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OPINIÓN - DOMINGO, 27 DE JULIO DE 2008

 
ANÁLISIS / TENDENCIAS Y EVOLUCIÓN

El Yihadismo en Europa (III)

Por Javier Jordán (UGR) y Manuel R. Torres (Univ. Pablo Olavide-Sevilla)


Continuación del segundo capítulo ofrecido en el diario de la jornada de ayer sábado.

Francia reaccionó rápida y contundentemente a la amenaza del yihadismo en su suelo. Aunque después de todo lo sucedido con motivo de la guerra de Irak esta comparación pueda resultar chocante, lo cierto es que por aquel entonces Francia era para los yihadistas un país tan peligroso para su causa como podía serlo el mismísimo Estados Unidos. Francia ha mantenido habitualmente vínculos muy estrechos con los países del Magreb y prestó apoyo antiterrorista al régimen argelino en los momentos más duros de la violencia civil. Si en Oriente Medio y el Golfo la influencia política y la presencia militar de Washington era considerada una injerencia nefasta, en cierto modo el gobierno de Paris era juzgado de una forma semejante en relación a la ribera sur del Mediterráneo Occidental.

La respuestas antiterrorista francesa motivó que las redes yihadistas buscaran refugio en otros países vecinos. Desde allí prepararon nuevos atentados contra objetivos occidentales.

Algunos de ellos de nuevo en el interior de Francia. A continuación señalamos los más significativos:

- Entre 1995 y 1999 el GIA hizo públicas diversas amenazas a través de cartas enviadas a periódicos en Bélgica, exigiendo que la Unión Europea interrumpiera sus relaciones con Argelia. Hubo varios avisos falsos de bomba contra el aeropuerto de Bruselas, estaciones de tren y contra el primer ministro. Durante aquellos años se produjeron algunos tiroteos cuando la policía belga trató de interceptar en ocasiones diferente algunos vehículos con miembros del GIA (Brynjar & Åshild, 2001: 35-36).

- Entre marzo y mayo de 1998 las agencias de seguridad de Francia, Suiza, Gran Bretaña, Bélgica, e Italia llevaron a cabo decenas de detenciones de miembros de redes argelinas.

En los registros de Bélgica se encontraron detonadores y sustancias químicas con las que fabricar explosivos6. Al parecer podía haber existido un plan para atentar contra el Mundial de fútbol en Francia que iba a celebrarse en junio de aquel año. Las autoridades negaron en aquel momento esas especulaciones con el fin de no generar la alarma, pero en 2001 el responsable del Contraterrorismo francés reconoció que aquellas detenciones estuvieron dirigidas a abortar un plan terrorista contra dicha competición deportiva.

- En diciembre de 2000 la policía alemana desarticulo en Frankfurt el llamado ‘comando Meliani’. Se trataba de un grupo de individuos relacionados con el GSPC que habían recibido entrenamiento en Afganistán. En el piso donde fueron detenidos se encontraron armas, explosivos, metralla y un video con tomas detalladas de la catedral de Estrasburgo y de la plaza del mercado. Al parecer los terroristas pretendían atentar contra ambos lugares.

- En enero de 2001 el gobierno italiano dio la alarma sobre un posible plan para atentar con explosivos contra la embajada de Estados Unidos en Roma. Tres meses más tarde la policía italiana detuvo a los integrantes del llamado ‘comando Varesse’. El líder del grupo, Sami Ben Khemais, había pasado por los campos de entrenamiento de Afganistán.

- En septiembre de 2001 la policía belga, francesa y española detuvieron a varios individuos vinculados al argelino Djamel Beghal, detenido en los Emiratos Árabes Unidos en junio de ese mismo año. La red de Beghal pretendía realizar un atentado suicida contra la embajada de Estados Unidos en París y otro contra una base norteamericana en Kleine Brogel (Bélgica).

