Detrás de una pequeña puerta de una de las estancias del
Hotel-Parador La Muralla, tras pasar por los chapoteos y los
ruidos de la piscina del complejo, se esconde un yacimiento
mudo de entre 100 y 150 metros cuadrados con un pequeño
laberinto de escaleras y andamios que se sostienen sobre un
suelo excavado a diferentes alturas que estratifican las
superficies que se pisaron a lo largo de la historia de la
ciudad.
El yacimiento de la puerta califal basa su interés en
registrar hallazgos prácticamente desde los primeros tiempos
de la ocupación romana, con piezas ligadas a la industria
del salazón, hasta la actualidad. Eso incluye la historia de
la fortificación de la Muralla Real. Nada más entrar a la
estancia el visitante se encuentra con elementos
arquitéctonicos construidos en diferentes estilos, con
distintos materiales, entremezclados y unidos, formando un
verdadero rompecabezas que los arqueólogos municipales
intentan desentrañar.
En frente de la puerta por la que se accede a las
excavaciones se abre un pasillo de doce metros que llega
hasta una ventana por la que el visitante conoce que se
encuentra a un salto de caer en el foso y está en uno de los
pequeños accesos exteriores de la sólida construcción. El
pasillo no sólo tiene la funcionalidad de dar posibilidad a
la ubicación. Es también un ejemplo de la historia de esta
forticación emblemática de Ceuta.
Historia de la muralla
“Las fortificaciones antiguas están pensadas, como es
lógico, para el tipo de ataque que pueden recibir. Los
lugares son estratégicos dependiendo de su tiempo y por
tanto las necesidades defensivas también cambian” explicó el
arqueólogo municipal, Fernando Villada. Las murallas de la
época antigua o medieval se enfrentaban a balística
constituída por piedras lanzadas mediante catapultas,
onagros u otras máquinas de guerra, escalas y arietes por
las que se intentaba derribar las puertas o acceder a la
parte alta de la muralla e intentaban socavar sus cimientos
mediante galerías subterráneas, “para enfrentarse a todo eso
la necesidad es alzar murallas altas y no se necesita mucho
grosor porque el impacto que se podía hacer con ese tipo de
máquinas de guerras es relativamente reducido”. El
descubrimiento del uso de la pólvora cambió las necesidades
defensivas de una fortificación: “Ahora lo importante es
tener poca superficie de impacto y un mayor grosor. Además
se construyen los muros en talud y no verticales porque
cuando se produce el impacto rebota el proyectil de alguna
manera. Por último también necesitas superficie en la parte
superior para colocar tus propias piezas de artillería”.
En el pasillo de 12 metros que da al foso se puede ver está
evolución provocada por el refinamiento en las artes de la
guerra. La primera parte pertenece a una muralla
preexistente a la época califal en cuya datación se está
trabajando en estos momentos. La segunda, de un color claro,
y paralela a la anterior responde al periodo califal y al
interés creciente que toma a mediados del siglo XI Ceuta
como plaza estratégica en las intervenciones del califato
omeya de Córdoba en todo el Magreb. Las obras para el
alzamiento de la muralla en época califal comenzaron con al-Nasir
y fueron terminadas en tiempos del mandato de su hijo al-Hakam
II. El tono de la sección es ocre debido al material
utilizado, la arenita, fácil de moldear y resistente una vez
ésta queda compactada.
De la época califal proviene la estructura que ha dado
nombre al yacimiento y uno de los descubrimientos más
interesantes realizados hasta ahora. En uno de los extremos
de la estancia se puede ver un arco más ancho de lo normal.
Se piensa que podía ser una de las entradas a Ceuta durante
la época de dominación del califato. ¿Era gente bajita, no?
“No, ahora estamos sobre un andamio, el suelo de hace 1.000
años está unos metros por debajo”.
Por último en ese didáctico pasillo se ve otra sección
formada por tierra y una última de rocas adosadas, que es la
que se puede ver desde fuera, construídas bajo dominación
portuguesa con la nuevas necesidades provocadas por la
pirobalística tras la utilización de la pólvora a la guerra.
Los astutos lusos aprovecharon el conjunto anterior
rellenándolo con tierra para hacerlo más grueso y
completándolo con una cara de roca formando una ligera
inclinación.
La estancia abarca también unos arcos hechos de ladrillo y
una bóveda que parece pertenecer a una época similar que
todavía no ha sido completamente definida. Uno de los arcos
se encuentra cegado por un muro posterior y se quiebra por
otros elementos arquitectónicos. Insertados por algunas
partes del muro se pueden ver borrones de ladrillo que
parecen pertener a fechas recientes. Todas estas
construcciones adosadas, elementos que se superponen
forzando la simetría de los anteriores y diferentes estilos
y materiales utilizados es lo que permite a los arqueólogos
analizar la diversas fases de la muralla y así ahondar un
poco más en la historia.
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