El mes de Septiembre suele ser de
los llamados “negros”, para las economías familiares. Los
bolsillos llegan resentidos, después de las vacaciones
veraniegas. Se enfrentan las familias con la vuelta de sus
hijos al colegio. En este caso, en plena crisis económica,
tienen que hacer frente a mayores gastos, inevitables e
imprescindibles, en particular, para familias de escasos
recursos.
La Federación de Usuarios Consumidores Independientes (FUCI),
advierte, mediante un informe, a los padres que deben ir
preparando una media de 825 euros por cada hijo escolar,
oscilando esta cantidad según las Comunidades, centros
públicos, concertados o privados. Las diferencias, a veces
notables, se deben a los distintos sistemas de financiación
de la enseñanza obligatoria.
En algunas comunidades, casos de Castilla la Mancha, Aragón,
Galicia, La Rioja y Andalucía, ofrecen libros gratis durante
todos los cursos de la enseñanza obligatoria, lo que se
refleja en el menor coste que deben afrontar los padres,
Utilizan el sistema de préstamo de libros, de forma que
pueden ser reutilizados por otros alumnos en años académicos
sucesivos, siendo renovados cada cuatro años.
Los libros son propiedad del centro educativo, y permanecen,
una vez concluido el curso, en el mismo, para que puedan ser
utilizado en años sucesivos.
Quiero recordar que ya, a finales de los años 60, al menos
en la provincia de Cádiz, se estableció un programa de
gratuidad, con la misma intención educativa. El resultado
fue negativo. El curso siguiente no se pudo repetir, ya que
los libros estaban inservibles, pese al buen control de los
maestros. Y estaba previsto sólo para un par de cursos. La
experiencia sólo abarcaba a los dos primeros cursos de la
antigua Enseñanza Primaria.
Tiene su importancia, la experiencia de compartir, de
conservar para que, en un futuro cercano, otros se puedan
beneficiar de esos libros, el valor de la existencia de
bienes comunes, el sentido de pertenencia a una comunidad, a
un grupo, que usa y disfruta ordenada y armoniosamente de
instrumentos y medios de propiedad de la colectividad… todo
esto configura un horizonte de posibilidades abiertas a
educación en valores. Bien analizado, el sistema empleado,
da la impresión, de que es excelente.
A todo ello, hay que añadir el coste de la mochila,
cuadernos, carpetas, bolígrafos y demás artilugios, que se
dispara y llega a suponer los 100 euros. La comida se
mantiene, respecto al pasado curso con un ligero incremento,
que deja la media en 109 euros. El incremento del carburante
se deja notar de forma notable en el transporte. El coste se
sitúa entre 70 y 130 euros.
La FUCI, para realizar su estudio, ha tenido en cuenta los
siguientes parámetros: uniforme con calzado incluido,
matrícula, solo en los casos de los colegios privados,
libros, material escolar, comedor, transporte. En el caso de
los colegios privados hay que abonar una media de 250 euros
por la matrícula.
La misma Federación ha analizado el coste de los libros de
texto en función de la etapa educativa en la que se
encuentre el niño, y tomando como referencia los precios de
cuatro de las principales editoriales (Santillana, Bruño,
S.M, Anaya). Se ha detectado un incremento del 3% con
respecto al año anterior que supone un desembolso de 86
euros, en Infantil, 175 euros, en Primaria y 199 euros en
Secundaria.
En otras Comunidades, se utilizan el cheque-libro, con el
cual pueden retirar los padres de cualquier librería los
libros que el alumno necesite. En este caso, el libro es de
entera propiedad del niño, lo cual le permite que pueda
poner su nombre, subrayar e, incluso, escribir esas bonitas
poesías que los más inspirados hacían del libro una
auténtica joya poética. En el caso anterior, el alumno no
puede ni siquiera subrayar, por lo que los que se benefician
de ese sistema se ven coartados.
Ya, muy lejos, sólo recordado por los abuelos, nos
encontrábamos con los libros denominados “enciclopedias”,
que recogían todos los saberes, muy valoradas por aquellos
que tuvieron la “suerte” de utilizarlas, afirmándose que se
aprendían más con ellas.
Destacaba, entre otras, la “Enciclopedia Álvarez”, muy
presente en nuestros recuerdos. Para los distintos niveles,
se encontraba dividida en grados. Los más optimistas
aseguran que se conseguían mejores rendimientos académicos,
que con toda la parafernalia de libros de textos que invaden
a los alumnos actuales.
Ya, después, “seccionada” las enciclopedias, en los llamados
“libros de textos”, para no lesionar los intereses
económicos de las familias, se acordaban en los centros
escolares no cambiarlos durante un tiempo prudencial –cuatro
o cinco cursos-, para que fuesen heredados por los hermanos
del primer beneficiado. También existían pequeñas ayudas, en
formas de becas, para aquellas familias más necesitadas.
Hecho este paréntesis, en forma de historia, en cuanto se
refiere a la evolución del libro como elemento de estudio,
retomaremos, de nuevo, la actualidad y daremos a conocer
algunas recomendaciones de la FUCI, en forma de consejos
para ahorrar: a) Solicitar becas oficiales, al margen de
otro tipo de financiación, para adquirir libros de textos y
material didáctico; b) evitar acudir a créditos rápidos,
para pagar estos gastos, pues aumentarán la deuda; c)
diversificar y escalonar las compras. No todo el material se
necesita el primer día y d) aprovechar los descuentos que
permite la Ley en libros de Primaria y Secundaria…
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