Es evidente que en esta ciudad existe un club de piragüismo
‘oficial’, sin más: el Club de los Delfines. ¿Por qué es
oficial? Muy sencillo: porque recibe un presupuesto
millonario anual (y millonario no significa 10 ó 20 millones
de pesetas, no, sino muchísimos más), porque es el club
monopolista a la hora de organizar y ejecutar los cursos de
verano del Instituto Ceutí de Deportes (ICD) con su
consecuente ayuda económica añadida, porque tiene en
plantilla a una serie de personas que reciben un sueldo
todos los meses en tareas de gestor, de monitores, de
conductores, etcétera. Y porque, en palabras pronunciadas
personalmente a mí por el señor presidente de la Ciudad
Autónoma de Ceuta “los Delfines son un club modélico”.
Pero el problema no es ese. A priori podría parecer algo
normal el fomento del deporte de la piragua por parte de un
club, pero deja de ser normal para convertirse en irregular
cuando existen otros clubes en la ciudad que son
sistemáticamente marginados por parte de las mismas
autoridades que amparan al club ‘oficial’.
Y hablo con conocimiento de causa porque he tenido que
sufrir en mi propia persona el ser ‘toreado’ constantemente
cuando voy a hablar con alguna autoridad deportiva de la
ciudad el ser objeto de menosprecio en las oficinas del ICD
cuando me acerco a reclamar el importe de algún viaje a la
península para competir con decenas de chavales, importe que
suelen pagar algunas veces y otras no, corriendo todos esos
gastos de mi bolsillo.
Es fácil para los Delfines ser un “club modélico” cuando un
club, que tiene prácticamente el mismo número de chavales
federados que otro club como el nuestro, recibe la cantidad
de millones que recibe al año y queda en alguna competición
oficial tercero y nosotros quedamos quintos sin tener un
duro. Y todo tiene un límite.
A finales de 2007 realizamos una protesta a puertas del
Palacio autonómico y fuimos recibidos por el señor
presidente, Juan Vivas Lara. Es triste que para que te tomen
en serio hay que llorar y gritar públicamente y no sea
suficiente el diálogo civilizado. Porque de lo que sí
tenemos la seguridad es de que contamos con mucho apoyo
fuera de las instituciones públicas y para demostrarlo
tenemos alrededor de 3.000 firmas recogidas en apoyo de
nuestro club que no llegamos a presentar ante los
responsables de la Ciudad.
Y no las presentamos porque en la reunión mencionada se nos
hicieron unas promesas. Las promesas consistían en remediar
la patética situación en la que nos encontramos el resto de
clubes de piragüismo de la ciudad: alojados en contenedores
que en la mayor parte de los casos hemos tenido que pagar de
nuestro bolsillo y conseguir por nuestra cuenta, sin ni
siquiera unos vestuarios o duchas decentes en las que los
chicos se puedan cambiar, sin instalaciones adecuadas en las
que poder entrenar y recibiendo como un favor cuando alguna
vez nos han permitido rezar en el coto privado (del Club de
los Delfines), sin dinero para material y desplazamientos,
etcétera. A fecha de hoy esas promesas se han quedado en
promesas vacías, sin más.
El tema del dinero puede sonar como el más escandaloso, pero
nosotros no estamos pidiendo sueldos jugosos como los de los
Delfines porque somos amantes de este deporte y hemos
decidido dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a practicarlo y,
sobre todo, fomentarlo.
Tampoco estamos pidiendo ‘centros de tecnificación’
millonarios ni un trato de favor. Lo que pedimos es que esta
actividad que realizamos altruistamente a favor de los
jóvenes de esta ciudad que se deciden a practicarlo se pueda
desarrollar en unas mínimas condiciones dignas, sin tener
que aguantar que los poderes públicos decidan que hay
amantes del deporte que lo merecen todo y luego estamos el
resto, que no merecemos nada.
No es la primera carta que publico en un medio de difusión
en defensa de este deporte en la ciudad. Me han sugerido en
más de una ocasión que este tema lo introduzca en la
Asamblea desde un punto de vista político porque sabemos a
ciencia cierta que hay grupos de la oposición que querrían
ayudarnos, pero no somos políticos y no queremos eso, misma
razón por la que hasta el día de hoy no hemos decidido
presentar las 3.000 firmas. Desgraciadamente no sabemos
hasta donde pueden llegar las promesas incumplidas.
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