preocupado por los antecedentes de LA MAYORÍA DE INMIGRANTES
ILEGALES.
Muchos defienden a los inmigrantes “conocidos”, esos que
trabajan con contratos y cotizan a la Seguridad Social en la
creencia que TODOS LOS INMIGRANTES están en esa situación y
por ello generalizan sus ataques a quienes están en contra
del incremento inmigratorio.
Muchos están indignados por cómo se tratan a los inmigrantes
cuando la verdad es que deben y tienen que estar indignados
por cómo se portan la mayoría de esos inmigrantes que
defienden.
No tergiversemos las cosas. España necesita mano de obra,
eso es una verdad innegable, que solo la pueden cubrir gente
venida de fuera. Pero ha de ser de manera legal y pacífica,
no haciéndole el juego a mafias que aprovechan la coyuntura
para establecer sus dominios en todos los ámbitos.
Pero cuando esa necesidad está colmada con exceso, lo lógico
sería vetar la entrada de nuevos inmigrantes y ello no
significa que seamos racistas y la medida de Corbacho no
vulnera ningún derecho de los que aún han de entrar, como
dice esa articulista inmigrante, porque simplemente carecen
de tales derechos. El país no puede convertirse en el buen
samaritano, la crisis lo aconseja.
Pregunto a quienes atacan posturas lógicas y reales sobre
inmigración: ¿por qué no hacen esa lucha en los países de
origen de los inmigrantes? ¿Por qué no protestan ante los
gobiernos de esos países?
Lo que molesta, con mucho, es que esos inmigrantes reclamen
derechos aquí, en nuestro país, y no abran la boca en sus
respectivos países. No vengan con alegaciones sobre el
terror o sobre las dictaduras, no entran en el caso.
Se equivoca, y mucho, la articulista inmigrante cuando
pregunta que ¿cómo es que nadie puso el grito en el cielo
cuando, de entrada, se cambió el nombre del ministerio y
pasó a ser de Trabajo e Inmigración?, añadiendo que nadie
dijo ni “mu” cuando nadie vio clara la vinculación de la
mano de obra y el mercado laboral… poco ha de estudiar para
comprenderlo.
La lógica postura de Corbacho no afecta, como quiere dar a
entender esa articulista, a los inmigrantes que ya están
cotizando a la Seguridad Social ni a los que están
residiendo en el país, algunos trabajando sin cotizar
siquiera.
¿Se han preguntado cuantos de estos inmigrantes han portado
un arma y disparado contra un semejante en sus respectivos
países? Piensen y reflexionen, damas y caballeros.
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