Como les dije he tenido que
asistir a dos bodas, una por la mañana a las doce y otra a
las seis de la tarde, y las dos por la iglesia, para que
luego digan que el personal no se casa por ella. Las bodas
siguen siendo las bodas, y cada uno se puede casar por donde
le dé la gana.
Como es natural, obligo a mí cuerpo serrano a hacer un
esfuerzo alejándole ese día, sábado por más señas, del
deporte que más me gusta practicar, el sofá con sus cojines
incluidos.¡Dios cómo lo he echado de menos!. Pero el deber
obliga. La familia y la amistad verdadera forman parte
inseparable de mí vida. Por ambas lo doy todo.
Así que me arreglo con mis mejores galas, pantalón y camisa,
y me voy a la primera de ellas, donde se casa mí sobrina
Cristina con José María. Oiga, ustedes no se lo van a creer,
pero me emociono al ver la pareja en el altar. Y es que, a
pesar de la frialdad con que el mundo me ha enseñado a ver
las cosas, tengo sentimientos que afloran en el momento
justo.
Allí, en la puerta de la iglesia estaba toda la familia,
incluido servidor que es tío de la novia. Lo repito por si
alguien no se había enterado. Me acuerdo de aquella canción
que dice: “no hay nada mas bonito que la familia unida.
Unida por los lazos del amor…”. Cierta es la canción, nada
hay mas hermoso que ver a toda la familia unida compartiendo
la felicidad de aquella pareja joven, que se van a unir para
compartir sus vidas.
Y como pasa en todas las bodas, porque sino no serían bodas,
la novia llega con unos minutos de retraso, cosa que no
altera los nervios de nadie porque de todos es conocido ese
detalle que no puede faltar en una boda.
El Sol, que no ha querido perderse el acontecimiento,
aprieta de lo lindo, para demostrando que está presente en
la boda de Cristina y José María. Saludos de rigor entre
todos nosotros, besos y más besos, hasta que llega la novia
que hace su entrada en la iglesia del brazo de su padre y
padrino, Manolo. El novio, José María, lo hace del brazo de
su madre y madrina, Loli. O sea que la ceremonia empieza
como tiene que empezar y, por supuesto, como Dios manda.
Naturalmente que todas las señoras y señoritas presentes
corren para entrar en la iglesia, Lo contrario de los
caballeros, que buscando un poco de sombra, aprovechan para
meterse la mano en el bolsillo encender el consabido cigarro
y hablar del fútbol. Esto tampoco puede faltar en las bodas.
Como las frase de “ahora se va a enterar ese, refiriéndose
al novio, lo que vale un peine”.
Cuando uno de los que están fuera, da la voz de alarma de
que la ceremonia se está terminando, todos corren hacia el
interior de la iglesia, poniéndose en plan interesante, como
si se hubiesen “cargado” toda la ceremonia de la boda.
A la hora estipulada, todos nos dirigimos a “La Tasca de
Pedro”, tío de la novia, donde se celebra el convite. La
llegada de los novios es acogida con una ovación y
felicitaciones por doquier. Desde aquí y desde ya le
deseamos, a ambos contrayentes, toda la felicidad del mundo.
Os quiero, a los dos, un abrazo sincero.
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