Durante un tiempo Ahmed Liazid fue llamado a todas partes
y calificado unánimemente como el imam principal de la
ciudad. Ayer no se le vio en la inauguración del alumbrado
oficial de Ramadán y hoy no se le verá tampoco en el Patio
de Armas de las Murallas Reales. No quiere hablar de ello.
Liazid ha dejado de lado los focos públicos y se concentra
ahora en su pasión, en la mezquita, en los jóvenes del
colegio coránico que acoge en sus bajos, en sus vecinos, en
sus amigos... Será que su reino no es el del calor de los
flashes, ni el de la trifulca pública, ni el de los
encontronazos. Él, que hace poco tiempo subió al estrado a
recoger la Medalla de la Autonomía vive con alegría el
inicio del mes sagrado, sin pararse a pensar en lo vulgar.
Pregunta.- ¿Qué están obligados a hacer, o a no hacer, los
musulmanes durante el mes sagrado de Ramadán?
Respuesta.- El Ramadán es una obligación para todos los
musulmanes como pilar del Islam que es, como a rezar, a dar
el diezmo o a la peregrinación a La Meca. El musulmán que no
hace Ramadán no es musulmán.
P.- Así de claro
R.- Sí. Y dentro del Ramadán una de las obligaciones
principales es la de la abstinencia. El musulmán debe tener
una conducta religiosa concreta, una conducta social, una
conducta moral y una conducta cívica.
P.- Dentro de la parte religiosa los preceptos son...
R.- El musulmán está llamado este mes a hacer una vida
espiritual más intensa. Hay más actividades religiosas que
el resto del año, rezos especiales que no existen otros
meses, oraciones después del anochecer, antes del alba...
Son cosas que se hacen desde hace 1.427 años en cada
Ramadán. Se intensifican las actividades culturales [la
mezquita de Sidi Embarek organiza todos los días del mes una
conferencia], la vinculación de los fieles con las mezquitas
es más cercana... Se trata de educarnos para purificar el
alma. El musulmán debe hacer Ramadán con la intención de
educarse por sí mismo para que tenga efecto.
P.- ¿Y en la vida práctica?
R.- Es un deber que cuando el musulmán se manifiesta y
dialoga lo haga sin palabras feas, sin insultos, sin
calumnias, no hablar mal de la gente, no mentir... Es una
abstinencia que se suma a de los placeres físicos y que no
desaparece ni aunque se reciban amenazas. Socialmente el
musulmán debe comportarse de una forma relajada, sin
manifestaciones agresivas.
P.- Esas cosas no deberían estar permitidas nunca
R.- No lo están, pero en Ramadán la prohibición es, digamos,
más llamativa. Si hacemos el Ramadán con las directrices del
Islam veremos que la delincuencia cae drásticamente. Son
consecuencias positivas de la educación que imparte este mes
de reciclaje permanente, de revisión de la vida total del
musulmán.
P.- ¿A partir de qué edad hay que cumplir con el Ramadán?
R.- Todas las obligaciones del musulmán comienzan cuando el
ser humano llega a ser hombre o mujer, cuando es
responsable. Los padres deben ir preparando a sus hijos
desde su infancia para adaptarse al cumplimiento de las
obligaciones islámicas.
P.- También hay lógicas exenciones médicas, ¿no?
R.- Sí. Cuando el fiel padece una enfermedad crónica o
peligrosa si se cumple con el Ramadán está exento. También
el viajero o el enfermo casual, con la salvedad de que en
ese caso tiene la obligación de recuperar los días perdidos
cuando termine el mes.
P.- ¿Sin más?
