Con las fiestas patronales han
llegado lo indios. Por supuesto no me refiero a la comunidad
hindú, que esa hace muchísimos años que está establecida en
nuestra tierra y que, la mayoría de ellos, tienen
nacionalidad española. Además, todo hay que decirlo,
generaron riquezas en Ceuta. Me estoy refiriendo a los
indios, con plumas incluidas, que están en la Plaza de la
Constitución, haciendo sonar sus instrumentos musicales.
Me estaba escuchando atentamente, o que estaban tocando,
cuando se me acercó un amigo, para felicitarme por la placa
que me había concedido la Ciudad Autónoma, siéndome
entregada en el Salón del Trono, en el acto alebrado con
motivo de la entrega de diplomas a las empresas y
trabajadores participantes en la Segunda Feria de la
Construcción.
Tengo que reconocer que su satisfacción era enorme y que su
felicitación era sincera. Vamos, parecía como si le hubiesen
dado a él un premio. A veces los amigos, con esas
manifestaciones de sinceridad y cariño, me hacen sentirme
mal cuando les tengo que decir, como en este caso, la verdad
del asunto pues, sin discusión alguna, les hago sentirse
decepcionados.
No sé si hice bien al decirle la verdad, mirándole la cara
que puso, hasta me sentí avergonzado de no haberle dicho una
mentira piadosa. Pero por suerte, para mí persona, no sé
mentir, ni tan siquiera decir una mentira piadosa. La verdad
nada más que tiene un camino, y ese es el camino que escogí
desde que aparecí por este mundo.
Le expliqué, con todo lujo de detalles, que la placa le
había sido concedida a “La Peña del Ladrillo” de la cual era
el presidente y que por tanto, en nombre de la misma y dado
mí cargo me correspondía recogerla. Y punto.
La cara que se le quedó a mí amigo era todo un poema. No
terminaba de creerse lo que le estaba contando, que no era
ni más ni menos que toda la verdad. No tenía sentido alguno
el haberle mentido.
Para ahondar más en el tema, de que la placa no le había
sido concedida a mí persona, le hice saber que los populares
jamás me darían ni una simple mención, por algo que hubiese
realizado a favor de mí tierra.
La verdad, todo hay que decirlo, tampoco creo haber hecho
gran cosa para merecer ni la más mínima distinción. No creo,
lo digo con toda sinceridad, que haber presentado todos los
eventos realizados en esta tierra incluida la primera y
única Semana de Cine Internacional o haber paseado el nombre
de Ceuta por media España y parte del extranjero, sea motivo
para darme el menor de los reconocimientos y mucho menos,
cuando algunos personajillos del tres al cuarto y
politiquillos de medio pelo, hasta les cuesta trabajo
reconocer que soy el decano de la prensa escrita.
Mí amigo se fue cabizbajo, como si no hubiese entendido nada
de lo que le había explicado con claridad meridiana. Lo
sentí por él. Pero, desde luego mientras gobierne el equipo
del Partido Popular, puedo asegurar, sin temor a
equivocarme, que me dan el premio Novel de Literatura y ni
me felicitan. Pensando, en esto, no como.
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