Sabía que las Casas de Ceuta en diferentes ciudades de
nuestra geografía, lo mismo que otras Casas, están haciendo
una gran labor social y cultural por sus diferentes
actividades.
He visitado porcas Casas de Ceuta (la de Madrid y la de
Cádiz) y lo he pasado muy bien, aunque en ellas tengo buenos
amigos, la mayoría me conocían por mi padre.
En la de Madrid, cuando estaba creo que en la calle Londres,
junto a la plaza de toros de Las Ventas y como presidente
Alfonso Sotelo (Q. E. P. D.), compañero y gran amigo desde
que estábamos cursando en el mismo año Bachillerato. Allí
fui un domingo con mi señora y mi primo Pepe Jiménez y su
esposa Angelita, socios ambos y después de invitarnos a
comer nos hicimos todos socios y, con la rapidez felina de
su hermano Chiquilín, nos enseñaron todos los locales.
Conozco algo por las revistas que me envía desde Cádiz mi
amigo Salvador Bernal y ahora he tenido en mis manos la
revista Abyla de la Casa de Ceuta en Barcelona. En una de
ellas me ha sorprendido la desinteresada colaboración de mi
amigo Agustín Marañés, ofreciéndose a dar a conocer los
libros, documentos, postales de Ceuta y comunicado sus señas
particulares en Algeciras. Por él y otros muchos los ceutíes
conoceremos la verdadera labor que las Casas hacen fuera de
Ceuta, sin que la vivamos directamente. Quiero decir metidos
en el ajo.
Gracias a ti mi sobrina Margarita, hija de mi primo Pepe
Palmero, que siendo huérfano fue acogido por mi abuela
Antonia Sánchez ‘La Chica’, y como esta vivía con mis padres
fuimos como hermanos siendo este el preferido de mi abuela,
muy lógico ya que se quedó huérfano siendo muy pequeño.
Pues esta ‘nueva sobrina’ que sé que existía junto a otros
dos hermanos (Guillermo y Juan), pero que al morir mi primo
tenían poca edad y perdimos el contacto con ellos y con mi
madre, cosas que ocurren y no sabemos tanto ellos como
nosotros el por qué de esa pérdida de contacto,
comunicación, trato, que hubiese seguido de no morir mis
padres porque no ha sido olvido.
Fue ella, Margarita, la que dio el veradero paso,
acercándose a Agustín y dando con la persona adecuada y este
dándole toda clase de datos. Gracias de nuevo Agustín.
Aunque dio un paso anterior, ya que por nuestras fiestas en
honor a la Virgen de África estuvo en Ceuta y la vio muy
cambiada y bonita, pero creo que preguntaban a personas
jóvenes como ellos y no a mayores. Tampoco se le ocurrió
mirar una guía Telefónica, creo que porque no se acordaba de
mi apellido. Tenía que ser un Marañés y una Casa de Ceuta.
“Yo no piso Cataluña”
Por fin sonó el teléfono y escucho: ‘¿Eduardo Jiménez
Palmero?’. Era una voz de mujer y rápidamente pensé en las
promociones que nos ofrecen cada dos por tres, pero gracias
a Dios me dijo: ‘Soy Margarita Palmero, hija de Pepe, tu
sobrina, y te llamo desde Sant Boi’.
Empezamos a hablar de su padre y durante la conversación me
enteré de que había muerto su madre. Yo tenía varias fotos
de sus padres desde que estaba en Falange con diferentes
edades, la última una del diario El Faro con el Cristo del
Medinaceli. Pertenecía a los talleres de automovilismo,
lámina de paisajes y edificios de Ceuta, que tiene expuestas
en su restaurante. Total, una caja de cerca de tres kilos de
recuerdos y últimamente varios DVD.
Los contactos telefónicos fueron frecuentes hasta que, por
fin, conseguí que nos reuniéramos tres días en la Costa del
Sol. La pareja no podía completar las semanas en las que me
hospedé en Sunset Beach. Han prometido volver a Ceuta con
más tiempo para conocer a mi hermana África y a todos los
hijos y nietos de ambos y traer a los suyos, Verónica y
José.
Ellos insisten en que aparezca por Cataluña, donde tienen
tres viviendas a nuestra disposición, pero yo no piso
Cataluña hasta que terminen la Sagrada Familia y le paongan
la bandera de España, como final de obra. Lo mismo me ocurre
con Gibraltar.
Gracias Margarita y Chico, por haberos desplazado desde tan
lejos para conocernos. Tanto Mary como yo os lo agradecemos.
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