Licenciado en Filología Semítica y doctor en Árabe e
Islam por la Universidad de Granada (su tesis giró alrededor
de la ‘Contribución a la historia del arabismo español.
Orientalismo y colonialismo en España’), el catedrático de
Historia del Islam Contemporáneo Bernabé López ha sido este
año la personalidad elegida por UDCE-IU para pronunciar su
tradicional conferencia de Ramadán, que en este caso giró
anoche en el Salón de Actos de la UNED sobre el tema ‘Islam
y política. El caso de Marruecos’. A media tarde, una de las
voces españolas más autorizadas para hablar sobre lo que se
cuece en el país vecino conversó con este periódico sobre el
tema de su conferencia y otras hierbas.
Pregunta.- ¿Cómo se llevan el Islam y la política
Respuesta.- La política o, mejor dicho, los políticos, son
siempre los que mandan intentando instrumentalizar la
religión. Son los que quieren hacer política los que usan el
Islam como un instrumento. Generalmente los hombres de
religión, en especial en el mundo musulmán, se han sometido
siempre al poder político. Salvo en el mundo chií, con un
clero jerarquizado como casta de poder y oposición, la
política siempre ha mandado sobre la religión pese a lo que
pueda dar la impresión.
P.- La impresión que da es que a los países islámicos ni
siquiera se les ha pasado por la cabeza aún la separación
entre la religión y el Estado
R.- Al contrario. Durante toda la historia del Islam la
separación de la religión y la política ha sido un hecho. En
Estados Unidos a lo mejor están delimitadas ambas esferas,
pero Dios no deja de aparecer en la campaña electoral. Hay
que empezar a ver el mundo islámico como algo mucho más
parecido a nosotros, dejando aparte la existencia de ese
terrorismo religioso. No es cierto que en el Islam política
y religión sean una sola cosa.
P.- Usted viene a hablar de un país cuyo rey es, al mismo
tiempo, Amir al-muminin, líder religioso, de su pueblo
R.- ¿Y no lo es la reina de Inglaterra? Eso no tiene nada
que ver y además se ha demostrado que no sirve para nada: se
pensaba que no iban a aparecer partidos y grupos terroristas
de orientación radical y por fortuna no lo han hecho de la
misma manera que en otros países islámicos, pero ahí están.
Lo que sucede es que la religión está más presente en su
vida cotidiana que en la nuestra.
P.- Estamos, más o menos, en el mismo punto de partida
R.- Nosotros la obsesión navideña ya no la vemos como algo
religioso pero el Ramadán, entre otras cosas porque se
practica, sí. Y se practica porque en las sociedades
musulmanas y en Marruecos en concreto el qué dirán es
importantísimo. Es eso lo que impone las prácticas
religiosas, que también son modas condicionadas por lo
social. Es más política y sociología que religión
propiamente dicha.
P.- Habla del error de la óptica desde la que
contemplamos a los países islámicos y sus sociedades, pero
usted mismo ha atribuido a esos musulmanes “que se niegan a
admitir que, como todas las religiones, el Islam debe y
puede adaptarse a los tiempos y evolucionar” parte de culpa
de su ‘mala prensa’ en Occidente. ¿Cómo está de adaptación
al mundo de hoy el Islam? ¿Evoluciona o involuciona?
R.- No se adapta al ritmo que muchos querríamos, pero hay
que ser conscientes de que hay valores universales de los
que el Islam no permanece ajeno. Al contrario, básicamente
la ética musulmana, la judía y la cristiana son iguales. A
veces esos fanáticos involucionistas son los que se niegan a
todo cambio porque les va bien. Sucedió en España en los
años sesenta con el turismo y hoy puede ocurrir en el mundo
islámico de la misma manera, pero condenar a sus sociedades
por esos fanáticos las sitúa en una posición que contribuye
a que se cierre sobre sí misma... Cuando yo llegué a
Marruecos, hace treinta años, algunas alumnas llevaban
minifalda a clase...
