El de la limpieza pública es un
debate que regularmente vuelve a los medios de comunicación,
en muchos casos alentado por intereses político de una u
otra parte. Durante las últimas Fiestas Patronales ha sido
sorprendente la insistencia con la que el Gobierno ha
subrayado lo indecible que la de Ceuta es una Feria muy
limpia, cayendo a veces en la reiteración y en ensalce de lo
que debe ser una obligación. Sin embargo, en otros momentos
del año y aprovechando determinadas coyunturas complicadas
es la oposición la que no ha dudado en hacer un caballo de
batalla del mejorable estado de limpieza de determinadas
áreas de la periferia. Como no ha dudado en asumir la propia
consejera de Medio Ambiente todo es mejorable y la
prestación del servicio de limpieza en Ceuta también, lo que
no se contradice con la no menos evidente realidad de que el
servicio que se presta en la ciudad autónoma es bueno.
Muy bueno incluso si se compara con el que reciben los
vecinos de otras capitales de provincia de España, pero
mejorable. Mejorable, como demuestra la encuesta que hoy
realiza este periódico con una parte significativa de los
presidentes de barriadas de la ciudad, porque el grado de
compromiso ciudadano con el mantenimiento en las mejores
condiciones de su espacio público también lo es.
La reiterada y aparentemente imparable aparición periódica
de nuevos vertederos incontrolados así lo demuestra, aunque
también es cierto que debe requerirse a la adjudicataria del
servicio de limpieza y a los responsables municipales en la
materia mayor agilidad a la hora de atajar determinados
focos de inmundicia y más medios para equilibrar el nivel de
limpieza que se ofrece en las distintas partes de la ciudad
para evitar que vecinos como los del Príncipe Alfonso, donde
vive una quinta parte de la población local, sigan
denunciando cada dos por tres sentirse abandonados mientras
en otras zonas puede parecer, aunque no lo sea, que se
brinda una atención (casi) excesiva.
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