Acudeduca tiene una particular forma de organizar sus
actividades dirigidas a los niños. La empresa, formada por
licenciados en magisterio, sabe jugar con el equilibrio de
la risa y la didáctica.
Ahora son los encargados de realizr las actividades del
campamento de verano para niños de 10 a 14 años que estos
días está teniendo lugar en Miguel De Luque. Nada más llegar
al complejo rural se escuchan las risas de los niños al
fondo. Uno de los monitores, Antonio Muñoz, ataviado con un
altavoz y bastante guasa, lanza agua con una manguera a una
masa de niños compacta y expectante. Todos sostienen un
pequeño vaso con el que van rellenando un par de botellas de
agua aguantados por dos monitores. Hay dos grupos, el A y el
B, quien rellene más, gana. Cuando termina la prueba, los
del grupo B estallan como si hubieran ganado el Memorial
Alfonso XIII. Los del A piden revisión y apelan al árbitro.
A la entrada de las habitaciones donde duermen los 43 niños
del campamento hay un panel de libre expresión y un buzón
del amor. El panel, poco utilizado, lleva sentencias del
tipo El panel de libre expresión mola mogollón. El
campamento de las cabañas está en las montañas. Todo muy
dadá. El buzón del amor sí que rebosa de papelitos dejados
por los chicos. Por las noches, después de la dinámica de
grupo que siempre realizan, leen los mensajes.
Desgraciadamente en el buzón del amor hay poco amor. A
fulanito le huelen los pies o No sé quién hace mucho ruido
por las noches son el común de los mensajes. Junto al panel
de libre expresión, hay otro donde en enormes letras pone
Cementerio con letras ensagrentadas, es un juego de
vampiros. Uno de los niños es el vampiro y debe ir mordiendo
al resto sin que le vea nadie. Dibujadas en el tablero hay
multitud de lápidas y los niños atacados por el vampiro
deben informar sobre su expiración. Muerto por causas
desconocidas, escribe uno. La forma de tratar un asunto como
la muerte sin tener que hacerlo tabú es realmente audaz.
De vuelta en el patio los niños han formado un círculo. El
juego no es competitivo, tienen que entre todos conseguir
pasar la manguera por una pieza de ropa y rodear el círculo
antes de que pasen siete minutos. “El objetivo es que se
desinhiban y ademá romper la relación un poco tradicional
entre chicos y chicas y que participen sin problemas en este
tipo de juegos”. mientras explicaba la intención de la
prueba Estefanía Rodríguez, el pobrecillo Rubén, que le
había tocado ser la primera pieza del círculo, se afanaba
por pasar el largo de la manguera por el bañador, con una
intensidad conmovedora. Al final de la prueba, los monitores
pidieron un aplauso por su ponderable labor.
“La idea principal de campamento es que comprendan la
convivencia, que sepan lo que es estar en un grupo de forma
participativa. No tenemos tanto interés en que aprendan en
los talleres a hacer malabares o que afinen la puntería sino
que las compartan entre ellos”. El altavoz de Antonio
interrumpe a Estefanía. Ahora viene la prueba popularizada
por el Grand Prix y el nunca lo suficientemente loado Ramón
García: la patata caliente. En este caso fría y con agua.
Los monitores hacen preguntas sencillas, muchas veces
relacionadas con el entorno de la ciudad. ¿Cuántos
habitantes tiene Ceuta? “735” responde uno de los niños. “
Hoy es la jornada del pringue. Por la mañana han hecho
paintball, el juego que consiste en dispararse bolas de
pintura, aquí adecuado a un campamento juvenil trocando las
pistolas por jeringuillas. “Hemos hecho dinámicas de grupo,
algunas veces tenían que estar parados y arreglárselas para
que el otro grupo lo manchase lo menos posible”. Por la
tarde se organiza la fiesta del agua y durante la noche
tendrán una sesión de juegos con merengues y potingues. La
noche atrevida la llaman. Si a alguno le parece demasiado
atrevida siempre podrá ir a desahogarse en el panel de libre
expresión.
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