La Dinastía Idrisi abarca ciento
treinta tres años (de 788 a 921), estando representada por
nueve soberanos que, aun cuando su genealogía procedía de
Oriente Medio, arabizaron e islamizaron el país
“marroquinizándose” y fundiéndose con él: al fin y al cabo,
no era posible una marcha atrás, por lo que de mano de los
Idrisíes nació la primera dinastía marroquí. Suelen
distinguirse dos periodos concluyendo el primero con el
bisnieto de Idris I, Yahya II, “el último de los Emires de
la rama principal Idrisí” según apunta el historiador
tetuaní Azzuz Hakim y al que sucede un tío suyo, Alí II
(860-880).
Idris II fue sucedido por su hijo Mohamed I (829-838), una
época “en la que el Estado Idrisí se dispersa a causa de
numerosos conflictos que oponen a sus sucesores, engendrando
una serie de anarquía y guerras civiles impidiendo la
continuidad de la paz y la seguridad”, reconoce Touhami.
Mohamed I, según la tradición aconsejado por su abuela, la
beréber Kenza, decide dividir el reino entre sus hermanos
mayores quedando él como rey de Fez, desatándose las
tensiones y luchas por el poder: Al-Kasim obtiene Tánger y
Basra, situada al sur, Omar obtiene Gomara (en la costa
norte), Daud obtiene la zona de Orán (en la actual Argelia),
Yahya gobierna en la región de Beni Mellah, Hamza se queda
en el feudo original, Oualili (Volúbilis, junto al Yebel
Zerhum), Isa se concentra en la antigua Chellah y Abdaláh
gobierna la actual zona de Gulimen, al sur. Esta falta de
visión política de Mohamed I fue fatal para el futuro del
estado Idrisi, que ni en sus mejores momentos llegó a
controlar gran parte del Marruecos actual, escapando a su
autoridad parte de la región norte (Tetuán, el reino de
Ceuta y el emirato del Nekor), así como “todo el Atlas Medio
y la mayor parte del Marruecos Oriental hacia el Sur” (Azzuz
Hakim). Mohamed I, soberano pacífico y tolerante, hubo de
enfrentarse a la rebelión de su hermano Isa, gobernador de
Chellah, auxiliado por Kasim desde Tánger, que son reducidos
por su otro hermano Omar; pese a todo, Mohamed I consigue
finalmente legar el trono a su hijo Alí I (838-848), quien
logra le presten juramento los bereberes Awraba del Yebel
Zerhum (interesante detalle); a éste le sucede su hermano
Yahia I (848-859), el “arquitecto” de Fez, quien refuerza la
ciudad levantando la mezquita de Fátima (embrión de la
actual Karauin) y empezando la de Al-Andalus. Tras morir le
sucede también su hijo, Yahya II, quien se mantuvo en el
trono tan solo un año (¿860?) siendo reemplazado por su tío.
Según la tradición el pueblo de Fez no aceptó que se
enamorase de una bellísima judía, Hanna (según Al-Kirtas
“una de las mujeres más hermosas de su tiempo”), a la que
logró violar en un baño; tras la rebelión de uno de los
jefes árabes, Yahya II se ve obligado a atrincherarse en el
barrio de los andaluces (recordemos que la ciudad de Fez
estaba dividida en dos partes, separadas por el río), donde
muere el año 894.
Tras su fallecimiento la ciudad es conquistada por Alí Ben
Omar Ben Idris, pasando el reino de los hijos de Mohamed I
(descendientes en línea directa del primer soberano Idrisi)
a los hijos de su tío Alí Ben Omar (Alí II, 860-880), quien
logra rehacer parte de la unidad del reino pero teniendo que
enfrentarse a la rebelión de un caudillo khariyí venido de
Al-Andalus.
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