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Como diría Abdelatif Hwidar que
diría Jodorowski, la Comisión de Presidencia de la Ciudad
Autónoma vivió ayer un momento ‘psicomágico’. Después de
tantos años de run-run callejero y mediático, los
representantes del Partido Popular, UDCE-IU y PSOE en la
Asamblea se pusieron de acuerdo en algo aparentemente
extraordinariamente simple, sobre todo teniendo en cuenta
que, al menos de puertas para fuera, todos partían de la
misma postura: los grupos de la oposición habían pedido, más
o menos formalmente, más o menos de forma exigente, que la
Ciudad Autónoma incorporase la Pascua musulmana a su
calendario laboral, pero siempre habían defendido que para
ello debía encontrarse una fórmula que permitiese hacerlo
sin que con ello dejasen de celebrarse por todos con
carácter retribuible y no recuperable dos fiestas con una
extensísima tradición, la de San Antonio de Padua y la de la
Patrona de la Ciudad, la Virgen de África. Es hasta cierto
punto preocupante que nadie hasta la fecha hubiese puesto
sobre la mesa que cumplir con tal ambición, ahora
unánimemente compartida, simplemente pasaba por sacrificar
el traslado de un festivo nacional que caiga en domingo al
lunes inmediatamente siguiente y cambiarlo por la Pascua
musulmana. Esa es la más sencilla de las opciones, porque la
Ciudad Autónoma también puede, a la luz de la legislación
vigente, cargarse directamente el Jueves Santo (por ejemplo,
como ha hecho Cataluña para festejar el Lunes de Pascua) u
otros festivos nacionales. Que la salida estuviese tan cerca
deja un tanto en evidencia el trabajo de los diputados que
cobran para representar a la ciudadanía y trasladar sus
demandas y propuestas al foro parlamentario, pero en
cualquier caso debe ser bienvenido que después de la un
tanto penosa imagen que dio el protocolo oficial al no
prever que los musulmanes deberían romper el ayuno en plena
celebración institucional del Día de Ceuta ahora todos se
hayan puesto de acuerdo para reflejar la multiculturalidad
ceutí en un tema más, el laboral. Hoy pueden sentir que
Hwidar también les brindó su Medalla.
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OPINIÓN / EDITORIAL
