Rara es la vez que pasan un recibo
del agua y que el ama de casa o el jefe de la familia no se
queja por lo abultado que ha venido en esa ocasión el
dichoso recibo.
Sea como sea, hay que pagar aunque se haya puesto a precio
de oro, porque de lo contrario no sé de qué forma podríamos
ducharnos, al menos una vez al día, fregar los platos
después de cada comida, o lavar la ropa del día o de la
semana, por ejemplo.
Las quejas de quienes llevan la administración de la casa
son grandes con ese recibo, o con el de la luz o el gas,
pero no quiero ni pensar qué harían, si un día el encargado
de esos recibos del agua se equivocara y cobrara medio litro
a 1,60€. Fuera como fuera esa familia, allí se armaría
Troya.
Pues bien, cobrándola a ese precio 1,60€, sin haberse
equivocado, en el barco de Euroferrys, nadie pone el grito
en el cielo y lo asume como cosa normal.
Ya es cara, por no decir otra cosa, que una botella de agua
de las pequeñas cueste más que un litro de combustible.
Los precios son libres, es lo bueno o malo que tiene una
sociedad como esta, por lo que si quieres apagar la sed no
tienes más remedio que pagar lo que te pidan, pero si nos
estamos quejando, con razón, de los precios de los barcos,
no debiéramos quejarnos menos de algunos de esos productos,
totalmente necesarios en la travesía, especialmente en esta
época del año.
He citado Euroferrys, porque es donde yo adquirí hace dos
días la botellita de marras. No sé los precios de las demás
navieras, aunque no creo que vayan a la zaga unas de otras.
Y ya podrán decirme, seguro que hay quien lo hará, por eso
me adelanto a ello, que hay algunos locales, especialmente
hoteles, que son más caros los precios en esto en concreto.
Sí, pero un hotel de los caros se utiliza si uno quiere
estar en un lugar de lujo, mientras que un viaje, desde
Ceuta, en Euroferrys, Trasmediterránea o la compañía que
sea, hay que hacerlo necesariamente en una de estas
compañías, porque desde Ceuta no hay otro medio para viajar
hasta Algeciras, por lo que esa salida al paso ya no nos va
a servir mucho.
A partir de ahora, y no sería mala idea, en el equipaje,
aunque sea sólo para ir a dar una vuelta hasta el otro lado
del estrecho, habrá que coger el botijo, y seguramente que
llenarlo nos cuesta menos que esa botella que venden a mayor
precio que los carburantes.
Yo llevaba un poco de tiempo fuera y me había olvidado ya de
todas estas cosas que hay, cada vez que uno se va a poner en
marcha en dirección a Algeciras, o a la inversa y mira por
donde, nada más subir al barco, casi como primera necesidad
me encontré con el sablazo del “aqua deus”, o algo así que
ponía en la etiqueta.
Lo que sí debo decir, no se puede hablar sólo de lo malo, es
que ese día, 1 de septiembre, el viaje era de oferta, con lo
que el señor de la taquilla, en Algeciras, muy amable por
cierto, no nos pudo dar billete de vuelta, porque no sabía
si la oferta iba a durar algún día más.
Con todas estas irregularidades, por otra parte, no es
extraño que los posibles visitantes del otro lado del
estrecho nos visiten poco, y ya va siendo hora de que un día
podamos hablar de la travesía como algo normal siempre, en
vez de considerar la normalidad como una excepción, que es
lo que viene ocurriendo este año igual que el anterior o el
otro. Así son las cosas, por eso lo decimos.
|