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OPINIÓN - MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

OPINIÓN / EL OASIS

Verano trágico
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Agosto se ha ido. Se presentó atiborrado de fuego y hecho un Caín. Y, claro, antes de irse quiso recordarnos, por si acaso lo habíamos olvidado, que nadie es tan joven que no pueda morir ni tan viejo que no pueda vivir. Y es que ya lo señaló muy bien Montaigne: no morimos porque estemos enfermos sino porque estamos vivos.

Los gaditanos, ya talluditos, solemos tocar madera todos los agostos. Y razones tenemos para ello: porque fue un 18 de ese mes, en 1947, cuando se produjo una explosión en Cádiz y mientras el cielo se teñía de rojo las calles de la capital se convertían en campos de amapolas. Hubo 152 muertos y 5.000 heridos.

Tal tragedia se me vino a la memoria en cuanto conocí la ocurrida en el aeropuerto de Barajas. Pues aquella noche agosteña, siendo yo un niño, pensé en la muerte por primera vez. Y bien pronto comprendí que ésta se halla siempre al acecho de manera perpetua e inminentemente. Produciendo, cuando se presenta, dolor y miedo a partes iguales.

Mas como estoy vivo y concienciado de que soy finito, no me queda otra que seguir luchando. Y ello pasa por escribir de cuanto acontece en esta ciudad. La cual se dispone a celebrar la fiesta grande de cada año en el Patio de Armas de las Murallas Reales. Escenario espléndido, sin duda; pero que me hace sufrir de agorafobia. Y ello, con gran pesar, me impide asistir a un acontecimiento donde el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, acostumbra a discursear, a medida que van pasando los años, con la misma tranquilidad que si lo hiciera en el patio de su casa. De modo que la gente, que acude a la cita, queda arrobada ante el pico de oro de quien lleva trazas de convertirse en mito local. Si no lo es ya. Ante la desesperación de Pedro Gordillo.

Las desavenencias entre el presidente y el vicepresidente del Gobierno han sido la comidilla de los últimos meses. Comentarios y murmuraciones que han ido aumentando durante el mes que ha finalizado y que nos ha vuelto a recordar que vivimos de manera tan precaria que bien nos valdría ser más razonable a la hora de competir aunque sea con los propios. Puesto que el problema entre Vivas y Gordillo, se me antoja a mí, se viene suscitando porque ambos se disputan parcelas de poder. Y, sobre todo, se está poniendo de manifiesto que los diferencia una forma de ser tan opuesta que no cesa de generar antipatía entre ambos.

Desecho, eso sí, como dicen algunas lenguas afiladas y prontas en la acusación sin pruebas, que haya una lucha por cuestiones crematísticas... Pues ni por asomo veo yo a Vivas capaz de caer en tentaciones de esa índole. Lo tiene casi todo. Mucho más, y no hace falta que se lo pregunte, de lo que pudo haber soñado nunca jamás. Y quienes hablan de corrupción deberían abstenerse si no cuentan con las pruebas adecuadas.

La realidad es que Vivas y Gordillo son antagónicos en todo. Y lo que no entiendo es cómo se las han apañado para conllevarse durante el tiempo que han dejado entrever que formaban un tándem perfecto. Si bien me atrevo a dar una pista: pudieron aguantarse mientras el segundo era senador y pasaba más horas en Madrid que en Ceuta. Pero cometieron el error de jurarse fidelidad compartiendo el mando de un Ayuntamiento donde está demostrado que ambos se repelen. Triste y penosa situación.
 

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