Aunque monten jaleo allá por donde van, y en algunos casos
parezcan locos de la carretera, sólo una cosa se aprende
cuando vas y convives con ellos. Y es que para ser motero
hay que tener muy buen corazón y, por supuesto, ser adicto
al motor y la acción. Hoy concluye la tercera edición de la
concentración de motos de Ceuta, la famosa Kedada Kaballa.
Una cita imprescindible para los pilotos no sólo por conocer
y visitar estas tierras, sino por el reencuentro con la
“gran familia motera”. Un colectivo mirado a través de los
estereotipos y que sólo conocen los más afortunados que se
dejan llevar por la velocidad o la curiosidad.
Quizás desde fuera las percepciones, los estereotipos y la
imagen negativa valgan más que mil palabras convincentes y
sinceras. Pero sólo unas horas bastan para que la mente
quede en blanco y sea capaz de ingerir nueva información
totalmente opuesta de la recopilada durante años.
Este tipo de situaciones y pensamientos son los normalmente
recogidos en las personas cuando escuchan hablar de los
moteros. Figuras que durante décadas han llevado colgadas la
etiqueta de salvajes, borrachos y peligrosos sólo por las
acciones y comportamientos de tres o cuatro descerebrados de
la carretera.
Pero la realidad, su percepción en la cercanía, es
totalmente diferente, y eso es lo que han dejado patente
durante este fin de semana los 150 pilotos de la III Kedada
Kaballa, celebrada en Ceuta.
Proceden de diferentes puntos de la península, desde Madrid,
Alicante, Canarias o Andalucía. Y algunos se han atrevido a
viajar desde Portugal. No distinguen edad, sexo o condición
social. Y muchísimo menos, motor. Daba igual tener una
Harley, que una Honda o una Repsol. Lo único importante era
el reencuentro, la conviviencia, el disfrute y, sobre todo,
la pasión por las revoluciones y el alto voltaje. “Los
moteros son gente de alto poder adquisitivo, o por lo menos
medio, ya que no todo el mundo puede permitirse tener una
gran moto. El problema es el estereotipo del loco tirado
cuando realmente todos los que nos hemos reunido tenemos
cierto nivel cultural. Entre los 150 moteros puedes
encontrar desde maestros, psicólogos, abogados o militares.
Y nunca hacemos distinciones ni miramos por encima del
hombro a ningún compañero”, explica Quique Rodríguez,
presidente de la Plataforma Motera y organizador de la
Kedada Kaballa. Y aunque esta iniciativa surgió de manera
casual y en manos de muy pocos, en su tercer año se ha
consolidado como una de las grandes apuestas turísticas de
la ciudad autónoma.
Todo comenzó el pasado viernes cuando cinco moteros se
encargaron de recoger a los participantes de la Kedada
Kaballa en diferentes puntos de la península. A partir de
las cuatro y media, las aguas del Estrecho transportaron a
150 pilotos a las tierras ceutíes y una vez pasada la tarde
comenzaron las inscripciones y presentaciones para iniciar
la ruta por la ciudad autónoma. Sobre las diez de la noche
comenzaron a calentar las ruedas y forzar los puños y de
esta manera las calles ceutíes quedarían iluminadas por una
pasarela de motoristas que transportaban bengalas,
acompañados de pitos, sirenas y tubos de escape.
Ingredientes suficientes para captar la atención de todos
los caminantes y embrujar a todo aquel reacio del motor.
Aunque hubo quienes opinaban que el exceso de disciplina y
coordinación “coartaba los ruidos de motores” y que la
primera ruta, silenciosa y sin incidentes, “se identificaba
más con un entierro motero”, ya que no hubo lugar alguno
para demostraciones vibrantes y perplejas.
El paseo nocturno por la ciudad autónoma y el Monte Hacho
fueron los primeros parajes visitados. El atractivo de la
noche y la belleza de los rincones ceutíes encandilaron a
los moteros, que desfilaron por las montañas conformando un
cuadro de luciérnagas en pleno bosque. Una vez concluída la
ruta, todos pudieron disfrutar de la gastronomía de la
tierra en el restaurante El Santuario, que fue el escenario
de las primeras risas y emociones de los participantes.
“El primer año visité Ceuta entera y siempre que vengo me
quedo más días tras la quedada. Lo cierto es que has venido
a dar con una enamorada de Ceuta”, explicaba Carolina
Marquina, motorista de Córdoba y única testigo de la primera
Kedada Kaballa.
