Los socialistas hablan con cautela
de “la crisis”. Los populares tienen a la crisis como
monotema y acusan a los otros de utilizar la futura nueva
ley del aborto como “cortina de humo”. ¿Por qué protestan
con voces chirriantes? ¿Por la estulticia centrista que
llama “humo” a lo que son restos triturados de seres humanos
rotos? Vale. Apuntaré a esos tipos que hablen de “cortina de
sangre y vísceras diminutas” y así todos quedan contentos.
Crisis, abortos, política de apaciguamiento para con los
inmigrantes y para los onegetistas que se buscan la vida
ayudando a los extranjeros… Y servidora de ustedes que, en
la última semana de julio tuvo que alargarse a pedir
justicia, de manera muy poco educada, al plató de Ana Rosa.
Todo porque, el día anterior, una jueza había tenido a siete
chiquitinas, víctimas de dos pederastas, en las puertas de
los juzgados de Málaga. Sí, efectivamente, en la puerta de
ese increíble bodrio al que llaman “Ciudad de la Justicia”
donde, no solo está prohibido el paso a los familiares de
los detenidos en el juzgado de guardia, sino que, malamente
toleran que pasen víctimas.
Las niñas permanecieron a la intemperie con sus padres.
Horas. Las declaraciones a trompicones, cuando buenamente le
salía a la jueza de sus partes pudendas y realizadas con una
frialdad tan solo atemperada por la apurada amabilidad del
fiscal. Las niñas hicieron caca y pís en un descampado que
sirve de improvisado aparcamiento, ni una puta ayuda
psicológica, ni una miajita de calor humano. Así que, a la
llamada televisiva respondimos que queríamos ir a denunciar
al plató. Ya saben y conocen la temática. Nos la hemos
aprendido de memoria con la detención televisada de la
Pantoja, las fichas policiales de los “presuntos inocentes”
vendidas al Interviú y las cámaras irrumpiendo en las casas
de los imputados. Pues bien, si la televisión sirve para
machacar honras y dignidades, para forjar juicios paralelos
al capricho de “los de arriba” puede servir también para
denunciar ese tipo de temas que parecen interesar tan poco a
los politicastros. Denuncié, pregoné y al día siguiente,
estaban las psicólogas atendiendo a las niñas.
Pero no era suficiente. Como abogada de las pequeñinas viví
y sentí que , no todo en la justicia es violencia doméstica
y que, las víctimas de los pederastas no tienen un protocolo
riguroso y completo que las proteja desde el momento mismo
de la denuncia en la policía. Y tienen derecho a ser
atendidas y amparadas, como las maltratadas, a gozar de
prioridad, instalaciones, atención inmediata y respuesta
social fulminante. Así que presenté un escrito en la
Subdelegación dirigido al Ministro de Justicia, el Bermejo,
pidiendo el protocolo. Ni puto caso. Me dirigí entonces al
Ministerio de Igualdad, por aquello de solicitar idéntica
protección para los niños y niñas que han pasado por el
infierno de abusos de los pederastas que para las de los
malos tratos. Menos que puto caso. Me llamó, eso sí, una
dama muy finolis diciendo que, para el tema de la pederastia
había que dirigirse al Ministerio de Educación, pero que
ellas, las de la Igualdad, no eran competentes. Eso es. La
Aído no era competente para alargarse a Málaga, a la
barriada de Mangas verdes y oír a las niñas contar como el
Paco y el Tesorillo, que vendían chucherías en una pequeña
casa mata, abusaban de ellas cuando iban a comprar y
amenazaban con tirarlas al pozo del patio si se lo contaban
a sus madres. Y el Paco les probaba su ropa interior
masculina. Cosas malas. Miedo. Y gente de barrio, sencilla,
trabajadora, rota por la pena del llanto de las niñas.
Comiéndose. ¿Por qué nos rechazó la Ministra? ¿Por
burocracia y organigramas de mierda? ¿Por la cuestión de
“competencia” que pregonaba la dama finolis? ¿Existe la
competencia cuando dos depravados someten a abusos sexuales
a un puñado de niñas menores de ocho años?. El de Justicia,
perdón, justicia, pasó. La de Igualdad nos ignoró.
Entonces nos fuimos a la concejala del PP, Mariví Romero y
ayer recibí la llamada de un tal Pomares el pepero.
Preocupado el hombre y con ganas de ayudar y de sacar
adelante un protocolo. Pero la concejala no llamó. Así que,
si desde la política y el poder no podemos sacar adelante el
Protocolo para las víctimas de la pederastia, lo sacaremos
desde el plató de Ana Rosa, mendigando por las televisiones
y muy reconocidos porque, a la salida, nos regalaron una
bolsa de plástico con una coca cola, un bocadillo de
tortilla y una fruta. Y nos pagaron los pasajes en Spanair y
el taxi.
Ni Bermejo ni Aído nos dieron a los dos padres y dos madres
y a esta penalista, que de pasar fatigas perdió la vista, ni
una bolsa de modestísimo catering, ni un triste sucedáneo de
compasión, ni… ¿Qué digo compasión? ¡La compasión que se la
metan por el culo! ¡Queremos justicia! Así que ¡De nuevo al
plató de Ana Rosa!.
Y es que, a los españolitos, en verdad, hay veces que,
nuestra España, nos hiela el corazón.
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