A finales del pasado año, yo tuve
la oportunidad de entrevistar a este “joven – veterano” de
la joyería de Ceuta, y en la larga conversación que
mantuvimos pude comprobar que, aun habiendo nacido en
Andalucía, él se sentía ceutí por los cuatro costados.
Y se siente ceutí o, mejor dicho, vive lo ceutí no con
palabras, sino con hechos, por cuanto él conserva y
conservará en Ceuta todo lo que tiene, en vez de haber
“hecho las maletas” y haberse ido a cualquier otro sitio más
rentable, para sus establecimientos de joyería, cuando a
Ceuta llegaron las “vacas flacas”.
Al haber sido galardonado con la medalla de la autonomía,
creo que se ha hecho justicia en quien no sólo de palabra,
sino de hecho, ha conseguido que el nombre de Ceuta sea un
poco más conocido, desde su profesión y desde sus
establecimientos.
El martes, en torno al mediodía, me encontré con Antonio
Benítez que paseaba con un cuñado suyo, venido desde
Cataluña para acompañarle, también, en ese momento tan
ilusionante, al recibir la medalla.
Estaba contento, casi emocionado, y creo que él y su
familia, han valorado esta distinción como pocas personas
podrían valorarla, porque ven en ella ese reconocimiento a
toda la labor y a toda la entrega de muchos años, en esta
ciudad, en la que él ha vivido los momentos más oscuros, los
días gloriosos con miles de visitantes desde el otro lado
del estrecho, y en la que está viviendo esta época, que
parece estar situada en “terreno de nadie” por cuanto a la
población local se unen algunos otros visitantes,
procedentes de más allá de la frontera, y que en muchos
aspectos son los que sostienen parte del comercio de Ceuta.
En otra entrevista reciente, concretamente publicada el día
2 de septiembre, Antonio Benítez Bautista analiza el
comercio de hoy y el de aquellos años de más movimiento de
clientes, con un tino y una exactitud totales:” Antes
vendíamos cosas de menos valor. Ahora se venden más relojes
de marca. Aun así se nota la crisis comercial que hay”, para
seguir más adelante:” Tuvimos unos años muy buenos. Ceuta
tenía cosas que no se encontraban en la península...”.
Eran dos pinceladas puestas en su justo sitio y que resumían
dos épocas completamente diferentes, muy distintas la una de
la otra y muy a tono con lo que fue el final de siglo para
Ceuta, y con lo que está siendo el comienzo del siglo XXI,
del que todavía no hemos pasado de su “niñez”, y no se sabe
bien lo que nos aportará en el futuro.
Claro está que este diseño, en dos pinceladas por parte de
quien vivió y vive los entresijos del comercio, de verdad,
de Ceuta, debe ser tenido en cuenta y no verlo como simples
palabras huecas y sin más.
No es este el caso, las palabras de Antonio Benítez Bautista
son, un poco, la ley de oro de lo que ha sido el trabajo en
el comercio de una Ceuta que siempre tuvo su personalidad,
en las épocas de muchas ventas o en momentos en los que es
poca la clientela de fuera..
Tengo que terminar mi columna felicitando a la Ciudad
Autónoma, por haber tenido el tacto y el tino de fijarse en
un ceutí de verdad, aun habiendo nacido fuera de aquí, pero
que alguien de fuera, tras asentarse en Ceuta, prefiera
mantener aquí su fortuna antes de hacerla emigrar, bien
merece esa condecoración.
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