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sociedad - MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2008


AHMED LIAZID. reduan.

entrevista/ AHMED LIAZID, IMAM PRINCIPAL DE LA CIUDAD
 

«El musulmán lo es si
cumple con el Ramadán»

El imam principal de la ciudad, Ahmed Liazid, asegura que el mes sagrado de ayuno es para los musulmanes un motivo de alegría por entrar en un periodo “de paz, solidaridad y purificación espiritual”
 

CEUTA
Gonzalo Testa

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Durante un tiempo Ahmed Liazid fue llamado a todas partes y calificado unánimemente como el imam principal de la ciudad. Ayer no se le vio en la inauguración del alumbrado oficial de Ramadán y hoy no se le verá tampoco en el Patio de Armas de las Murallas Reales. No quiere hablar de ello. Liazid ha dejado de lado los focos públicos y se concentra ahora en su pasión, en la mezquita, en los jóvenes del colegio coránico que acoge en sus bajos, en sus vecinos, en sus amigos... Será que su reino no es el del calor de los flashes, ni el de la trifulca pública, ni el de los encontronazos. Él, que hace poco tiempo subió al estrado a recoger la Medalla de la Autonomía vive con alegría el inicio del mes sagrado, sin pararse a pensar en lo vulgar.

Pregunta.- ¿Qué están obligados a hacer, o a no hacer, los musulmanes durante el mes sagrado de Ramadán?


Respuesta.- El Ramadán es una obligación para todos los musulmanes como pilar del Islam que es, como a rezar, a dar el diezmo o a la peregrinación a La Meca. El musulmán que no hace Ramadán no es musulmán.

P.- Así de claro

R.- Sí. Y dentro del Ramadán una de las obligaciones principales es la de la abstinencia. El musulmán debe tener una conducta religiosa concreta, una conducta social, una conducta moral y una conducta cívica.

P.- Dentro de la parte religiosa los preceptos son...

R.- El musulmán está llamado este mes a hacer una vida espiritual más intensa. Hay más actividades religiosas que el resto del año, rezos especiales que no existen otros meses, oraciones después del anochecer, antes del alba... Son cosas que se hacen desde hace 1.427 años en cada Ramadán. Se intensifican las actividades culturales [la mezquita de Sidi Embarek organiza todos los días del mes una conferencia], la vinculación de los fieles con las mezquitas es más cercana... Se trata de educarnos para purificar el alma. El musulmán debe hacer Ramadán con la intención de educarse por sí mismo para que tenga efecto.

P.- ¿Y en la vida práctica?

R.- Es un deber que cuando el musulmán se manifiesta y dialoga lo haga sin palabras feas, sin insultos, sin calumnias, no hablar mal de la gente, no mentir... Es una abstinencia que se suma a de los placeres físicos y que no desaparece ni aunque se reciban amenazas. Socialmente el musulmán debe comportarse de una forma relajada, sin manifestaciones agresivas.

P.- Esas cosas no deberían estar permitidas nunca

R.- No lo están, pero en Ramadán la prohibición es, digamos, más llamativa. Si hacemos el Ramadán con las directrices del Islam veremos que la delincuencia cae drásticamente. Son consecuencias positivas de la educación que imparte este mes de reciclaje permanente, de revisión de la vida total del musulmán.

P.- ¿A partir de qué edad hay que cumplir con el Ramadán?

R.- Todas las obligaciones del musulmán comienzan cuando el ser humano llega a ser hombre o mujer, cuando es responsable. Los padres deben ir preparando a sus hijos desde su infancia para adaptarse al cumplimiento de las obligaciones islámicas.

P.- También hay lógicas exenciones médicas, ¿no?

R.- Sí. Cuando el fiel padece una enfermedad crónica o peligrosa si se cumple con el Ramadán está exento. También el viajero o el enfermo casual, con la salvedad de que en ese caso tiene la obligación de recuperar los días perdidos cuando termine el mes.

P.- ¿Sin más?

