Según un estudio del Observatorio
de Convivencia Escolar, organismo del Ministerio de
Educación, casi dos tercios de los estudiantes españoles de
Secundaria no verían bien compartir tareas con extranjeros,
por lo que demuestran ser poco tolerantes con ellos. Se
trata de una encuesta realizada entre 23.100 estudiantes de
centros públicos y privados, cuyo objetivo es determinar la
calidad de la convivencia en las escuelas y los obstáculos
que se presentan para lograrla.
La disposición de los jóvenes para compartir trabajos con
alumnos extranjeros, mejora un poco hacia los alumnos
latinoamericanos o los procedentes del África Negra, aunque
sigue siendo negativa (un 46% está nada o poco dispuesto a
trabajar con un latinoamericano). Los mejor aceptados son
los europeos occidentales y los estadounidenses.
Esos colectivos de estudiantes extranjeros están “bajo un
riesgo muy importante de sufrir intolerancia -etnia gitana,
magrebíes, judíos”-. Es un hecho grave porque, según los
expertos, con respecto a estas minorías “no ha habido una
mejora en los últimos años”.
La esencia de este rechazo –según los expertos sociólogos-
son los prejuicios y el choque entre diferentes modos de
vida. “La escuela es un pequeño microcosmos que responde a
la sociedad de alrededor”, que precisamente por eso, es el
mejor lugar para aprender a convivir. Los datos que refleja
este pulso a la opinión de los propios alumnos no es lo que
preocupa, sino “si los centros tienen o no proyectos” para
ayudar a mejorar estos problemas.
Esta disposición negativa para trabajar con determinados
extranjeros en las aulas no se traduce, sin embargo, en que
los adolescentes abracen actitudes violentas contra esos
extranjeros, aunque sigue existiendo un bajo porcentaje, un
8%, que declara abiertamente su simpatía por ellos. El
racismo explícito puede llevar a que esos estudiantes sean
captados por colectivos xenófobos y violentos, algo que es
preocupante porque “racismo y rechazo a la democracia van
unidos”.
La solución –siempre según los expertos- empezaría con la
elaboración de proyectos concretos que enseñen a los jóvenes
a afrontar los problemas de convivencia. Existe un 70% de
enseñantes que creen que en la escuela se habla de racismo y
del daño que provoca, como estudiantes que no lo perciben en
absoluto. Además, uno de cada cuatro piensa que la
tolerancia y el respeto a las culturas no se incluye dentro
de su formación contra la violencia.
Otras de las paradojas que han descubierto los sociólogos es
que los inmigrantes aprenden en la escuela las mismas fobias
que sus compañeros españoles: los magrebíes no quieren a los
de la etnia gitana y éstos aprenden a ser xenófobos contra
magrebíes y latinoamericanos. También coinciden en que lo
fundamental es invertir en campañas de concienciación que
combatan los estereotipos negativos que culpabilizan a los
extranjeros de todos nuestros males y aceptar que la
sociedad española ya ha cambiado. Hoy, el español puede ser
negro, mulsumán o chino, una dimensión que todavía no está
interiorizada.
Afortunadamente, en nuestra ciudad no se producen estos
hechos. Convivimos cuatro culturas, cada una con sus
peculiaridades, y la armonía es la normal principal.
Yo, en mi condición de maestro, donde permanecí veinte años
en uno de los colegios más emblemáticos de Ceuta, “Convoy de
la Victoria”, después “Santiago Ramón y Cajal”, fue ejemplo
de convivencia entre alumnos de religiones distintas:
católicos y musulmanes. En mi tercer libro “Un antes y un
después”, se recogen testimonios expresados por los propios
alumnos, en el período de los años 70 a los 90. Sobre los
mismos, como testigo que fui, puedo certificar lo dicho por
ellos:
“Nuestro centro era un lugar de convivencia, donde no
existía ningún tipo de discriminación. Sólo la Religión nos
separaba, con un gran respeto y tolerancia. Yo llegué a
conseguir unas amistades maravillosas (Turía)”.
“En nuestro Colegio se respiraba un clima de absoluta
normalidad. Había respeto entre todos. Una gran familia. Nos
necesitábamos todos. Mis amigos fueron todos mis compañeros.
No citaré a ninguno. Yo, repito, fui amigos de todos. Fui
centro de atracción” (Mustafa. A. Mate).
“El conjunto profesorado-alumnado formábamos un grupo, con
nuestra virtudes y defectos, sabiduría e ignorancia, pero
portadores de un conjunto de valores, desaparecidos en la
actualidad. Destacaba el respeto a nuestros profesores, a
nuestros mayores, y a toda la sociedad”. (J.J. Dale).
“Una etapa de mi vida que no olvidaré. Se respiraba un
ambiente de clara convivencia, de respeto mutuo, de poner en
práctica los grandes valores, para que una sociedad pueda
funcionar bien. Y con el recuerdo de mis grandes amigos y
amigas” (Naima).
“Lo primero que me viene a la mente, y creo que me marcó,
fue la convivencia y la integración de las dos principales
culturas de nuestra ciudad, por el respeto que teníamos los
unos de los otros. Creo que los profesores tuvieron mucho
que ver en nuestra integración” (Nayim).
“Nuestro Colegio era un centro muy especial. Había una buena
convivencia entre alumnos musulmanes y los cristianos. Sano,
sin maldad, relajado, transparente. Difícil encontrar en la
actualidad, porque ya sabemos como funcionan los centros
escolares. (Ana María).
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