Las frágiles embarcaciones
utilizadas para que los inmigrantes irregulares se jueguen
la vida cruzando las siempre peligrosas agguas del Estrecho
vuelven a aparecer. Y salen a pares. A Marruecos el control
de la inmigración con el que se ha comprometido con Europa
le hace aguas.
Sólo en la mañana de ayer se pusieron rumbo a la península
dos pateras, una con magrebíes y otra con subsaharianos,
cargadas hasta los topes de hombres, mujeres y niños. La
primera de ellas logró el objetivo de la península y fue
rescatada en aguas próximas de la localidad gaditana de
Chiclana y sus ocupantes trasladados a la Playa de la
Barrosa. Eran 20 marroquíes [15 hombres y 5 mujeres]. La
segunda de ellas quedó averiada en aguas atlánticas [todo
hace pensar que las dos pateras partieron de una zona
concreta próxima a Tánger]. Había perdido el motor y el
viento de poniente la arrastraba hacia mitad del Estrecho.
La fortuna hizo que un ferry de la naviera FRS, el ‘Tarifa
Jet’ avistara la embarcación y diera exactamente las
coordenadas. Ya estaban a dos millas de Ceuta y en el
interior de una fragilísima barca de madera de cuatro metros
viajaban hacinados 14 hombres, 11 mujeres, 2 niños y un
bebé. La Guardia Civil con base en Ceuta salió a por ellos y
los trajo a tierra a mediodía de ayer.
Es un hecho fehaciente que por el norte de Marruecos
comienzan a verse, de nuevo, bolsas relevantes de
subsaharianos. Algo que no se apreciaba desde hace 2005
cuando los famosos y lamentables asaltos a las vallas de
Ceuta y Melilla. Ahora la cosa ha cambiado. Las mafias saben
que los intentos de penetración en Ceuta por mar están
siendo respondidos con devoluciones inmediatas, por lo que
los inmigrantes pretenden acceder directamente a la
península huyendo de la rapidez con la que son regresados al
punto de partida. La llegada del verano y la principal
dedicación de las fuerzas de seguridad marroquíes distraídas
en la lucha contra el terrorismo islamista hacen que la
inmigración consiga escabullirse con mayor facilidad.
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