R.- Los ancianos, los enfermos crónicos... pueden no cumplir con el Ramadán, pero están llamados a hacer una obra caritativa hacia los pobres. Si esa persona se gasta tres o cuatro euros en comer debe entregar esa misma cantidad, cada día, a los pobres. Así vemos cómo el Islam trata por todos los medios de ayudar a los más necesitados porque el musulmán, incluso cuando se sienta a la mesa en el momento en que cae el sol no puede disfrutar de esa comida tras la abstinencia sin recordar las penurias de quienes no tienen nada ni de comer ni de beber. Así, con lo poco se puede hacer mucho porque el valor está, como enseña el profeta, en la participación para que todo el mundo se sienta feliz: si hay un dátil, con un dátil; si hay leche, con leche. Si no, con un sorbito de agua. Lo importante es querer dar satisfacción a los necesitados para que sientan lo mismo.

P.- Hablamos de la teoría pero ¿el musulmán ceutí cumple con todas esas prescripciones?

R.- Cumple el musulmán ceutí y el de cualquier parte del mundo.

P.- Pero será más difícil hacerlo en una ciudad como Ceuta donde las normas sociales, por así decirlo, los horarios de trabajo y demás, no están adaptados a su nuevo ritmo de vida durante este mes

R.- Muchas familias musulmanas de Ceuta tienen posibilidades y comparten con las que no tienen. Yo lo he visto. Es cuestión de adaptarse, de vivir con normalidad el Ramadán también aquí y de tener la voluntad de quitar en la medida de sus posibilidades el mal que existe en esta ciudad. Y también sé que familias musulmanas y cristianas comparten este mes. Es muy bonito ver cómo se sientan todos a tomar harira, cómo se involucran mutuamente los unos en las vidas de los otros.

P.- ¿Este es un mes de alegría, de sacrificio o de reflexión?

R.- De alegría. Lo puedes ver en la calle.

P.- ¿Pese a las limitaciones?

R.- No diría que es una costumbre sino... Estamos adaptados a esta responsabilidad y a cumplir con ella. Cuando un musulmán sabe que mañana empieza el Ramadán lo acoge con alegría, no con rechazo o enfado. Sólo el que dice que es pero no es, como sucede con los cristianos, lo toma con desagrado. El verdadero musulmán cuando ve la luna de Ramadán la mira con una expresión de alegría porque llega un mes de paz, de solidaridad, de purificación espiritual, un mes de caridad, de espacios donde el musulmán se siente satisfecho.

P.- La comunidad cristiana también tiene ciertos periodos donde está prohibido comer carne, pero no parece que se lo tome igual que la musulmana, o al menos no en el mismo porcentaje. ¿A qué lo atribuye?

R.- Los musulmanes podemos comer de todo lo que la sociedad puede encontrar en las tiendas excepto cerdo y bebidas alcohólicas. No tenemos más limitaciones salvo que desde el alba hasta el ocaso durante el mes de Ramadán debemos rehuir todos los gustos y todos los placeres: no comer, no beber, no fumar, no mantener relaciones sexuales... Cuando pasa el momento de la abstinencia puede comer y beber lo que quiera, hacer su vida familiar con alegría y ser feliz, porque además está totalmente prohibido ayunar durante dos o tres días seguidos.

P.- ¿Cómo influye la presión social en la comunidad musulmana para cumplir o no con el Ramadán?

R.- En esa ciudad a los musulmanes que comían durante el Ramadán se les tiraban piedras. Hoy en día, obviamente, no. La persona que incumple queda ante la sociedad como una alguien de escasa categoría. Se le puede aconsejar, pero nada más.

P.- Imagine que un musulmán se desliza un día. ¿Puede corregir el fallo?

R.- Sí. Si lo ha hecho sin intención no pasa nada. Si lo hace a conciencia recibe un castigo muy fuerte: está obligado a dar de comer un día, si sólo ha incumplido uno, a sesenta personas; o bien a ayudar durante dos meses o a liberar a una persona que se encuentre esclavizada.
 

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