P.- ¿Le parece preocupante?
R.- ¿Preocupante...? Es un hecho. A mí me da igual que
lleven una cosa u otra. El problema es si eso está conectado
con otras cosas. Aprecio involución, pero hay que ver las
cosas con perspectiva. En Marruecos acaba de salir un libro
sobre los jóvenes y la religión. El 60% dice que la política
debe acomodarse a la religión pero... ¿Qué quieren decir con
ello? ¿Nos ponemos a temblar o pensamos que quizá lo que
quieren es que no haya corrupción, que siga los principios
de esa ética universal? Todo depende de cómo se codifiquen
los hechos y de nuestra voluntad de exagerar. Los marroquíes
pasan de las elecciones y no por falta de conciencia cívica,
sino por todo lo contrario.
Un “bloqueo esencial”
P.- ¿Hacia dónde va Marruecos?
R.- Marruecos no va a ningún sitio. Tiene un bloqueo
esencial en su sistema de organización política
patrimonialista, de poder paternal, con un rey que reina y
gobierna, que quiere arreglar los partidos políticos sin
dejarles competir libremente entre sí por lo que hacen y no
por lo que digan que van a robar, que se lo impide. El país
está en un status quo permanente: no resuelve ningún
conflicto, su gobierno es el de meros gestores, en algún
caso buenos... El factor humano es el que favorece el
desarrollo, pero en Marruecos, que es un país muy plural,
existe un papá permanente tutelando a la gente.
P.- ¿Por dónde romperá esa situación?
R.- Los marroquíes carecen de canales de expresión propios
porque los partidos no asumen un papel de ruptura con ese
sistema a cambio de migajas de ese pseudopoder existente.
Sólo algunos grupos dentro del sistema, incluido el PJD,
preconizan un cambio. Fuera está Justicia y Caridad, que
algunos describen como la entidad más influyente del país,
aunque yo lo pongo en duda.
P.- Islamistas
R.- Yo diría impregnados de una religiosidad que a veces
parece de fuera de este mundo, con una reclamación para
volver a un mundo idílico, el de los inmediatos sucesores de
Mahoma, que a su juicio fueron los únicos que hicieron bien
las cosas. Desde una mirada racionalista pongo en duda
muchas cosas, pero eso no quiere decir que no haya justicia
en algunas de sus críticas.
P.- ¿No es la religión la que contribuye a amparar el
mantenimiento del sistema tal y como está?
R.- No, entre otras cosas porque el PJD ni siquiera le
reconoce su papel como líder espiritual. La religión tiene
mucho menos peso de lo que en realidad se da a entender. El
mundo musulmán es algo más que los fieles tendidos rezando
sobre una alfombra.
P.- ¿Que desde Occidente les veamos así fomenta la
involución de la que hablábamos antes?
R.- Obviamente. Les hace volver sobre sí mismos, reforzar
símbolos de identidad como el velo o determinadas prácticas
religiosas. Con menos Guantánamo, menos invasiones de Irak y
Afganistán y la cuestión palestina resuelta tendríamos una
religiosidad más sana y más normalizada.
P.- El año pasado tituló su último libro ‘España y
Marruecos. Una historia contra toda lógica’. ¿Prevé más años
de desatinos en las relaciones bilaterales entre ambos
países?
R.- La falta, no la ausencia total, de democracia en
Marruecos... Es un país que dice que va hacia la democracia
pero no siempre lo pone en práctica, y su sistema, en el que
lo previsible está a la orden del día, choca contra el
nuestro, donde hay unas reglas. La gestión de la opinión
pública marroquí, yo creo que por falta de pericia y madurez
política del grupo que rodea al rey y de este mismo, les
hace moverse a impulsos para adaptarse a una población que
empieza a insistir y a la que hay que atender.
P.- ¿Se refiere a respuestas como la que se dio a la
visita Real de noviembre?