Detrás de todos estos intentos de provocar destrucción y muerte en territorio europeo por parte de los terroristas pueden advertirse varias características que distinguen al yihadismo global, particularmente al de la etapa anterior a los atentados de Washington y Nueva York. Tanto los objetivos, como los protagonistas de esas acciones, trascendían la problemática concreta de ese país del Magreb. Se trataba de una lucha entre los musulmanes y los enemigos del islam. Para los yihadistas el motivo no era simplemente hacerse con el poder en Argelia sino defender a los musulmanes en Argelia, Bosnia, Afganistán, Palestina, Chechenia…

Son varias las razones que llevan a esta conclusión:

- La primera de ellas es la variedad de nacionalidades de los miembros que componían esas redes. Aunque predominaban los argelinos, también había integrantes de origen tunecino, marroquí, libio, egipcio, pakistaní, palestino, sirio, etc (incluso en las propias filas del GSPC). Algunos tenían nacionalidad británica, española, francesa o incluso bosnia (el gobierno de aquella república concedió la nacionalidad a muchos de los muyahidines que combatieron durante la guerra). Excepcionalmente también hubo algunos franceses conversos al islam. Por tanto, el elemento común a todos ellos es que se consideraban musulmanes que luchaban en defensa de su religión y de su gente (Pargeter, 2005; Sifaoui, 2003).

- Otro elemento importante es que se trataba de redes interconectadas entre sí dentro Europa y que a la vez mantenían relación con la organización de Al-Qaida en Afganistán.

En conjunto puede afirmarse que tanto ideológica como operativamente esos grupos formaban parte del Frente Islámico Mundial encabezado por Osama Bin Laden. Por ejemplo el comando Meliani, compuesto por argelinos, tenía relación con el comando Varesse, liderado por un tunecino; y ambos tenían, a su vez, relación con una red del GSPC en España que, por otra parte, cooperaba con la red de mayoría siria de Abu Dahdah (ORIS, 2001).

- Junto a esta interconexión de las redes es posible identificar la existencia de grupos especialmente vinculados al núcleo central de Al-Qaida y con una intencionalidad claramente hostil, en comparación con el resto de las redes que en su mayoría seguían dedicadas a tareas de carácter logístico. Ejemplos de esas redes de ataque serían: la de Abu Doha en el Reino Unido, implicada en el intento de atentado contra el aeropuerto internacional de Los Angeles en diciembre de 1999 y relacionada con el comando Meliani, que en aquellas fechas también estaba preparando el atentado de Estrasburgo; la de Djamel Beghal en Francia y con conexiones en Bélgica y España; y la célula de Hamburgo, que llevó a cabo los atentados del 11 de septiembre. Esas redes tenían vinculación directa con Al-Qaida y tanto sus objetivos, como la espectacularidad de sus acciones se correspondían con el modus operandi de la organización de Bin Laden.

- Por último, la variedad de los objetivos elegidos por los terroristas (edificios religiosos, lugares turísticos, embajadas e instalaciones militares) concuerdan bien con lo que ha venido siendo selección habitual del yihadismo global. No se trata de un terrorismo limitado que persiga concesiones políticas muy concretas, sino de acciones armadas que se enmarcan en un contexto de guerra santa entre los muyahidines y Estados Unidos con sus aliados.

La progresión de yihad nacionales a la yihad global, y la alianza e interconexión entre redes, han alargado la vida de un fenómeno que a lo largo de los años 90 ya estaba dando señales de agotamiento (Kepel, 2001: 441-460). De hecho en 1997, el FIS y el Ejército Islámico de Salvación aceptaban el alto el fuego propuesto por el presidente argelino Liamin Zerual; en 1998 los líderes

de al-Yama’a al-Islamiyya encarcelados en Egipto hacían público el abandono de las armas y reconocían que ese camino les había granjeado la enemistad de la población; y a finales de esa misma década el GIA se encontraba inmerso en un proceso de desintegración sin vuelta atrás (Daly, 2005). Sin embargo, fue en aquellos mismos años cuando Al Qaida y la alianza mundial que promovía comenzaba su trayectoria ascendente. Además, al tratarse de una causa sin fronteras, la cantera de potenciales reclutas no quedaba limitada a la diáspora de un determinado país, sino que engloba a todos los que sintonicen con el salafismo yihadista (Jenkins, 2002: 4).

(Continúa mañana)
 

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