Es la España que estamos viviendo
en el 2008, precisamente, cuando especialmente los problemas
económicos son más acuciantes.
En alguna ocasión hemos comentado ya que las Olimpiadas de
Barcelona en 1992 dejaron una herencia muy grande, en el
mundo del deporte, y que esa herencia la está sabiendo
recoger y almacenar, cada vez mejor, el deporte español.
Hemos llegado al final del Tour y ya en los mismos comienzos
preveíamos que algo de lo que ha sucedido podría darse en la
gran “boucle” francesa.
Es cierto que en aquellos momentos no era Carlos Sastre el
que más contaba, no era en el que yo, paisanaje a parte, más
confiaba. La vista, al principio de la ronda la teníamos
puesta en Valverde, ese buen corredor que sigue siendo bueno
pero al que le falta el “tic” ese que tienen los campeones
de verdad para ganar la ronda francesa.
También hay que recordar que antes de llegar a este sabor
dulce de la victoria hemos tenido un par de tragos amargos
con el tan traído y llevado doping en el que fueron cazados
dos españoles en la primera semana.
Luego las cosas han ido por donde tenían que ir en Alpe
d´Huez, una de las escaladas más famosas de la Vuelta a
Francia, Carlos Sastre hizo una demostración de poderío como
hacía tiempo que no se veía, y sentenció la carrera.
Después, por aquello de que el “maillot” amarillo da muchas
fuerza, estuvo como tenía que estar en la etapa contra el
crono y se presentó con más de un minuto de ventaja a las
puertas de París.
La última etapa no tenía ninguna trampa, de siempre fue un
agradable paseo de exhibición, en la capital gala, y en esta
ocasión también lo fue.
Y después, con la gloria, los parabienes y la paternidad o
el paisanaje, que si Madrid, en concreto Leganés, que si el
Barraco (Ávila), porque todos, especialmente en Ávila, ahora
son o quieren ser sus descubridores.
Lo de menos es eso, y lo de más es que de esa zona del
Barraco, en Ávila, en los últimos años han salido varios y
buenos ciclistas, como Ángel Arroyo, el “Chava” Jiménez y
ahora Carlos Sastre.
De Arroyo podemos decir que sólo la mala suerte en una
contrarreloj le privó de ganar el Tour, fue segundo, del ”Chava”,
el mejor recuerdo con el que nos debemos quedar es con las
exhibiciones en las escaladas, antes de caer presa de la
“maldita” droga que se le llevó muy joven, y de Carlos
Sastre, cuando aún le pueden quedar un par de años de
competición, debemos matizar que ha sido y es un verdadero
trabajador, un corredor completo, sin ser un especialista
nato en nada.
Él, Carlos Sastre, nos trae en el final de julio otro
triunfo para el deporte español similar a los recientes en
Eurocopa, Giro y Wimbledon. ¿Hay quien dé más?.
Él, desde ahora, y por méritos propios entra en la baraja de
grandes del Tour, como lo fueran, Bahamontes, Luis Ocaña,
Pedro Delgado, Indurain, Pereiro o Contador.
Carlos Sastre es el séptimo español que gana la gran ronda
francesa, algo que ya se nos va haciendo casi normal y por
eso, tal vez, lo valoramos menos de lo que en su día
valoramos a Bahamontes o a Ocaña.
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