En pocas horas, los participantes del Campo de Trabajo sobre
Mejora del entorno medioambiental regresarán a sus ciudades
de origen concluyendo así, una experiencia “única e
inolvidable”. Antes de llegar a Ceuta y después de haber
permanecido unos días en ella, la imagen de estos jóvenes y
la concepción que traían del exterior ha variado de manera
impresionante. Aunque la mayoría coinciden es que es una
ciudad muy limpia y con mucha riqueza debido a las culturas
que conviven en ella; sin embargo, el litoral, la costa, las
playas, están muy descuidadas y contaminadas, incluso, por
electrodomésticos.
Raquel Guerrero es una de las participantes del Campo de
Trabajo medioambiental que se ha estado celebrando en este
mes de agosto en la ciudad autónoma. El pasado 18 de agosto,
al llegar a Ceuta desde Zaragoza, “imaginaba que era una
ciudad diferente a las del resto de la península, un poco
más parecida a Marruecos puesto que estaba cerca, y que la
arquitectura fuese más marroquí”.
Al pasar unos días en la ciudad sus perspectivas han
cambiado experimentado un giro de noventa grados. “Me ha
llamado mucho la atención la gastronomía; cada cultura
utiliza sus propios productos y locales pero a la vez
conviven muy bien con el resto de a ciudad”. A lo que añade,
centrándose en su ámbito de trabajo sobre medioambiente: “Es
una ciudad muy bonita, creo que el Puerto Marítimo es uno de
los mejores que he visto y la convivencia de ecosistemas tan
diferentes entre playas y montañas. Me imaginaba que la
vegetación fuera más seca y la verdad es que los acantilados
son preciosos. Sin embargo, creo que la gente trata muy mal
el litoral porque está bastante contaminado. El contraste es
grande porque la ciudad en sí, está muy limpia y la zona de
la costa fatal. Encuentras hasta microondas esparcidos por
ahí”.
Aunque los estereotipos han estado presentes y la errónea
imagen que existe en la península sobre Ceuta, esta joven de
Zaragoza afirma que “estoy encantada, que me ha parecido una
ciudad muy bonita y rica por las diferentes culturas que
aquí conviven, cada uno con sus creencias, sus costumbres y
con mucho respeto”. Así que será que una imagen vale más que
mil palabras.
La joven Lidia Moreno ha viajado desde muy lejos para
participar en esta iniciativa destinada a contribuir a la
mejora del litoral del Desnarigado, censar las lapas en
peligro de extinción y extirpar la planta conocida como año
de gato. Viene desde el norte de España, concretamente desde
Bilbao e “imaginaba que Ceuta fuese una ciudad marginada,
que no tenía nada que ver con el territorio español, pensaba
que estaba más subdesarrollada y que era muy conflictiva”.
Para esta bilbaína, la percepción y la imagen de la ciudad
autónoma ha dado casi una vuelta de ciento ochenta grados
respecto a lo que imaginaba. “La verdad es que me ha
parecido, en estos días, una ciudad muy tranquila donde
conviven diversas culturas sin ningún tipo de problemas.
Pensé que la gente no tendría trato pero es cierto que todos
se respetan mucho y comparten los mismos espacios”.
Al igual que algunos de sus compañeros del Campo de Trabajo
sobre Mejora del entorno natural, Lidia opina “que el centro
de la ciudad autónoma, sus calles, los barrios están muy
limpios. Pero las playas, el litoral y la zona de costas
están muy descuidados y queda mucho trabajar por hacer para
que queden impecables”.
Aun así, el patrimonio ceutí, su ubicación geográfica, sus
culturas, quedan en el recuerdo de todos los que pasan por
esta tierra. “Me parece impresionante Ceuta como una ciudad
ubicada y que separa a dos continentes, Europa y África. Y
un lugar estratégico entre España y Marruecos”.
Los parajes y belleza de esta tierra y su diversidad
cultural encandilan a cualquier caminante.
El voluntario medioambiental Iván Fernández nunca había
estado en Ceuta, la desconocía completamente y ha recorrido
varios kilómetros desde Badajoz motivado por un turismo
ambiental y dedicado a la aventura. Antes de legar a la
ciudad autónoma, “imaginaba algo distinto a España teniendo
en cuenta que está en el Estrecho y próxima a Marruecos.
Además, pensé que no tendría unas costumbres muy arraigadas
con tantas culturas”.
Una de las imágenes que más ha chocado a este joven es la
numerosa población árabe residente en la ciudad ceutí. “Lo
cierto es que hay muchos marroquíes, que evidentente tendrán
nacionalidad española, pero pensaba que habría un mayor
porcentaje de ciudadanos de aquí”. Pese a la diversidad
cultural, Iván piensa que Ceuta “es una ciudad muy cuidada
por los residentes locales y los ceutíes se sienten muy
orgullosos de su tierra y la miman. Aunque exista una gran
variedad de costumbres y creencias, es admirable que se
integren y se llevan tan bien”.
Aunque tampoco han podido faltar las opiniones más
desfavorables. “Me imaginaba una ciudad más exótica, con su
vegetación y eso, un mundo diferente. Y lo cierto es que es
otra ciudad de la costa”. A lo que añade, ciñéndose a las
labores propias del Campo de Trabajo: “Me ha encantado el
trabajo que hemos realizado con las lapas y la vegetación
porque lo hemos mezclado todo. Las actividades han estado
super bien y ha sido todo una aventura. Sin embargo, me ha
decepcionado la cantidad de basura que hay entre las rocas y
las playas. Es una pena porque el mar es precioso y
cristalino contrastado con la suciedad de la costa”
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