El noveno mes del calendario musulmán es el mes sagrado del
Ramadán, en el que fue revelado El Corán (libro sagrado) al
profeta Muhammad (la paz de Dios sea con él), y es uno de
los cinco pilares del Islam. En este mes hay una noche, la
del destino (Lailachu al Qadri), cuyo valor es más grande
que mil meses de sacrificio.
El cumplimiento del ayuno del Ramadán exige: “intención de
sacrificio, testimonio de fé y ejemplo de conducta
musulmana”, cuya obligación debe cumplir todo musulmán,
quedando exceptuados los menores de 14 años, los ancianos,
los enfermos, las mujeres encintas, las que amamantan o
menstrúan, los viajeros que cumplen largas jornadas y
combatientes de una guerra justa. No obstante, los enfermos-
una vez sanados- y las mujeres cuando terminan de criar y
menstruar, debe recuperar día a día las jornadas que no
pudieron guardar durante el mes de Ramadán, aunque no tiene
por que hacerlo de manera continuada, sino a su mayor
conveniencia.
El ayuno del mes de Ramadán consiste en guardar un mes de
ayuno completo durante el día, estando prohibido el comer,
fumar, beber, el uso de perfumes, las relaciones sexuales,
pelearse e incluso discutir, desde el despertar del alba,
“en cuanto puede distinguirse un hilo blanco de otro negro”
hasta tres o cuatro minutos después de haberse puesto el
sol.
El profeta Muhammad (la paz de Dios sea con él), recordó
que, durante este mes aún es más agravante: el lenguaje
obsceno, las conversaciones violentas o amenazadoras, los
insultos, las calumnias, las mentiras, los libros
lujuriosos, los falsos juramentos, las murmuraciones y las
descalifaciones.
Entre los actos que no invalidan el ayuno se encuentran: el
vómito involuntario, el comer o beber por distracción.
El profeta del Islam dijo: “Dios perdona los actos cometidos
por distracción, equivocación o coacción”. Tampoco rompe el
ayuno el enjuagarse la boca o bañarse, con el fin de reducir
los efectos de una canícula asfixiante.
En los países islámicos, el comienzo oficial del periodo del
ayuno se anuncia mediante el disparo de un cañonazo.
Igualmente, el disparo de un cañón es el que indica que ya
es el comienzo del yantar. Pero como en Ceuta no tenemos
cañón, esta labor la realiza un hombre con un tambor, que va
tocando por todas las barriadas musulmanas, durante las
horas nocturnas, para despertar a la gente y poder hacer su
última comida del día y comenzar otro día de ayuno.
Como el calendario musulman es lunar, el comienzo del
Ramadán no tiene fecha fija, determinándose por la aparición
de la luna nueva.
Pero el mes de Ramadán recuerda que no es tan sólo para
aguardar el ayuno, sino también el de la caridad hacia el
prójimo. Así pues, el Ramadán es uno de los pilares
fundamentales del Islam. En efecto el Corán dice: “Todo
deber cumplido en la vida por un hijo de Adán, es para él.
Tan sólo el ayuno del Ramadán, es para mí y recompensaré a
quien lo practique”.
Feliz Ramadán a todo el colectivo musulmán.
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