La Feria pondrá oficialmente punto
y final con el último estallido de la notable traca de
artificios que se prevé para cerrar el ciclo festero de las
jornadas celebradas en honor a la Patrona.
Atrás habrán quedado días de más o menos jolglorio, con más
o menos posibilidades económicas. A esto de la crisis a cada
uno le va de una manera. A la mayoría mal. Y esto se ha
dejado notar en los primeros días de una Feria donde los
representantes de las atracciones no han visto colmadas sus
expectativas, salvo en los últimos días [coincidente
precisamente con la reducción a la mitad de los precios de
las atracciones infantiles] en los que han capitalizado
levemente, no todos, el inmenso gasto que les supone llegar
cada año hasta Ceuta.
Pero la Feria, hasta este penúltimo día [queda aún hoy] se
ha desarrollado absolutamente dentro de los parámetros de la
normalidad en la que los servicios destinados a cubrir todas
sus necesidades se han cumplido [algunos mejor que otros] en
general de modo aceptable.
Una Feria para todas las edades en las que se ha dejado
notar con creces el segmento más amplio de la población
ceutí, los jóvenes. Se han divertido con seguridad merced al
fuerte dispositivo coordinado activado y desarrollado por la
Delegación del Gobierno en el que ha colaborado
estrechamente la Ciudad con la aportación de su Policía
Local y sus servicios de bomberos. Mención aparte para Cruz
Roja con su permanente labor asistencial de primeros
auxilios.
Pero ha sido una feria en el que, un año más, la presencia
de vecinos del sur ha sido notoria lo que indica que los
veraneantes marroquíes en el Norte saben divertirse también
en Ceuta y aportan su economía en lo que organiza la Ciudad
Autónoma. Un valor que debe tenerse cada vez más en cuenta
por lo que el futuro puede deparar para otros sectores
distintos al del ocio.
Habrá más valoraciones de la Feria, sin duda, pero este año
también, y en lo general, ha sido positiva.
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