Ya les decía ayer, que algo
buscarían para no darnos la medalla de oro del asunto del
barquito. Y no me equivoque, los chinos de la China se las
apañaron para darle la medalla de oro a los que habían
navegado con un barco que no era el suyo lo que, según las
leyes de la competición, está totalmente prohibido. Pero qué
si quieres arroz, Catalina.
Dicen que vamos a recurrir, el asunto, al tribunal de no sé
qué para que su posible fallo nos dé la medalla que en buena
lid hemos ganado. Pues verán, como se sacan algo de la
manga, y no nos la dan.
Nosotros, los españoles de España, podíamos tomar
represalias ante tan injusticia y tomar medidas contra los
chinos. Lo que sucede es que aquí, en España, no hay ni un
restaurante chino, ni tiendas de “todo a cien”. Que si las
hubiese se iban a enterar de lo que vale un peine.
Menos mal que los chicos de baloncesto, después de empezar
mal, dándonos el correspondiente disgusto, enmendaron la
plana y le dieron para el pelo a Angola, pasando a los
cuatro de final donde no creemos que podamos fallar, lo que
nos llevaría a las semifinales y de ahí a la final para
enfrentarnos, de nuevo, a los americanos de América.
Por cierto, hablando de los americanos de América, me
acuerdo de la crisis del ladrillo que está padeciendo
España. Leyendo lo que he leído, ni eso es crisis ni es
nada, comparándola con la que hay en América, sobre todo en
Detroit.
Vamos, que me da la sensación, no extraña, de que me voy a
largar a Detroit para poder salir de la enorme crisis
económica que estoy atravesando. En nada, en menos que canta
un gallo, me puedo hacer millonario.
Como no soy ambicioso, cosas que no pueden decir otros a los
que su ambición de poder les pierde, a pesar de ser más
nulos que el de una muñeca, les voy a decir la fórmula para
que, todos ustedes, usease vosotros, os podáis hacer
millonarios de forma rápida, si os decidí a acompañarme.
Os explico el sistema. En Detroit se venden casas, en el
mismo centro de la ciudad a 68 céntimos. O sea que una casa
nos sale más barata que comprar una barra de pan. Y eso que
les estoy hablando de una vivienda de 119 metros cuadrados
con dos pisos, cuatro dormitorios y dos cuartos de baño.
¿Cómo se os queda el cuerpo, queridos míos?.
Para que, después, digan que las cosas que me entero no las
comparto con nadie. Ahí tenéis la enorme oportunidad de
haceros millonarios. Podía haberme callado y hacerlo todo
para mí, marchándome a Detroit a comprarme par de manzanas
en la calle más céntrica, sin repartir un dólar con nadie.
No puedo, es superior a mis fuerzas, tengo que compartir la
oportunidad de ser millonario, con todos los que formamos la
legión de los “boyaos”.
Antes de marcharme, me voy a estudiar bien el asunto, esto
tiene que tener algún truco. Cuando son los bancos los que
“regalan” estas viviendas. No voy. Los bancos no regalan
nada más que caramelos y no todos los días. No me puedo
hacer millonario.
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