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OPINIÓN - MARTES, 29 DE JULIO DE 2008

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Racismo en la escuela?
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Según un estudio del Observatorio de Convivencia Escolar, organismo del Ministerio de Educación, casi dos tercios de los estudiantes españoles de Secundaria no verían bien compartir tareas con extranjeros, por lo que demuestran ser poco tolerantes con ellos. Se trata de una encuesta realizada entre 23.100 estudiantes de centros públicos y privados, cuyo objetivo es determinar la calidad de la convivencia en las escuelas y los obstáculos que se presentan para lograrla.

La disposición de los jóvenes para compartir trabajos con alumnos extranjeros, mejora un poco hacia los alumnos latinoamericanos o los procedentes del África Negra, aunque sigue siendo negativa (un 46% está nada o poco dispuesto a trabajar con un latinoamericano). Los mejor aceptados son los europeos occidentales y los estadounidenses.

Esos colectivos de estudiantes extranjeros están “bajo un riesgo muy importante de sufrir intolerancia -etnia gitana, magrebíes, judíos”-. Es un hecho grave porque, según los expertos, con respecto a estas minorías “no ha habido una mejora en los últimos años”.

La esencia de este rechazo –según los expertos sociólogos- son los prejuicios y el choque entre diferentes modos de vida. “La escuela es un pequeño microcosmos que responde a la sociedad de alrededor”, que precisamente por eso, es el mejor lugar para aprender a convivir. Los datos que refleja este pulso a la opinión de los propios alumnos no es lo que preocupa, sino “si los centros tienen o no proyectos” para ayudar a mejorar estos problemas.

Esta disposición negativa para trabajar con determinados extranjeros en las aulas no se traduce, sin embargo, en que los adolescentes abracen actitudes violentas contra esos extranjeros, aunque sigue existiendo un bajo porcentaje, un 8%, que declara abiertamente su simpatía por ellos. El racismo explícito puede llevar a que esos estudiantes sean captados por colectivos xenófobos y violentos, algo que es preocupante porque “racismo y rechazo a la democracia van unidos”.

La solución –siempre según los expertos- empezaría con la elaboración de proyectos concretos que enseñen a los jóvenes a afrontar los problemas de convivencia. Existe un 70% de enseñantes que creen que en la escuela se habla de racismo y del daño que provoca, como estudiantes que no lo perciben en absoluto. Además, uno de cada cuatro piensa que la tolerancia y el respeto a las culturas no se incluye dentro de su formación contra la violencia.

Otras de las paradojas que han descubierto los sociólogos es que los inmigrantes aprenden en la escuela las mismas fobias que sus compañeros españoles: los magrebíes no quieren a los de la etnia gitana y éstos aprenden a ser xenófobos contra magrebíes y latinoamericanos. También coinciden en que lo fundamental es invertir en campañas de concienciación que combatan los estereotipos negativos que culpabilizan a los extranjeros de todos nuestros males y aceptar que la sociedad española ya ha cambiado. Hoy, el español puede ser negro, mulsumán o chino, una dimensión que todavía no está interiorizada.

Afortunadamente, en nuestra ciudad no se producen estos hechos. Convivimos cuatro culturas, cada una con sus peculiaridades, y la armonía es la normal principal.

Yo, en mi condición de maestro, donde permanecí veinte años en uno de los colegios más emblemáticos de Ceuta, “Convoy de la Victoria”, después “Santiago Ramón y Cajal”, fue ejemplo de convivencia entre alumnos de religiones distintas: católicos y musulmanes. En mi tercer libro “Un antes y un después”, se recogen testimonios expresados por los propios alumnos, en el período de los años 70 a los 90. Sobre los mismos, como testigo que fui, puedo certificar lo dicho por ellos:

“Nuestro centro era un lugar de convivencia, donde no existía ningún tipo de discriminación. Sólo la Religión nos separaba, con un gran respeto y tolerancia. Yo llegué a conseguir unas amistades maravillosas (Turía)”.

“En nuestro Colegio se respiraba un clima de absoluta normalidad. Había respeto entre todos. Una gran familia. Nos necesitábamos todos. Mis amigos fueron todos mis compañeros. No citaré a ninguno. Yo, repito, fui amigos de todos. Fui centro de atracción” (Mustafa. A. Mate).

“El conjunto profesorado-alumnado formábamos un grupo, con nuestra virtudes y defectos, sabiduría e ignorancia, pero portadores de un conjunto de valores, desaparecidos en la actualidad. Destacaba el respeto a nuestros profesores, a nuestros mayores, y a toda la sociedad”. (J.J. Dale).

“Una etapa de mi vida que no olvidaré. Se respiraba un ambiente de clara convivencia, de respeto mutuo, de poner en práctica los grandes valores, para que una sociedad pueda funcionar bien. Y con el recuerdo de mis grandes amigos y amigas” (Naima).

“Lo primero que me viene a la mente, y creo que me marcó, fue la convivencia y la integración de las dos principales culturas de nuestra ciudad, por el respeto que teníamos los unos de los otros. Creo que los profesores tuvieron mucho que ver en nuestra integración” (Nayim).

“Nuestro Colegio era un centro muy especial. Había una buena convivencia entre alumnos musulmanes y los cristianos. Sano, sin maldad, relajado, transparente. Difícil encontrar en la actualidad, porque ya sabemos como funcionan los centros escolares. (Ana María).
 

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