En el portal de la casa de los Mirchandani cuelga una
guirnalda de flores naranjas y amarillas y, pegado a la
pared, la frase Ganpatti bappa moraya escrita sobre una
cartulina coloreada, es el título de un rezo especialmente
dedicado a Ghanesha, el dios de la sabiduría y la felicidad.
La comunidad hindú celebra el primer día del Ghanesh
Charturthi y la casa de los Mirchandani se reviste de templo
para la festividad. A las puertas del domicilio se acumulan
40 o 50 pares de zapatos y sandalias, hay que descalzarse
para entrar como en cualquier templo hindú.
En el recibidor sobre una mesilla velas junto a varias
figurillas de Ghanesa, representado con cabeza de elefante,
cuatro brazos y un gran vientre. Uno cantos suenan al fondo
y el rítmico sonido de un timbal. Una oleada de incienso
viene unido junto a los rezos. Los sonidos son bellos y el
conjunto absorbente y minimalista: voz y percusión. No así
la sala donde se reza a Ghanesa, repleta, sobre todo de
mujeres, y completamente exuberante. En el centro, sobre un
altar, la estatuilla del dios acompañada por otros deidades
del panteón hindú. Enormes ristras de guirnaldas y luces en
un fusión de bermellones, rojos menos intensos y dorados. La
sabiduría y la glotonería unidos. Una perspectiva diferentes
a la occidental. Atenea era una figura severa. Sobre una
esquina, dulces de la gastronmía hindú para el dios glotón.
Bajo un rezo suave y continuo que se pierde en las estancias
de la casa Premi Mirchandani explica algunos detalles de la
celebración: “La estatuilla que ves ha sido traída de
Singapur, la del año pasado de Londres”. La tradición
sostiene que una vez completados tres años se puede cambiar
el lugar donde se celebra la festividad. “Nosotros creo que
ya lo haremos para toda la vida”. El final del Ghanesh
Charturthi termina con la figura del dios sumergida bajo las
aguas. El agua en la concepción hindú purifica, una vez en
la vida los hinduistas deben empaparse del río Ganges. “No
recuperamos las figuras de Ghanesa, las dejamos allí para
que bendigan la bahía hasta que sean arrastradas por las
corrientes”.
Las sandalias acumuladas en la puerta no dejan de crecer,
entre 150 y 200 personas llegan a llamar a la casa de
Mirchandani para asistir a la festividad. Prácticamente la
mitad de toda la comunidad hindú. La festividad es una
oportunidad de reunión. Una de las niñas se lanza a la
entrada de la casa, aún con los zapatos puestos. Su madre la
avisa y la descalza. “Queremos que los niños continúen con
las tradiciones. Ahí está mi hijo, que es el que marca el
ritmo con el timbal” señala Premi.
El hijo acelera el ritmo del timbal y es momento del
Ganpatti bappa moraya, la oración destinada al dios. El
Ghanesa Charturthi son dos días de alegría y la congregación
de la comunidad, que no deja de crecer, se anima con el
nuevo sonsonete.
El recorrido
Por la mañana estuvieron, sobre la una y media, la consejera
de Cultura, Mabel Deu y el responsable de Festejos, Juan
Carlos García Bernardo, para recibir la bendición de
Ghanesa.
Hoy a las 18.15 se inicia el recorrido que acabará con la
figura del dios bajo la piel del mar. Arranca del paseo del
Revellín y llega hasta el Muelle España donde espera el
barco de Luis Amuedo El Desnarigado. La embarcación
realizará un peregrinaje alrededor del monte Hacho que
concluirá cerca de la playa Benítez. Ganesha será depositada
en el mar en compañía de las otras estatuillas que se han
sumergido anteriormente. Dos londinenses y una procedente de
la originaria India serán su compañía.
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