Filtrar, según el diccionario de
Manuel Seco, en su tercera acepción, es dar a conocer
subrepticiamente, algo reservado o secreto. Todos sabemos,
además, qué tipo de personas se dedican a filtrar
documentos. Yo he conocido a periodistas que, metidos a
asesores durante un tiempo en centros oficiales, cuando han
sido despedidos o han cumplido sus contratos, no han tenido
el menor reparo en apropiarse de papeles considerados de
índole reservada para ponerlos en almoneda.
No pocas veces hemos oído a los políticos decir, cuando les
ha convenido, que con los filtradores no cabe más solución
que expulsarlos de sus puestos de trabajo. Aunque, claro,
pronto se curan en salud con la siguiente coletilla: si se
les pilla –pillar es palabra horrible- ‘in fraganti’. Pues
de sobra saben que es difícil sorprender a los
prevaricadores con las manos en la masa.
Quienes llevan mucho tiempo gobernando la ciudad, tendrían
que ser muy cándidos –y no lo son- como para desconocer a
las personas que son dadas a cometer infracciones de tal
laya. Y deberían haber tomado ya las medidas oportunas para
blindar toda clase de documentos reservados. Así, no hubiera
sido posible que se hubiese producido algo tan escandaloso
cual ha sido ver copias de los exámenes de unos policías
locales, circulando por el habitáculo donde se iban a
celebrar las pruebas.
Menudo disgusto se llevaría el presidente del Tribunal y
viceconsejero de Recursos Humanos al alertársele del hecho.
Lo digo porque, aunque no he tratado mucho a Ángel Javier
Díez Nieto, pienso que ha sido lo suficiente para tener
de él la mejor de las impresiones. Me parece que es un tipo
que da la talla en todos los sentidos para figurar en cargos
de responsabilidad. Y creo que, tras el disgusto, lo mejor
que hizo es denunciar lo ocurrido en la Fiscalía..
Ahora bien, lo que no es de recibo, bajo ningún concepto, es
que una metedura de pata de Inmaculada Ramírez,
portavoz socialista, esté sirviendo para tratar de desviar
la atención de lo ocurrido. Que es de suma gravedad. Y que
obliga a cavilar sobre si esas prácticas delictivas no se
han venido produciendo durante años. Y ni es justo ni
conveniente que quienes gobiernan hayan salido en tromba
contra la señora Ramírez, con aires de ofendidos, y sacando
a relucir el nombre del marido de una diputada que está en
su perfecto derecho de participar en esos exámenes y
aprobarlos si responde a las preguntas requeridas con las
notas previstas.
A mí, en este caso, me ha parecido que tan desatinadas han
sido las declaraciones de la diputada socialista, al
denunciar en la dirección que lo hizo, cómo las iracundas
contestaciones del presidente de la Ciudad y de la portavoz
del Gobierno. Amén de que nunca el nombre del aspirante a
policía local, debió salir a la palestra. Por razones
obvias. Porque lo que han hecho con él es lucirlo de manera
absurda. Todo un atropello. Y que conste que no sé quién es.
Pero sí sé que ha sido perjudicado.
Inmaculada Ramírez haría muy bien en hacer una oposición más
meditada, más preparada, más sutil y menos vehemente. Pero
pasa el tiempo y le siguen pudiendo las prisas y se deja
arrastrar por las emociones. Y Juan Vivas tendría que
tomarse un descanso. Ya que lo que le ha dicho a Inmaculada
es prueba de que está estresado. Lo fundamental, en este
caso, es descubrir y condenar al filtrador.
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