Veo por las calles de la ciudad a
gente extranjera que vienen en cruceros enormes. Se
desperdigan por los rincones y sacan fotos de los lugares
más destacados. No veo, de verdad, avalancha de turistas
españoles.
No han pagado pasajes de las navieras que operan en el
Estrecho.
Mi cuñada hizo un viaje desde Valencia para pasar unos días
con mi familia y luego llevarse de vuelta a mi sobrino, su
hijo, que estaba pasando una quincena con nosotros.
Lamentablemente, al llegar a las taquillas de las navieras
se quedó sobrecogida de espanto. En plena crisis económica y
siendo una parada que cobra del paro, ver los precios de los
pasajes del barco y quedarse de una pieza fue todo.
No pudo venir. Su ilusión quedó en el puerto de Algeciras.
No tuve más remedio que llevar a mi sobrino al puerto de
Ceuta y embarcarlo solo. No voy a estar pagando a todos los
que quieran venir.
El problema de los precios de los pasajes del barco para los
peninsulares ya clama una solución si no queremos que Ceuta
quede totalmente aislada en cuanto a perspectivas de turismo
español.
Una asociación ceutí había cursado invitaciones a otras
entidades para una reunión en la ciudad. Los pocos que se
atrevieron cruzar el “charco”, lo hicieron porque podían.
Muchos quedaron en Algeciras porque prefirieron gastar en
recorrer la Costa del Sol, que les sale más barato, en vez
de venir a Ceuta.
Esta situación ya clama, repito, una solución.
¿Cómo creen Vds. que sentará a un visitante de la ciudad el
precio que piden las navieras? Tres pasajeros y el coche
¡salen a 430 euros! Ni que estuviéramos en el Caribe.
Ese es el precio que tuvo que pagar un buen amigo mío que
tuvo la mala fortuna de invitar a dos más y no pudo volverse
atrás.
También es un duro golpe para los miles de marroquíes que
pasan las vacaciones en su país de origen. No tienen más
remedio que desembolsar tanto dinero porque después de
recorrer miles de kilómetros no van a ceder. He visto en el
puerto de Algeciras a miles de mujeres y niños que han
venido en tren o en autobús esperando a sus maridos, que
vienen en coche cargado hasta los parachoques, para que les
den más dinero porque el que les han dado no alcanza para
los pasajes.
Pero eso ya no es nuestro problema. Es problema del Gobierno
marroquí.
Es malo también saber que muchos de los familiares y amigos
de bastantes ceutíes no quieran o no puedan venir a Ceuta a
causa de esos precios prohibitivos. Prefieren navegar hacia
las Baleares, les resulta más barato. De hecho, seis
matrimonios amigos míos, residentes en Barcelona, han
suspendido sus viajes a Ceuta. Creían que para 14 kms. de
recorrido el precio sería justo.
Esta situación ya clama, vuelvo a repetir, una solución.
Uno quiere convencer a sus muchos amigos, miles de amigos,
de toda la península para que visiten Ceuta y sacarlos del
error de que la ciudad no es como ellos creen: una medina.
Uno se ha hartado de hablar de las excelencias de su ciudad
natal, de sus playas y senderos, de sus montes y rincones
ecológicos, de su historia, de sus fortalezas… pero no
consigo mostrar la verdad porque los precios no están a su
alcance. Unos pocos sí vienen porque son altos ejecutivos
con sueldos que no sienten el golpe. Los demás no se
consuelan con lechugas y tomates, como única comida, el
resto del mes. Aunque sería bueno para adelgazar.
No consigo erradicar la creencia, de muchos de mis amigos,
de que Ceuta es un presidio, una ciudad pobre y llena de
mendigos pedigüeños, aunque va camino de serlo por el
aislacionismo al que se ve condenada.
Esta situación ya clama, vuelvo a repetir, una solución.
Como quiera que todo esta basado en el ánimo especulativo,
ello perjudica claramente los intereses de la ciudad y de
los ceutíes, que prefieren largarse a la península antes de
invitar a sus allegados. Prefieren actuar como visitantes.
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