Me estaba pensando yo, porque yo
pienso otros alfalfa, mientras le echaba una mirada a este
pequeño monstruo que es el ordenador, la enorme cantidad de
inventos que ha realizado el hombre a lo largo de la
existencia de la humanidad, y los que están por venir que,
sin duda alguna, no van a ser moco de pavo. A veces, no
muchas, me dedico a pensar.
Que si a eso de pensar le dedicaran, algunos politiquillos
de medio pelo un par de segundos al día, otro gallo nos
cantaría. Claro que eso de pensar, para solucionar las
cosas, es un grave problema, para el que no están preparadas
todas las mentes, y mucho menos, la de toda esa fauna de
“intelectuales” que gracias a la democracia han llegado a
ocupar algún que otro silloncito de poder. ¡Tela marinera,
colega!.
Bueno, a lo que vamos, que me estaba pensando en los grandes
inventos de la humanidad, cuando suena el timbre y aparece
el repartidor del butano con la botella a sus espaldas. Me
la deja en la puerta y me encargo de llevarla a su lugar
correspondiente, para ponerla en funcionamiento.
Y es ahí, en ese momento, en el que la quiero poner en
funcionamiento, cuando me doy cuenta del gran invento que es
el tapón rojo que lleva la botella.
Empieza la madre de todas las batallas entre el tapón rojo y
servidor intentando quitárselo a la botella. La lucha es
tremenda, por eso la llamo la madre de todas las batallas,
no hay forma de quitar el tapón rojo.
Tiro con todas mis fuerzas de la “pestaña” que tiene el
tapón se rompe la pestaña, después de dejarme los dedos
hechos polvos. Recurro a unos alicates, atrapando con ellos
el pequeño trozo de pestaña que se deja ver, me la cargo y
me quedo sin el menor trozo de pestaña. Me voy a buscar el
cuchillo de sierra, para cortar el tapón rojo. La lucha es
encarnizada. Consigo arrancar un trozo, y poco después el
otro. ¡Por fin, dejo a la bombona sin el tapón rojo!.
Respiro profundamente y miro con aires de superioridad a la
bombona, mientras le pego una patada a lo que resta del
tapón. He conseguido salir victorioso de esa batalla.
Desde luego el inventor del celebre tapón rojo de las
bombonas de gas butano, merecería darle un premio Nobel de
los grandes inventos, en cuanto a tapones se refiere. Oiga,
no es por nada, pero ese invento es algo magistral, único
capaz de hacer que millones de usuarios le tenga al inventor
siempre en mente, con recuerdos magníficos hacia su persona.
Es el único y exclusivo invento, con capacidad suficiente,
para sacar de sus casillas al mismísimo Job, aquel celebre
por su paciencia.
No creo que haya en el mundo otro invento, con capacidad
para cabrear al máximo a los usuarios. Espero a la siguiente
bombona, que ya me cogerá preparado, en la lucha que
tendremos que mantener, por culpa del tapón rojo.
Por supuesto que, una vez más, tendré un recuerdo imborrable
para el inventor del mismo. Jamás podré olvidarle. Quién de
los usuarios de gas butano, podrá olvidar a tan genial
inventor. Premio Nobel de tapones, sin discusión alguna.
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