Hemos hablado en columnas
precedentes sobre el problema ocasionado con la baja del
turismo, en los últimos meses.
Hemos comentado que esta baja turística era otra zancadilla
más para poder salir de la crisis que nos azota, pero con
todo lo duro que es eso, con los conflictos que acarrea,
puede llegarse a algún tipo de solución y volver a
equilibrar el rumbo de la sociedad.
Lo que no tiene marcha atrás, por muchos pésames y
acompañamiento en el dolor, tanto de organismos oficiales o
personas, como de instituciones o de asociaciones del tipo
que sean, es la tragedia que hace un par de días vivió el
aeropuerto de Madrid – Barajas.
Esto no tiene retorno y los más de 150 muertos van a quedar
en el recuerdo de todos, como una de las grandes catástrofes
de este aeropuerto.
Hacía muchos años, más de 25, que no se daba un percance tan
caótico, como el que se dio el miércoles, en este
aeropuerto, con lo que Madrid, otra vez, ha sufrido el azote
de la tragedia, aunque en este caso haya sido por uno de
esos accidentes fortuitos que pueden darse en cualquier
momento y en cualquier punto de la tierra.
Y siempre, tras un percance de este tipo, salen a colación
comentarios que abren un poco más la llaga de la desgracia.
No vamos a entrar en cuestiones técnicas, ni podríamos
valorar si es que el avión tenía algún tipo de avería que no
se detectó instantes antes de su partida, a su debido
tiempo.
Lo cierto y verdadero es que más de 150 personas han perdido
la vida, víctimas de un accidente, y que esos más de 150
personas ya no se pueden volver a recuperar.
Y como las desgracias no vienen solas, sino que siempre
suelen traer aparejada otra desdicha más, el accidente
sufrido por la compañía Spanair puede acarrear el final, o
puede acelerar el final de esta compañía que en los últimos
meses está pasando por una situación casi crítica.
Ahora bien, siempre hemos dicho que las desgracias que se
pueden atajar con dinero son un poco menos desgraciadas,
porque esta compañía, si es que llegara a desaparecer o a
transformarse de alguna manera, puede ser reemplazada por
otra del mismo corte, pero la que no puede ser reemplazada,
ni remodelada es la vida de ninguno de esos pasajeros que la
perdieron en el accidente aéreo del pasado miércoles.
El miércoles por la tarde, mejor dicho ya entrando la noche,
tuvimos que ir al aeropuerto de Madrid- Barajas, y aunque
nuestra presencia fue en una zona muy distante de la del
accidente, en el ambiente se respiraba algo especial:
tensión, intranquilidad, yo creo que miedo ..., algo que no
se detecta en otras circunstancias.
Ahora, y ya van apareciendo muchas explicaciones, que
difícilmente van a convencer a todos, lo más necesario sería
aclarar el motivo de este tremendo accidente, que tanto
dolor ha dejado en muchas familias. Tras eso poco más se va
a poder pedir.
Unas familias rotas, unas vidas segadas cuando menos se
esperaba, incluso algunos niños también perecieron en este
nefasto lance, y además de todo esto va a quedar una fecha
negra en la historia de la aviación civil, una fecha negra,
también, en la historia del aeropuerto de Madrid – Barajas,
un 20 – VIII- 2008, que muchas familias no la volverán a
olvidar.
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