El portavoz del primer grupo de la
oposición en la Asamblea, el formado por la Unión Demócrata
Ceutí e Izquierda Unida (UDCE-IU), Mohamed Ali, acaba de
anunciar que es su intención volver a llevar al Pleno de la
Cámara autonómica, en septiembre u octubre, un debate que él
mismo reconoce ya es “antiguo”. Se trata de volver a tratar
la posibilidad, oportunidad y conveniencia de que una de las
fiestas grandes de la comunidad musulmana, la Pascua del
sacrificio, sea declarada fiesta local para facilitar su
disfrute por parte de quienes la celebran atendiendo a sus
preceptos religiosos, de quienes no lo hacen por motivos
sacros y de quienes quieren hacerlo, aunque profesen una fe
distinta. Los argumentos que acaba de exponer este mismo mes
de agosto el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Melilla, como
los que en ocasiones anteriores ya había puesto sobre la
mesa al reaparecer esta misma polémica, su homólogo ceutí,
son perfectamente comprensibles. Las festividades musulmanas
caen en una jornada u otra en función del calendario lunar
y, por lo tanto, es imposible de predecir cuando los
Ejecutivos elaboran el calendario de festividades local si
en el momento en que llegue la celebración no se va a
producir alguna concatenación de festivos contraproducente.
Por primera vez, y esta es una aportación significativa para
ir diluyendo la política de bloques religiosos que a veces
parece establecerse en Ceuta y Melilla, los responsables de
UPyD en la ciudad hermana, un partido que no carga con la
etiqueta ‘de corte musulmán’, ha puesto sobre la mesa la
esencia del asunto. Si la misión de los políticos es ordenar
la cosa pública no parece conveniente que se deje en manos
de cada empresario o empleador el conceder una fiesta de
este calibre a sus empleados de determinada confesión,
aunque bien es verdad que la consideración hacia ella es
elevada. Lo ideal sería que todos los partidos políticos se
pongan de acuerdo en una fórmula que, además de garantizar
el disfrute de esta fiesta a los musulmanes, acerque la
misma al resto de comunidades. Con todos de acuerdo, la
convivencia ganaría.
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