R.- Los ancianos, los enfermos crónicos... pueden no cumplir
con el Ramadán, pero están llamados a hacer una obra
caritativa hacia los pobres. Si esa persona se gasta tres o
cuatro euros en comer debe entregar esa misma cantidad, cada
día, a los pobres. Así vemos cómo el Islam trata por todos
los medios de ayudar a los más necesitados porque el
musulmán, incluso cuando se sienta a la mesa en el momento
en que cae el sol no puede disfrutar de esa comida tras la
abstinencia sin recordar las penurias de quienes no tienen
nada ni de comer ni de beber. Así, con lo poco se puede
hacer mucho porque el valor está, como enseña el profeta, en
la participación para que todo el mundo se sienta feliz: si
hay un dátil, con un dátil; si hay leche, con leche. Si no,
con un sorbito de agua. Lo importante es querer dar
satisfacción a los necesitados para que sientan lo mismo.
P.- Hablamos de la teoría pero ¿el musulmán ceutí cumple
con todas esas prescripciones?
R.- Cumple el musulmán ceutí y el de cualquier parte del
mundo.
P.- Pero será más difícil hacerlo en una ciudad como
Ceuta donde las normas sociales, por así decirlo, los
horarios de trabajo y demás, no están adaptados a su nuevo
ritmo de vida durante este mes
R.- Muchas familias musulmanas de Ceuta tienen posibilidades
y comparten con las que no tienen. Yo lo he visto. Es
cuestión de adaptarse, de vivir con normalidad el Ramadán
también aquí y de tener la voluntad de quitar en la medida
de sus posibilidades el mal que existe en esta ciudad. Y
también sé que familias musulmanas y cristianas comparten
este mes. Es muy bonito ver cómo se sientan todos a tomar
harira, cómo se involucran mutuamente los unos en las vidas
de los otros.
P.- ¿Este es un mes de alegría, de sacrificio o de
reflexión?
R.- De alegría. Lo puedes ver en la calle.
P.- ¿Pese a las limitaciones?
R.- No diría que es una costumbre sino... Estamos adaptados
a esta responsabilidad y a cumplir con ella. Cuando un
musulmán sabe que mañana empieza el Ramadán lo acoge con
alegría, no con rechazo o enfado. Sólo el que dice que es
pero no es, como sucede con los cristianos, lo toma con
desagrado. El verdadero musulmán cuando ve la luna de
Ramadán la mira con una expresión de alegría porque llega un
mes de paz, de solidaridad, de purificación espiritual, un
mes de caridad, de espacios donde el musulmán se siente
satisfecho.
P.- La comunidad cristiana también tiene ciertos periodos
donde está prohibido comer carne, pero no parece que se lo
tome igual que la musulmana, o al menos no en el mismo
porcentaje. ¿A qué lo atribuye?
R.- Los musulmanes podemos comer de todo lo que la sociedad
puede encontrar en las tiendas excepto cerdo y bebidas
alcohólicas. No tenemos más limitaciones salvo que desde el
alba hasta el ocaso durante el mes de Ramadán debemos rehuir
todos los gustos y todos los placeres: no comer, no beber,
no fumar, no mantener relaciones sexuales... Cuando pasa el
momento de la abstinencia puede comer y beber lo que quiera,
hacer su vida familiar con alegría y ser feliz, porque
además está totalmente prohibido ayunar durante dos o tres
días seguidos.
P.- ¿Cómo influye la presión social en la comunidad
musulmana para cumplir o no con el Ramadán?
R.- En esa ciudad a los musulmanes que comían durante el
Ramadán se les tiraban piedras. Hoy en día, obviamente, no.
La persona que incumple queda ante la sociedad como una
alguien de escasa categoría. Se le puede aconsejar, pero
nada más.
P.- Imagine que un musulmán se desliza un día. ¿Puede
corregir el fallo?
R.- Sí. Si lo ha hecho sin intención no pasa nada. Si lo
hace a conciencia recibe un castigo muy fuerte: está
obligado a dar de comer un día, si sólo ha incumplido uno, a
sesenta personas; o bien a ayudar durante dos meses o a
liberar a una persona que se encuentre esclavizada.
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