No se puede decir que el que fuera
un gran torero abulense de nacimiento, pero salmantino de
formación y de adopción, tuviera un final demasiado feliz,
me refiero a Julio Robles, a quien en los primeros días del
mes de agosto de 1990, en Francia un toro lo volteó, y a
partir de ahí , durante unos pocos años sufrió todo tipo de
actuaciones desagradables hasta su muerte.
Con la voltereta en Francia Julio Robles terminó de pisar
los ruedos. Estuvo muchos meses en el hospital,
posteriormente pasó a su casa, pero ya siempre en silla de
ruedas, todos los de su alrededor, salvo poquísimas
excepciones se seguían acercando a él, pero más que para
ayudarle para ir sacando lo que podían. Estábamos ante el
final de la gloria de un torero.
Es cierto que el mundo del toro estuvo con él hasta el
último suspiro, ahí estuvieron esos homenajes, en Salamanca
y en Madrid que lograron una buena recaudación.
Lo malo del caso es que esa recaudación no la pudo disfrutar
el torero, porque alguien, en sus cercanías fue cogiendo lo
que podía, y al final, lo que él había ganado en los ruedos,
bastante, y lo que se sacó de esos homenajes se fue
difuminando.
Para más INRI, su “legítima esposa”, no recuerdo si
colombiana o venezolana, le dejó en Salamanca y ella emigró
a su tierra. Era abandonado, bien cierto es sin embargo que
una persona, que le quiso siempre y no por lo económico,
como si fuera su madre, estuvo a su lado en todo momento.
Al final, no podía ser de otra forma, le llegó la muerte, y
toda Salamanca le despidió como a una auténtica figura del
toreo, que había sido. Era el adiós a un torero.
No se supo más, durante varios años. Era un grande de los
toros que había terminado, con las consecuencias que trae
una grave cogida. En vida le habían querido los que de
verdad le querían, en vida le habían saqueado los que van
detrás del traje de luces, y no detrás de la persona, pero
ahora ya descansaba en su tumba.
Por desgracia, no sólo para un torero, sino para cualquier
famoso que ha fallecido, o sin ser famoso, unos desalmados,
unos sinvergüenzas, unos verdaderos truhanes, que no saben
respetar el descanso eterno, de quienes dejaron ya de estar
en este mundo, el pasado jueves, por la noche, unos
individuos escribieron sobre su lápida, con letras rojas,
unas frases lamentables, de entre las que sacamos :” Toreros
asesinos”. Además de que robaron su busto.
¿Quiénes fueron estos desalmados?. No hay razones para
acusar a nadie, pero si fueron algunos de esos que
últimamente se declaran antitaurinos, eso lo podrían hacer,
a la luz del día, en una plaza de toros, cuando los tendidos
están llenos, no guardarse en la oscuridad de la noche, en
la soledad de un cementerio y profanando el descanso de
alguien que murió.
El fue torero, nunca se escondió para serlo, es más, siempre
dio la cara a su manera y murió en su oficio. Ningún torero
habló de asesino sobre el toro que le dejó ya paralítico,
hasta que murió. Los cobardes de esas pintadas no merecen
más que desprecio, por parte de todos, sean seguidores del
mundo de los toros o no.
Aquí no se ha maltratado a un torero, aquí se ha profanado
su sepultura. No se ha ido contra los toros, se ha ido
contra el respeto de alguien que ya ha muerto y que descansa
eternamente.
Como seguidor del mundo de los toros, como admirador que fui
de Julio Robles, maldigo a esos cabrones que profanaron su
tumba.
|