Una vez pasada la madrugada, y ya con un ambiente de
convivencia y unión, la Kedada Kaballa se desplazó hasta el
pub Dublín, donde historias, risas y recuerdos hicieron su
hueco. A pesar del ajetreo de la jornada, la añoranza y las
ganas de rememorar el momento pudieron cumplir hasta las
casi cinco de la mañana.
Sobre las doce de ayer se emprendía la segunda ruta
mototurística por García Aldave, que incluyó una parada en
el mirador Isabel II para continuar cruzando palabras,
siempre con sonrisas en el rostro y un gesto amable, lo que
afianza el corazón del motero. Según explica uno de los
padres de la Kedada Kaballa, “el motero en sí es muy
solidario, posee muchos valores. Si un piloto observa que
alguién tiene problemas en la carretera no duda en parar y
ofrecer su ayuda. Cuando se cruzan por las vías dos moteros,
aunque se desconozcan, se saludan. Pero por desgracia
nuestro colectivo, su imagen, paga por la mala acción de
tres o cuatro que se dedican a hacer el caballito”. Etiqueta
y estereotipo van de la mano.
Aunque la jornada parecía tranquila hubo lugar para un
pequeño incidente al girar en una de las rotondas de la
ciudad. “La moto ha resbalado por la mezcla de aceite y agua
jabonosa de la fuente. A muchos compañeros les ha ocurrido
lo mismo pero no han caído. Por suerte, sólo tengo rasguños
en la rodilla y un agujerillo en el dedo”, explicaba la
motorista sevillana Manoli Sosagarfia, que desfilaba en una
valiosa Harley modelo Ultra Clasic.
Pasadas las dos de la tarde concluían las visitas turísticas
por la ciudad, y el resto del fin de semana estaría
destinado al buen humor y la celebración.
Aunque pueda parecer extraño, para asistir a una
concentración no hace fata entender de ruedas ni de motor.
Muchos eran novatos, otros veteranos, pero todos conformaban
un colectivo. “Aquí no hay edad, ni estatus social, lo que
engloba es sólo una afición. No hace falta entender mucho el
mundo del motorismo porque lo que más gusta, y te hace
repetir, es la familia que hemos formado y lo que más
recuerdas, a parte de la ciudad que visitas, son las
personas con las que convives”, explicaba la cordobesa
Carolina Marquina.
Muchos se preguntarán qué tienen las motos que pueden
enganchar de esta manera, y para los moteros esta respuesta
es bastante sencilla: “La sensación de libertad. Yo controlo
sobre mis dos ruedas la situación, el momento y lo que
quiero o no quiero hacer. Cuando pilotas la moto tan sólo el
aire que refresca la cara te transmite esa sensación de
libertad”, confesaban algunos motoristas ceutíes. Un fin de
semana repleto de emociones, sensaciones, diversión y ganas
de más. Unos días donde los tubos de escape se han
desahogado, las ruedas se han desgastado y el buen sabor de
boca, probablemente, habrá quedado grabado en el recuerdo de
estos motoristas de la III Kedada Kaballa. Sin olvidar que
el atractivo de la ciudad ha asegurado el regreso de más de
uno.
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La Kedada Kaballa se afianza como concentración motera del
territorio peninsular en su tercera edición
Nacía como una casualidad en un
puente de Andalucía cuando unas cuantas parejas compartieron
su afición a las motos y el conocer diferentes destinos con
la adrenalina de las dos ruedas. El foro Familia-tumotoweb
fue creando una comunidad de motoristas que más tarde
llegarían a convertirse en amigos, familiares, vecinos,
deseosos de conocer mundo y compartir emociones en las
carreteras. Enrique Agua y José Méndez, fueron los padres de
la iniciativa; aunque muchos fueron lo que apostaron por
esta concentración, como Quique Rodríguez. La primera cita
contaba con unos 80 pilotos, la segunda algunos más, y la
tercera ha tenido límites de inscripción. Claro está que sin
la ayuda de colaboradores y patrocinadores esta apuesta no
se hubiera podido consolidar. Los primeros implicados fueron
Alphecca Consultores y Servicios Turísticos de Ceuta. A
ellos se han unido Amgevicesa Automoto, Estética Esther,
Factory Racing, Fundación Mapfre, Peña Motera El Dado,
PlataformaMotera de Ceuta, Pub Dublín, Pub Spoon y el
restaurante Varadero, creyendo firmemente en una nueva forma
de hacer turismo.
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