Es como parece que están las dos
grandes centrales sindicales CCOO y UGT sobre el convenio de
colaboración entre las confederaciones de empresarios de
Ceuta y de Andalucía.
Y es que aquí los colores tiran, y la UGT actúa como
auténtica correa de transmisión del partido más cercano a
ella, el PSOE, mientras que CCOO, al no tener nada en qué
apoyarse, porque las siglas a las que estaría más cerca no
convocan ni a los vecinos de la casa del presidente, por eso
tiene que ir en la dirección opuesta a los ugetistas.
Para el representante de la UGT, Antonio Gil, con esta
cumbre se han generado expectativas de futuro, en tanto que
Aróstegui (hacía muchos meses que no aparecía en esta
columna) cree que eso ha sido únicamente turismo
institucional para tomar unas copas.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, es posible que
Aróstegui tenga sus puntos de razón, aunque eso de las copas
no venga a cuento ahora.
No sé, yo no he estado en esas reuniones, y por tanto ignoro
los planteamientos de los que se ha partido, pero no confío
en absoluto en que haya una colaboración de las empresas
fuertes andaluzas, en provecho de Ceuta. Esto no lo veo
claro.
Antonio Gil aparece muy optimista en esta ocasión. No
debemos olvidar que Chaves, en esa visita institucional ha
aportado su apoyo para el PSOE de Ceuta, y si ha logrado
convencer a propios y a algún extraño, de rebote ha
reforzado al PSOE de nuestra ciudad, que hace un par de años
tocó fondo y ahora hay que reflotarlo, como sea.
Por eso las palabras de Antonio Gil de que “ha generado
importantes expectativas de futuro” habrá que valorarlas, de
aquí a algunos meses. Hoy sería demasiado pronto para
hacerlo.
Sí tiene razón Antonio Gil cuando ve “gratificante que pueda
haber unas relaciones buenas de colaboración entre dos
administraciones de distinto signo”.
Y eso es cierto, pero esas buenas relaciones se vienen dando
desde que llegó a Ceuta el delegado del Gobierno actual, con
el que las puertas de la casa de la Plaza de los Reyes y las
de la casa de la Plaza de África han quedado abiertas para
entrar y salir, dialogar, pactar y entenderse entre el
delegado del Gobierno y el presidente de la Ciudad.
Si a eso le unimos el que haya sido un ceutí, residente en
Sevilla, Manuel Chaves, el que venga a rubricar esas buenas
relaciones, pues bendita sea la hora.
Lo del futuro habrá que verlo.
Pero claro, Juan Luis Aróstegui va por otro camino, el suyo,
con rumbo a ninguna parte, aunque bien podría engancharse al
carro de la cortesía y de la sensatez, cosa que en contadas
ocasiones hace.
Y lo primero que ha hecho ha sido enviar un primer aviso a
la CECE diciendo ”en Ceuta asistimos casi regularmente a un
turismo institucional del que no se ve luego ninguna
utilidad”.
Eso es cierto, hasta ahora, a cada uno hay que darle lo
suyo, y golpeó más fuerte luego con lo que “viene siendo un
desmantelamiento del tejido empresarial ceutí en los últimos
años sin que se tome ninguna medida”.
Aquí hay que preguntarle a Aróstegui cuales han sido las
medidas normales, rectas y con sentido que han puesto él y
sus correligionarios hasta ahora. Eso lo primero.
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