Empieza la semana y me acuerdo que
tengo que escribir, que aún me quedan unos días para poder
largarme con viento fresco. Oiga, no es por nada, que poco
corren los días y más en el mes de agosto donde las noticias
brillan por su ausencia y te tienes que buscar la vida de la
mejor manera posible.
Más que por mí, lo siento por todos los compañeros de
redacción, que se las ven y se las desean para poder hacer
una plana. Los teléfonos echan humo, más que nada porque
están fuera de cobertura o porque, como es lógico, se tienen
apagados para evitar tener que explicar que, en esos
momentos, se encuentra uno haciendo barra fija en el
chiringuito de la playa. La de cosas buenas que tienen las
Olimpiadas, sobre todo en la práctica de la gimnasia donde
destaca la barra fija.
Y hablando de las Olimpiadas, desde la diez de la mañana del
pasado domingo, me pego al televisor para ver a Nadal, que
se juega una medalla de oro contra un chileno. Gana Nadal,
como es costumbre, el número uno del tenis mundial. Hay que
decir que el chileno le puso una fuerte resistencia.
Total una medalla de oro más que añadir la medallero español
que, por cierto, no va cubrir las expectativas con las que
habíamos llegado a China, en cuanto a conseguir determinado
número de medallas se refiere. Estamos notando la crisis,
esa que no existe, hasta en el medallero español. Con lo
bien que nos hubiese venido, para amortiguar esa crisis que
no existe, consiguiendo, por un suponer, veinte medallas de
oro. Tal y como está el oro, en estos momentos, supondría un
buen dinero. ¡Dita sean las papas con fideos gordos!.
Además tenemos mala pata, una de las chicas, Domínguez, que
tenía al alcance de su mano una medalla, va y se me cae, con
lo que perdemos la oportunidad de aumentar nuestro
medallero. Hay siglos que no estamos para nada. Ponemos un
circo y nos crecen los enanos.
Cuando estoy escribiendo esto, aún hay dudas si se le
concederá a España la medalla de oro, en el asunto de los
barquitos esos de velas, con lo bien que nos vendría. Pues
ya verán que a pesar de hacer trampas, no nos la dan y nos
quedamos a dos velas. Bueno, nos quedamos como estamos en
los momentos actuales.
Espero y deseo que, mañana, les pueda decir a ustedes que
nos ha sido concedida esa medalla de oro que, por cierto,
nos merecemos contada justicia, por las trampas realizadas
por el equipo contrario, navegando con un barco que no era
el suyo lo que está, totalmente, prohibido según las reglas
de las Olimpiadas.
Si las cosas ocurren, como deben ocurrir, dentro de toda la
normalidad, España le debe ganar a Angola y jugar la final
contra los EE. UU, con lo cual que duda cabe ganaríamos otra
medalla, aunque sea de plata. Incluso podemos soñar, de
jugar esa final, con el oro a pesar de que los americanos de
América, están muy fuertes y han venido a las Olimpiadas a
demostrar que en el baloncesto no tienen enemigos. Tengamos
fe en nuestro equipo y no perdamos las esperanzas. Yo no la
he perdido y he podido llegar al final de la maqueta.
¡Pedazo de arte!.
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