Juan Vivas sigue teniendo
mucho tirón en la calle. Es todavía el político que goza de
mayor atractivo entre sus conciudadanos. Mantiene gran parte
de su popularidad intacta. Lo cual, tras ocho años
gobernando, no es moco de pavo.
El Partido Popular jamás habría conseguido éxitos tan
resonantes en las urnas de no haber sido porque en sus
listas figuraba Vivas como número uno. Me consta que esta
afirmación suele sentarle como un tiro a quienes se
consideran pertenecientes al partido desde que era Alianza
Popular. Sin olvidar a esos otros que buscan denodadamente
que se les considere pertenecientes a una casta especial en
el seno del PP de Ceuta.
Los hay que van acumulando rencor contra Vivas porque siguen
sin apreciar las cualidades que le adornan para llevarse a
la gente de calle todos los días y fiestas de guardar y
sobre todo en el momento crucial: cuando toca votar. El
rencor es tóxico y resulta muy dañino para quienes no cesan
de atiborrarse de ese sentimiento de hostilidad y deseo de
venganza, motivado porque ellos, los rencorosos, creen que
Vivas les está usurpando el puesto con el que habían soñado
por creerse más preparados que él. Y, desde luego, andan las
criaturas como si padecieran de gastritis.
Los mayores enemigos de Vivas están en su partido. Lo que no
es ninguna novedad. Son pocos pero están en puestos claves y
largan fiesta a cada paso contra el presidente de la Ciudad.
Hay uno, que nunca ha dejado de creerse Churchill,
que lo suele tachar de ser el más genuino representante de
la falsa modestia. Lo cataloga como ejemplo de humildad
exagerada. Y apostilla que todo Vivas es ficticio.
Mientras tanto, el presidente, que tiene una red de chivatos
larga y bien situada, está al tanto de todo cuanto acontece
en su contra pero no se atreve a deshacer el nudo gordiano
que maquina contra él. Es más: en ocasiones da la impresión
de sentirse acongojado cuando se entera de lo que piensan
algunos de sus compañeros acerca de cómo actúa.
Me decía un político que conoce las interioridades del
partido y del Gobierno que lo peor de todo es que Vivas
creyó que formando un tándem con Gordillo y situando
a éste a su vera en el Ayuntamiento todo iría a pedir de
boca. Pues confiaba ciegamente que entre ambos mantendrían
el orden en los dos frentes. O sea, en el Gobierno y en el
partido. Pero se ha equivocado. Ya que el carácter explosivo
de Gordillo, sus salidas de tono y un estado emocional que
le impide mantener la calma en los momentos delicados, han
sido motivos suficientes para que mucha gente crea que eso
daña la imagen del presidente de la Ciudad.
Y la pregunta está en la calle: “¿Cuándo JV va a ser capaz
de poner orden en todos los sentidos?”. Pues de no hacerlo,
vamos, si sigue ignorando –o haciendo como que los ignora-
los comportamientos reprobables de los suyos, día llegará en
que se vuelvan contra él muchas personas a las cuales
encandiló con sus buenas palabras y su bien ganada fama de
funcionario ejemplar.
De momento, debería tomar nota de cómo fue recibido en el
Monte hacho, cuando el fuego. Porque cualquier otro día le
volverán a gritar más de lo mismo y le dirán que su mayor
suerte es que no haya una oposición como Dios manda.
Descubierto los males profundos existentes, se impone
sajarlos pronto y radicalmente.
|