Somos acaso los judeocristianos
unos despreciables cagoncetes? Pues sí. Desde el momento en
que existe la manida frase de “Este o esta escribe lo que
todos pensamos y no nos atrevemos a decir”, desde ese mismo
momento se institucionaliza el acojone y la cobardía más
miserable adquiere rango de ley.
¿Qué si n voy a repartir estopa a los islámicos? No. Porque
no la merecen, ellos son denunciones por naturaleza y hacen
del agravio y de las denuncias una forma de existencia, el
nota que ose contradecirles o contrariarles es “islamófobo”
y ahí la cosa empieza a ponerse inquietante ¡Que ole, que
ole y que ole los cojones de los islámicos! Así se funciona,
si señor. A ver, a ver si los gobernantes tienen los huevos
de imponerles a los islámicos el laicismo beligerante y
montaraz con el que tratan de machacarnos a los católicos.
No hay pelotas en Europa. Y eso no lo digo yo, sino que lo
dicen todos los filósofos y pensadores neocon, entre quienes
me cuento y encuentro, no porque sea ni pensadora ni
filósofa, sino porque soy neoconservadora y como buena
neocon, más creyente que la madre que me parió .Mejorando la
presente y sin ánimos de señalar. Rectifico, con ánimos de
señalar con el dedo y si se tercia, meter ese mismo dedo en
el ojo, en un descuido y sacar el dedo con el ojo ensartado
en la uña, a los acomplejados, los amuermados, los
conformistas y a los afeminados jilipollas que van de
“nenazas” por el mundo eternamente amedrentados.
Recuerden a Juan Pablo II, cuando llegó a la entonces triste
Polonia y sus primeras palabras fueron “No tengáis miedo”.
Para los judeocristianos el miedo es anatema y está más mal
visto desde el más allá que cagarse en la puerta de un
tanatorio y es una imprudencia ética mayor que mearse en el
pantalón del picoleto que te saca del coche para hacerte la
alcoholemia.
De hecho, nuestros Textos Sagrados y los pergaminos del Mar
Muerto, amén de Jesucristo que escupía a los tibios de su
boca, prohíben el temor. Y lógicamente no el temor ante un
albanokosavar que se te cuela en la casa para destriparte y
llevarse el televisor de plasma, sino el temor ante los
cabrones que no permiten que vivamos felices y en paz. ¿Qué
mascullan con semblantes de popes ortodoxos aquejados por un
retortijón de tripas tras un atracón de higos chumbos? ¿Qué
la felicidad no existe? Vale. Total no. Pero hay mil
pequeñas felicidades y mil diminutas plenitudes, todo en
chiquitillo, nada grandioso, humildito, tranquilo, sereno,
de respirar hondo y disfrutar haciéndolo. ¿Saben la
maravillosa plenitud que se experimenta cuando “se siente”
que se supera el miedo? Y se lo digo yo que he pasado más
miedo en mi vida que una cobaya dentro de un laboratorio. Ya
les contaré otro día y van a alucinar más que si metieran
entre pecho y espalda una fabada de peyote.
Pero el miedo ante amenazas externas se supera
enfrentándolo. Y me refiero a amenazas contra nuestros
valores, nuestra moral, nuestra ética, nuestros principios y
nuestro sentido de lo que debe ser y no es la justicia. Hay
que denunciar lo que es malvado e injusto y que salga el sol
por Antequera y que en lugar de tirar a la cabra desde el
campanario tiren al cuñado del concejal de festejos, para
que no se diga que se destiñe la genuina España de Buñuel.
¿Qué por los católicos y las gentes de bien, en verdad,
nadie da la cara y nos sentimos más solos que un centinela
de Regulares haciendo guardia en la garita de la frontera de
Melilla? Bueno ¿Y es que ustedes no tienen cara para darla o
es que, por un casual van en plan friki y han nacido sin
cabeza? Te joden y te ofenden y vas a una comisaría y armas
la de Dios es Cristo y que, el policía recoja tus sentires
en negro sobre blanco y en letra redondilla y luego mandas
el fax de la denuncia a los de la Agencia Efe que son muy
cumplidos y en algún sitio saldrá que has ido a una
comisaría a denunciar ofensas contra valores, principios y
verdades y alguno lo leerá y se crecerá y dirá “Pues ahora
voy yo y denuncio ¿O es que me van a matar?” Si denuncias
que, la Junta de Andalucía ha regalado dos millones de euros
(una miseria en verdad si se tiene en cuenta lo que puede
costar uno de los múltiples palacios de Mohamed VI) a los
marroquíes para que construyan centros de menores, mientras
que, en Andalucía se está pasando hambre, faltan viviendas
sociales, familias normales van a Cáritas a pedir alimentos
porque la hipoteca se les come el sueldo y en las barriadas
marginales que son multitud, los niños juegan con las ratas
y piden leche en la parroquia, entonces dices la verdad y
nadie te lo puede reprochar. Si denuncias la pobreza, la
excarcelación del de Juana que ha matado a veinticinco
criaturas y los terribles cojones de los jueces y de los
fiscales contra empresarios que pueden trajinar pero nunca
matar, entonces llamar “puta mierda” al Sistema y como dices
la verdad, porque para eso eres católico, no pasa nada y si
pasa es un honor, como creyente, el que traten de joderte
por denunciar la mierda y la porquería. Y vuelves a
denunciar y a pregonar al lucero del alba.
En nuestra España, que es nuestra realidad, falta valor y
los malos viven de la cobardía de los buenos. Aquí hay que
demostrar que a nosotros, no nos bajan la cabeza ni a
sartenazos y que “ellos” los que nos hacen infelices y
tratan de asustarnos, no son para nosotros más que una puta
anécdota.
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