Ucrania es un país de Europa, situado cerca de Rusia.
Normalmente hace mucho frío y la nieve es continua. Por eso,
en invierno, los niños y niñas van muy abrigados por la
calle”. Así empezó ayer el cuento que la presidenta de
Digmun, Maribel Lorente, leyó a cerca de medio centenar de
pequeños congregados en la sala infantil de la Biblioteca.
Entre ellos estaban unos visitantes muy especiales, un grupo
de niños y niñas ucranianas que cada año pasan unos meses en
periodo estival en la ciudad autónoma. Sacha, Ansatasiya,
Anatoly y Oleksandra son algunos de los nombres de éstos.
Todos ellos fueron testigos de la historia de un sueño de
verano.
Antes de empezar calentaron motores con unas cuantas
tonadillas. Todas ellas, claro está, versaban sobre ese país
llamado Ucrania y la visita de los pequeños procedentes de
aquella nación. “Hay un país llamado Ucrania que tiene unos
niños que son ucranianos y son muy buenos y son muy guapos”,
rezaba el inicio de la canción. Ésta continuaba: “Pasarán el
verano aquí en Ceuta y al final se marcharán, pero pronto
volverán... en Navidad”.
Tras esta primera toma de contacto y con todos los niños
sentados y los padres apostados en los laterales de la
pequeña habitación comenzó el cuentacuentos.
Es la historia de una niña ucraniana llamada Oleksandra que
tenía ocho años de edad. Ella vivía en un orfanato “muy, muy
lejos de Ceuta”. Allí, en Ucrania, los días son más cortos
por que anochece antes. “Sabeís que a las 18.00 horas los
niños ya están en sus casas”, expresó la presidenta de
Digmun.
Este cuentacuentos tenía un marcado carácter formativo y
educativo. Tanto por su intención de dar a conocer a los
pequeños y a sus padres cómo es Ucrania como para
sensibilizar a los menores acerca de los orfanatos, las
familias de acogida y las dificultades de vivir lejos de los
padres.
“Muchos niños, en Ucrania, no pueden vivir en sus casas por
que sus familias son pobres. Así, los papás y las mamás
tienen que dejar a sus hijos en orfanatos. Es una decisión
muy dura pero lo hacen por su bien”, relató la dulce
narradora de la historia. Ésta trató de desmitificar la cara
oscura de los internados y los orfanatos ante la atenta
mirada de los pequeños: “Allí juegan, estudian, aprenden,
crecen, tienen amigos, pero no tienen cerca el calor y el
amor paterno y materno”.
Un día una de las responsables del centro les contó a los
pequeños que los que mejor se portaran iban a tener la
oportunidad de pasar varios meses de verano en una ciudad
muy especial llamada Ceuta. Al final Oleksandra, Sacha,
Anastasiya y Anatoly fueron los elegidos.
Mientras viajaban a España estaban muy nerviosos porque no
sabían si sus padres de acogida serían buenos o malos,
simpáticos o antipáticos. Igual ocurría con los mayores que
les esperaban en Ceuta, ellos no sabían si los niños se
portarían bien o mal o si serían feos o guapos.
Al final todos se dejaron llevar por las sensaciones y la
espontaneidad del momento y se fundieron en un fuerte abrazo
nada más arribar al puerto de Ceuta el ferry que los traía
desde Algeciras. Había sido un viaje muy largo y aún les
quedaba un verano por delante.
Sin saberlo, todos aquellos niños ceutíes congregados en el
cuentacuentos de ayer estaban conociendo la historia de las
vidas de los pequeños y rubios visitantes. Ésos con los que
han compartido risas y juegos en el Parque Marítimo del
Mediterráneo, o en la playa de la Ribera, o en la feria. La
historia de un sueño de verano.
|