R.- Por ejemplo. Los Reyes de España vienen a Ceuta y
Melilla y eso crea una cierta tensión. Los partidos
políticos protestan más que el propio rey, pero como este
tiene que actuar para satisfacer a su pueblo llama a su
embajador en Madrid. Con un poco de inteligencia debería
haber pensado que como en algún momento habría que
devolverlo lo mejor hubiera sido llamarlo por un plazo
concreto, no sine die, porque eso crea una inquietud y unas
reacciones extemporáneas, una inestabilidad innecesaria.
Ceuta y Melilla
P.- ¿Ceuta y Melilla acabarán siendo un problema más
grave lo que lo han sido hasta ahora entre Madrid y Rabat?
Usted ha defendido públicamente la conveniencia de que ambos
gobiernos hablen de todo, incluso de co-soberanía
R.- Hablar hay que hablar de todo. El error es no hacerlo.
Nosotros hacíamos lo mismo sobre Gibraltar y hemos acabado
compartiendo un aeropuerto, aunque es cierto que no es la
misma situación. Es necesario que Marruecos rebaje su
chovinismo porque a mí su reivindicación me parece legítima
desde un punto de vista histórico. Eso no quiere decir, ni
mucho menos, que haya que atenderla inmediatamente.
Marruecos debe asumir que existe una realidad de facto,
aprovechar las posibilidades de colaboración que puede haber
con ambas ciudades y nosotros, a la hora de invertir en
cooperación, no ir a hacerlo al Sáhara, sino aquí al lado
para que todos tengan agua y luz.
P.- Eso que dice va a levantar ampollas porque son
precisamente ceutíes y melillenses los que no quieren ni oír
hablar de hablar de ambas ciudades
R.- Seguramente hay soluciones más inteligentes que la
retrocesión. Hay que rebajar la tensión e ir hablando, pero
pienso que es una iniciativa más de los marroquíes que de
los españoles, en primer lugar refiriéndose a estas dos
ciudades como tales, sin adjetivarlas. Son dos realidades
que pueden ser palanca de desarrollo para la región de una
forma beneficiosa para todos. Hay que hablar y admitir que
existe una reivindicación. Ceuta y Melilla son españolas
porque Franco no le hizo caso a Eisenhower y yo soy
partidario de hablar porque estas dos ciudades no están
produciendo lo que deberían para ser positivas en su
contexto.
P.- Ceutíes y melillenses no quieren saber nada de
cualquier diálogo de ese tipo
R.- A lo mejor lo que hace falta es algún ceutí inteligente
que sepa explicar bien los problemas. Este también es un
problema político y hay que entender que para dar futuro a
esta ciudad no hay que esconderse, sino abrir esa frontera
claramente, no para ir a tomar pescadito al otro lado.
P.- Antes decía que estas ciudades no producen lo que
deberían. ¿A qué se refiere?
R.- Al ámbito económico, pero también a muchos otros. Esta
ciudad podría haber sido un observatorio extraordinario
sobre la convivencia, la inmigración, la integración... Aquí
perdimos la Transición porque hoy tenemos muchos pueblos en
España con el mismo porcentaje de población musulmana que
aquí donde estamos viendo cómo viene un demagogo y lo
fastidia todo, cómo la extrema derecha trata de aprovecharse
de que esa población es muda... Ceuta perdió la oportunidad
de ser una escuela de multiculturalidad para toda España.
P.- Usted defiende que el inmigrante tenga también
derecho al voto
R.- ¡Imagínese lo que sería para Marruecos tener 700.000
votos en España a cambio solamente de dar 4.000 a los
españoles que viven allí! Pero no quiere, porque cree que
así cada vez serían más ex, que se desligarían de su país de
origen, que cada vez enviarían menos remesas a su país, que
el dominio patrimonial sobre ese colectivo sería menor...
Marruecos no concede el derecho al voto a distancia ni a sus
nacionales.
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