La Biblioteca Militar contiene en sus estanterías esos
libros añejos, cuyas pastas rezuman sabiduría y cuyas hojas
se han vuelto macilentas con el paso del tiempo, siglos en
muchos casos. La Biblioteca Militar es un lugar reciente que
ocupó hace ya más de un lustro la esquina en la que residía
una botica tradicional, con una superficie amplísima, donde
ahora conviven estos documentos que suponen un reclamo para
los ‘capos’. “Dios no quiera que sepan el valor que se
concentra aquí dentro”, comenta el teniente coronel Trallero,
encargado de controlar el Centro de Historia y Cultura
Militar, del cual depende esta Biblioteca.
En sus anaqueles se distribuyen los libros según la
ancianidad y la tipología. Aquí el viejo es el más valorado
y mimado. El libro cano ofrece un poso de sabiduría que se
destapa en las manos de los militares que vienen a consultar
la historia de las guerras de África. El general Torrecilla,
actualmente en la reserva, es uno de los más aficionados al
estudio de esta época. Los tomos dedicados a la Guerra de
África, Protectorado, Ceuta y Melilla suman en total unos
2.000 ejemplares. Además de este género, esta biblioteca
presume de conservar libros de manuales referidos a la
ingeniería u otro campo específico militar. La cifra de este
bloque asciende a los casi 6.000. Los libros anteriores a
1901 componen otro campo, con un número de fondos superior a
los 4.000, divididos entre militares y civiles. Por último,
las novelas, que hacen el resto, hacen un total de 26.000
fondos.
Después de seis años de cara al público los últimos dos
veranos este centro ofrece sitio para 30 estudiantes. “Está
muy bien para los chavales que vivan en el centro”, comenta
Trallero. La sala está en silencio, bastante más que el que
puede encontrar el estudiante en la UNED. Pero esta
Biblioteca carece de una catalogación de libros avanzada. A
pesar de la ancianidad de los documentos que posee, su vida
es joven y acaba de echar a andar. A pesar de que todos los
libros se encuentran localizados dentro de las galerías
interiores, esta Biblioteca Militar aún no ha alcanzado el
nivel de desarrollo necesario para ajustarse a las
exigencias de la Red de Bibliotecas de Defensa (RBD) que
ofrecen a sus lectores, entre otras cosas, porder consultar
fondos a distancia a través de internet, no sólo
localizarlos, sino también leerlos. “Nosotros todavía
estamos muy lejos de conseguir eso”, advierte el subteniente
Aznar, responsable y encargado de la biblioteca. El poco
personal del que dispone esta biblioteca, muy por debajo del
que debiera ser según la plantilla prevista, apenas puede
con toda la labor de catalogación que hay en el interior. Ya
se ha avanzado algo y, casi el 100 por cien de los fondos
que versan acerca de la Guerra de África, ya están
catalogados y al servicio de la RBD, “aunque la biblioteca
no está muy modernizada”, indica Trallero. Los libros que se
encuentran aquí pertenecen al pretérito y no al presente.
Sin embargo, ese pretérito es a veces una reliquia que sólo
puede encontrarse en Ceuta, una de las bibliotecas con
fondos más valiosos del Ejército español.
La RBD obliga a los centros a catalogar según un nuevo
programa llamado Asinet y que se utiliza en todas las
bibliotecas del Estado. Gracias a la participación de una
escuela taller en 2007 se consiguió adelantar bastante
trabajo. El subteniente Aznar es la única persona empleada
para llevar a cabo todo el proceso de catalogación, que
puede durar, al menos, un año más. A su lado hay, en la
actualidad, un brigada en comisión de servicios y una
empleada en formación por una escuela taller. En noviembre,
Aznar acudirá a un curso rápido de biblioteconomía para
cursar todos los fondos, según exige Asinet.
“La intención de Defensa es que la totalidad de libros
queden registrados a final de año, pero eso es una quimera”.
Los más añejos serán los primeros en ser catalogados; los
anteriores a 1901, los más valiosos. En cada biblioteca
militar existen, incluso, libros repetidos, “pero que deben
permanecer, porque en el futuro se intercambiarán con otras
bibliotecas para enriquecer los fondos”, explica Aznar. El
documento más antiguo que posee la Comandancia es de
mediados de 1700.
Tanto los libros antiguos como los referentes a la Guerra de
África están bajo custodia y resulta muy difícil conseguir
autorización para leerlos.
|