Comprar un kilogramo de droga en Ceuta de calidad
media-buena cuesta entre 1.400 y 1.700 euros; su venta en
Madrid está calculada en torno a los 3.000 euros. Es aquí
donde entran en juego los conocidos en la jerga como
‘culeros’ o ‘mulas’. El empresario los contrata por un
sueldo que puede oscilar desde los 200 euros hasta los 700
por una operación de pase de mercancía de Ceuta al Estrecho.
Finalmente, el beneficio para el narcotraficante es de 1.200
euros aproximadamente
Es en este punto, en la Estación Marítima, se reactivan los
radares mentales de la Guardia Civil, en primera instancia,
y de la Policía Nacional, en segunda. La sección de
Estupefacientes de la Unidad de Droga y Crimen Organizado (UDYCO)
de la Nacional es la encargada de investigar a todas las
personas sospechosas de traficar en Ceuta; de estos nueve
hombres depende que no se delinca a través del narcotráfico,
un negocio que reporta grandes sumas de dinero y que permite
conseguir lujos con poco trabajo, aunque sí mucha tensión.
El subinspector de esta sección, conocida como ‘Estupas’,
Juan Carlos Mendieta, aseguró que el desarrollo del
narcotráfico “no se puede controlar en ningún sitio”, ya que
es una plaga que no se puede erradicar. “Nosotros nos
encargamos de descubrir qué historias o tramas planean los
narcotraficantes. Aunque el tráfico de droga en Ceuta
siempre ha sido a baja o media escala, los métodos para
desarrollarlo han ido evolucionando y siempre inventan
nuevos modos de esconder la dorga”.
La manera más común para hacerlo es la del culero, una
persona adiestrada para esconder bellotas de hachís dentro
de su estómago. “El narcotraficante negocia un precio con él
y, a partir de ahí, esta persona es la que se busca la vida
para dormir en Ceuta, la que se paga el barco, etcétera”.
Además, el narcotraficante también puede pactar que sea este
mismo individuo el que lleve la mercancía hasta el destino o
si deja la mercancía en Algeciras en manos del empresario.
“Normalmente su actividad se ciñe a viajar, tragar y
transportar”, comenta Mendieta. “Solemos coger a un par de
ellos cada día, pero no damos esta información a la prensa,
porque no es noticia”.
El gran tráfico de coches que se produce en verano está
provocando atascos en el embarque. Durante el pasado jueves
se llegaron a registrar 400 vehículos en cola. “Si
tuviéramos que revisar todos los coches minuciosamente sólo
saldrían tres barcos al día”, añade Justo Avilés, inspector
jefe de esta sección de Estupefacientes. Mendieta le apoya:
“Por ejemplo, en el aeropuerto de Barajas se tiene mucha más
sensibilidad con los viajes que proceden de Colombia o El
Salvador que con los procedentes de Londres. Es normal que
en los primeros haya más controles que en los segundos”.
La experiencia del Guardia Civil y del Nacional es
fundamental para dar con un posible traficante. “El hecho de
que una persona se muestre huidiza o nerviosa son síntomas
inequívocos que te hacen sospechar”. En esta situación se
realiza una revisión más exhaustiva del coche. En ocasiones,
los escondites impiden al agente o al perro adiestrado
encontrar la mercancía. “Un caso curioso fue encontrar una
lata de gasolina rellenada a medias entre el combustible y
las bellotas”.
En estas últimas semanas han llamado la atención un par de
detenciones en el puerto. El narcotraficante utiliza la
familia para despistar a la Policía; suele ser un matrimonio
con hijos. “La última de este tipo fue la de un aparente
matrimonio, porque cuando los descubrimos nos confesaron que
no tenían nada que ver el uno con el otro; ella llevaba,
incluso, a un bebé en brazos”, explica Mendieta.
En cuanto a la mafia, no existe este concepto como tal. Más
bien, el delincuente suele dominar a una barriada y lo hace
a través de un clan familiar. “Hay respeto entre uno y otro
clan”. Pero lo que más quebradero de cabeza trae a la
Policía son aquellas personas que, de repente, han adquirido
una vida de grandes prestaciones que no ocultan. Los coches
de lujo, las ropas de marca provocan la sospecha de estos
individuos. Sin embargo, las pesquisas judiciales hasta dar
con el blanqueo de dinero y el narcotráfico son ingentes.
“Hay que acceder al banco de datos de la administración
central y conseguir las autorizaciones judiciales, pero
siempre se camuflan detrás de algún negocio y están bien
asesorados”.
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El “99 % de los sospechosos” acaba teniendo droga
en su interior cuando se les hacen las radiografías
No fallan. “En todos los años que
llevo aquí, sólo he visto un par de personas de las que se
sospechaba que habían tragado bellotas y finalmente no fuera
así”, afirmó Mendieta. Aún así, “estas personas estaban
implicadas con otras personas que sí eran portadores; muchas
veces vienen acompañantes para controlar que no se desvíe
nada de droga”. Por eso, la sección de Estupefacientes
asegura que en un 99 por ciento de los casos las
radiografías que se realizan en la propia estación marítima
o en el hospital del Ingesa para detectar si una persona
tiene en su interior bellotas de hachís no fallan. “Hay
veces que dejamos a un individuo llegar hasta la frontera y
allí lo detenemos; otras veces sospechamos de alguien porque
ha entrado y salido el mismo día de la ciudad; otras porque
vienen con asiduidad a Ceuta; y otras cuando tienen
antecedentes penales por tráfico de droga”.
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