Sin eufemismos ni astracanadas; al
pan, pan, al vino, vino y a la puta… pues puta, como diría
don Miguel de Unamuno. Porque hasta la fecha Marruecos se ha
negado sistemáticamente a que El Tarajal sea una frontera,
manteniéndose como “paso de personas”; las mercancías…, con
la venia. Para el Reino de Marruecos y hasta el momento, el
cuando menos “comercio irregular” o “transfronterizo”
(contrabando puro y duro para nuestros vecinos) le quita a
su fisco un buen pellizco, pero a cambio se “socializa”
aliviando la espita de la “olla de presión” en la que
sobrevive el norte, socializando la economía y, también,
enriqueciendo a unos pocos. Según datos públicos facilitados
por la “Cámara de Comercio Americana” de Casablanca, el paso
de mercancías por El Tarajal contribuiría a generar unos
45.000 puestos de trabajo directos (buena parte de
“porteadores”) y sobre 300.000 indirectos.
¿Y en Ceuta?; maticemos primero lo del “Polígono Industrial”
del Tarajal, porque… ¿dónde están las industrias?. En
cualquier caso, rondan en 1.150.000 toneladas los artículos
de consumo que entran anualmente en Ceuta, un 40% de los
cuales pasaría a Marruecos de aquella manera, en reatas
humanas y, paso a paso (previo el peaje de 3 a 4 euros en
los diferentes controles), por el “paso” de El Tarajal.
Aliñemos el asunto, primero con unas briznas de política
local: para Guillermo Martínez, consejero de Hacienda de la
Ciudad Autónoma “el polígono de El Tarajal no es el motor de
Ceuta”, al menos “en términos de recaudación del IPSI”. Pues
vale. Sin embargo para Basilio Fernández, ex Presidente de
la Ciudad y al frente del “Consejo Económico y Social” (CES)
desde hace años, la única salida para el previsible colapso
económico de Ceuta tras el desarme arancelario de Marruecos
(frente a los productos de la Unión Europea) previsto para
el 2010, pasaría por la reconversión de El Tarajal en una
aduana comercial. Ciertamente.
Viene esto a cuenta porque, habiendo “flus” y “bisnis” por
medio (si los lectores caballas aun no saben lo que
significa, vayan enterándose y poniéndose las pilas), lo hay
para todos… Lo que, ni puede ser ni es de recibo, es que
pretendamos no ya exportar, si no “pasar” mercancías de
Ceuta a Marruecos y, luego, dificultemos la entrada de
productos marroquíes en Ceuta. ¿Me explico verdad?: escribo
de “reciprocidad”, de “toma y daca”. Particularmente ahora
con la festividad de Ramadán, en la que nuestros vecinos y
conciudadanos musulmanes suelen pasar al otro lado para
disfrutar con familia y amigos, volviendo con un buen número
de productos para el consumo familiar encontrándose, en El
Tarajal y en la parte española, con numerosas dificultades
para su entrada. Por el contrario, al otro lado los
uniformados del Makhzén están haciendo últimamente “la vista
gorda” con un sinnúmero de productos que llegan al país,
introducidos por un buen número de marroquíes tras volver de
Ceuta como turistas o para visitar a sus allegados. Desde la
Plaza de los Reyes alguien debería asesorarse y tomar nota,
“mojándose” dando las instrucciones pertinentes. Empecemos a
ser elegantes y pragmáticos, ¡coño!. Nunca me cansaré de
decirlo: sin arriar la bandera, debemos de tener la
suficiente inteligencia para diseñar un nuevo marco de
relaciones con nuestros vecinos, e “infiltrar” a Ceuta en el
proceso de desarrollo del norte marroquí.
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