La mediocridad política, sálvese
quien pueda, es la nota dominante de nuestro país. Se pueden
contar con los dedos de las manos aquellos personajes que,
en verdad, son políticos. El resto de los autodenominados
“nosotros los políticos”, son aquellos personajillos del
tres al cuarto, politiquillos de medio pelo, que nacieron a
la sombra de la democracia y que aún siguen cobijándose en
ella.
De no haber sido por la democracia y el desconocimiento que
el pueblo tenía de ella a lo más que hubiese llegado, toda
esa fauna, sería a repartir papeles al personal a las
puertas de los bazares. Bueno, sin exagerar, algunos ni a
eso.
Y es de pura lógica que cuando la mediocridad abunda, para
evitar algún que otro contratiempo, todos estos
personajillos del tres al cuarto o politiquillos de medio
pelo, se rodeen de los más mediocres del pueblo. ¿En qué
lugar quedarían ellos, si se rodean de personas inteligentes
qué, en cualquier momento, les pueden hacer sombra?.
Los hombres con ciertos conocimientos políticos, me da igual
del partido que sean porque en todas partes cuecen habas,
han ido desapareciendo y enviados al ostracismo para evitar,
que su continuidad, les cerrase el paso, a toda esa fauna de
mediocres que han hecho su aparición en una nueva hornada de
politiquillos de medio pelo.
Con esa aparición en la vida política, de todos esos
mediocres no se ha hecho esperar la llegada de esa gran
fauna de mediocridad que les rodea y de la que ellos, por
supuesto, se sienten orgullosos porque, todos ellos, sólo
les valdrán para tocarle las palmas y jalearlos en
cualquiera de sus intervenciones, con frases como estas:
“eres el mejor” “ojala tuviésemos muchos como tú”
Y pobre de aquel que no se sume al coro de cantar sus
enormes cualidades como político. Los que saquen los píes
del tiesto, pederán todo el apoyo de los politiquillos de
medio pelo que les han llevado a los lugares que ocupan, por
el sistema del “dedatil” o la recomendación de un tío, un
primo o el amiguete de turno del mandas con gorra y pito.
Todos los pertenecientes al coro de jalear a los
politiquillos, ustedes podrán comprobar que todos ocupan los
lugares que ocupan después de haber pasado unas difíciles y
duras oposiciones. Las cosas como son. No vayan a pensar,
ustedes, que han entrado por la cara. De eso nada.
Por eso, cuando están dentro por sus grandes méritos, sin
necesidad de que el manda les haya ayudado lo más mínimo, se
revisten del poder que les otorga sus grandes conocimientos,
les miran a usted por encima del hombro perdonándoles la
vida.
Y no se le ocurra decirle nada, ni llevarles la contraria,
ante determinadas actuaciones. Usted habrá caído en
desgracia ante estas eminencias y no conseguirá nada. ¿Quién
es usted, intelectual de pacotilla, para llevarle la
contraria a estos genios de la intelectualidad?. Un respeto,
por favor.
Mí consejo es que no le lleven la contraria y, sobre todo,
procuren alejarse de ellos, no sea que les dé por mover la
cabeza y caiga una lluvia de bellotas.
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