Ante la escasez de noticias que
produce el mes de agosto, con el cierre por descanso del
personal de todo lo que huele a política, he decidido
solucionar el problema, sacando mí pequeña libreta de anotar
cosas e ir escribiendo, cada día, cuanto vea que esté
relacionado con las Fiestas Patronales.
Ni que decir tiene que he ido, al acto, hecho un bombón,
pantalones cortos azul oscuro, camisa mangas cortas por
fuera del pantalón y chanclas de cueros con doble hebilla,
apropiada para esa época veraniega, donde se deben llevar
los píes fresquitos, para evitar lo que ustedes se imaginan
y que da lugar a algo parecido al anuncio del fregadero que
tira al señor de espaldas.
Que conste, y esto quiero que quede claro, que tan
magníficamente ataviados hemos ido tres compañeros de
prensa, dos de radio y servidor de medio escrito. Lo que me
ha molestado, porque al ir vestidos de mi misma forma, me
han evitado apuntarme el tanto de bien vestir. Me debéis
una.
Acudo, con mí pequeña libreta al primer acto con el que se
inician las fiestas, que es el encendido del alumbrado
extraordinario. Todas las autoridades de este nuestro pueblo
acuden al acto.
También están presentes, aquellos que se creen que mandan
algo y no mandan nada, a pesar de haber subido de categoría,
lo que, una vez más, viene a demostrar que nunca algunos
personajillos de medio pelo puedan llegar tan alto y Ceuta
caer tan bajo.
Pero tengamos las fiesta en paz que, precisamente, esa es la
frase que le he dicho a Ángel Gómez, cuando lo he saludado.
La verdad es que, en el asunto de saludar, han sido varias
las personalidades que he estrechado su mano, Juan Vivas,
José Antonio Rodríguez, Paris, Sergio Moreno y José
Fernández Chacón, delegado del Gobierno.
Por cierto, que quede claro para que nadie se llame a
engaño, el delgado del Gobierno, me cae una jartá de bien
desde el primer día que le conocí. Son una cosa rara que
tienen los de mí quinta, que en cuanto alguien les cae bien,
es desde el primer día que le conoces.
Otros no me caen nada bien, por la sencilla razón de que no
me gustan los falsos ni los hipócritas. Eso también es otra
cosa que tienen los de mí quinta, que cuando conocen a
alguien de esas cualidades, desde el primer día no se les
despintan.
Se va proceder el encendido del alumbrado extraordinario.
Vivas atrae las maños de las reinas de las fiestas, de la
consejera del asunto y del viceconsejero, las pone encima
del artefacto y dice a la de tres. Al contar tres, todos
aprietan y la luz se hace, al mismo tiempo que le da paso al
levante.
Viendo la escena, se me viene a la memoria Luís Aragonés y
sus muchachos, todos con las manos puestas unas encima de
otras, cantando “a por ellos, a por ellos, oe, oe, ore”., No
se si era ir a por el levante o ir a divertirse a la feria.
Me da la sensación de que es lo segundo.
Un compañero me pregunta a dónde voy a ir. Le contesto que
me voy a cambiar de indumentaria, Me pongo en marcha, pero
antes anoto en mí libreta: “Tomar un café con el delegado de
Gobierno”.
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