Aunque en su primera entrevista
tras las vacaciones, publicada el pasado domingo en este
periódico, el presidente Vivas aseguraba no ser capaz o no
estar del todo convencido de serlo, guiado por la modestia,
de elaborar un discurso institucional y alejado del
autobombo o del partidismo con motivo del Día de Ceuta,
Vivas demostró ayer con su intervención en el Patio de Armas
de las Murallas Reales ante las autoridades y representantes
de la clase política, económica, social, cultural y
religiosa de la ciudad que está más que capacitado para
ello.
Su intervención en el Conjunto Monumental, como la del
presidente Chaves, fue impecable porque no sólo sirvió para
homenajear a los perceptores de las cinco Medallas de la
Autonomía que se han entregado este año, más que merecidas,
sino que también fue un magnífico ejercicio pedagógico sobre
la importancia de la celebración del Día de Ceuta, una
fiesta que no parece haber arraigado aún entre la ciudadanía
en general. El presidente de la Ciudad aprovechó su discurso
para recordar a los presentes qué se estaba celebrando
(“aquel 2 de septiembre de 1415 en el que Don Juan I de
Portugal encomendó a Don Pedro de Meneses, asistido por un
grupo de Notables, el gobierno y la defensa de Ceuta”,
recordó); para qué habían sido citados (“para dar testimonio
de respeto, consideración y aprecio a la Asamblea de la
Ciudad Autónoma de Ceuta”) y para poner de relieve cómo debe
verse la autonomía ceutí en el conjunto del Estado: como una
identidad no excluyente, sino todo lo contrario, que se
imbrica gustosa y se fortalece con el resto de España.
Además, Vivas dejó clara su posición sobre una polémica
recurrente: la de la reforma del Estatuto de Autonomía, un
tema que cada partido utiliza a su antojo en función de su
posición coyuntural. “Nuestro Estatuto de Autonomía merece
ser valorado de manera positiva; sin embargo, esta
valoración positiva no debe confundirse con el conformismo
ni con el inmovilismo”, dijo Vivas. Un diagnóstico de
situación más que correcto.
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