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OPINIÓN - JUEVES, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / SNIPER

Apuntes sobre el 11-S
 


José Luis Navazo
yebala06@yahoo.es

 

Se cumple un año más del macroatentado terrorista del 11-S en el “World Trade Center” de Nueva York, cometido por el antiguo aliado de los Estados Unidos en su enfrentamiento con la extinta URSS, el extremismo islamista, alentado, financiado y equipado años ha, al alimón, por Riad y Washington utilizando, como intermediario, a los servicios secretos paquistaníes (ISI); Z. Brzezinski, ex consejero de Seguridad Nacional y W. Casey, director de la CIA en la etapa Carter, serían los artífices del “invento”. Tras la caída de la Unión Soviética en 1991 y por una conjunción de factores que no vienen al caso, una buena parte del islamismo extremista liderado, entre otros, por Osama Ben Laden (antiguo agente de la CIA), decide dar la espalda a sus mentores y emprender la “Yihad” (guerra santa) por su cuenta: si la poderosa URSS fue derrotada, ¿por qué los Estados Unidos y el resto de Occidente no podían seguir el mismo camino?; además, el fin de los “rumi” (los romanos y por extensión sus herederos, nosotros) estaría anunciado en el sagrado Corán...

Existen no pocas zonas de sombra en el 11-S, al igual que en el 11-M de Madrid, aunque hay una notable diferencia en ambos atentados: sus autores intelectuales no pueden ser los mismos. El 11-S alumbró un modelo de alianzas… que saltó hecho añicos el 11-M. ¿O acaso el terrorismo de matriz islamista atenta, nunca mejor dicho, contra sus propios intereses…?. Por lo demás el 11-S (al igual que la voladura del Maine en la Habana o el ataque nipón a la base aeronaval de Pearl Harbour, en el Pacífico) fue altamente oportuno, desencadenando un avance geoestratégico (mal ejecutado y peor aprovechado) en áreas geográficas claves del suministro energético: desde Irak (una guerra que había que hacer pero no de esa forma, salvo que consideremos la teoría del avispero) cortando los ventajosos contratos petrolíferos firmados por Francia y Rusia con el dictador Hassan Hussein, hasta Afganistán, país tapón entre los yacimientos de petróleo y gas de Turkmenistán (junto al Mar Caspio) y Kazajastán (el 70% de los cuales están, desde 1991, bajo control de empresas norteamericanas) y su traslado por oleoductos al Océano Índico a través del puerto pakistaní de Karachi, obviando la salida natural por el sistema de oleoductos del norte, bajo control ruso. Posiblemente otro error: ¿no hubiera sido mejor estudiar una alianza estratégica con Rusia?. Porque la actual vuelta de un sucedáneo de la “guerra fría” entre Washington y Moscú, con la insurgencia islamista al acecho, guarda un inquietante paralelismo con el agotamiento en la época preislámica de los imperios bizantino y persa en una lucha agónica y estéril, que permitió posteriormente su desmoronamiento al paso, tras la muerte del Profeta, de las banderas de los primeros califas “bien guiados”…

En la lucha de Occidente contra la gran amenaza que supone el terrorismo islamista, los Estados Unidos han estado a la vanguardia regando, con la roja sangre de miles de sus soldados, las libertades que disfrutamos. También deben reconocerse no pocos errores que han desembocado en el sacrificio de numerosas vidas de inocentes. Solo los imbéciles pueden pensar en una guerra “limpia” y los pancarteros en la paz kantiana. Convengo incluso en que, posiblemente, los Estados Unidos sean en ocasiones unos grandes hijos de puta pero, ¿saben?, ¡son nuestros hijos de puta!.
 

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