Continuación del segundo capítulo ofrecido en el diario de
la jornada de ayer sábado.
Francia reaccionó rápida y contundentemente a la amenaza del
yihadismo en su suelo. Aunque después de todo lo sucedido
con motivo de la guerra de Irak esta comparación pueda
resultar chocante, lo cierto es que por aquel entonces
Francia era para los yihadistas un país tan peligroso para
su causa como podía serlo el mismísimo Estados Unidos.
Francia ha mantenido habitualmente vínculos muy estrechos
con los países del Magreb y prestó apoyo antiterrorista al
régimen argelino en los momentos más duros de la violencia
civil. Si en Oriente Medio y el Golfo la influencia política
y la presencia militar de Washington era considerada una
injerencia nefasta, en cierto modo el gobierno de Paris era
juzgado de una forma semejante en relación a la ribera sur
del Mediterráneo Occidental.
La respuestas antiterrorista francesa motivó que las redes
yihadistas buscaran refugio en otros países vecinos. Desde
allí prepararon nuevos atentados contra objetivos
occidentales.
Algunos de ellos de nuevo en el interior de Francia. A
continuación señalamos los más significativos:
- Entre 1995 y 1999 el GIA hizo públicas diversas amenazas a
través de cartas enviadas a periódicos en Bélgica, exigiendo
que la Unión Europea interrumpiera sus relaciones con
Argelia. Hubo varios avisos falsos de bomba contra el
aeropuerto de Bruselas, estaciones de tren y contra el
primer ministro. Durante aquellos años se produjeron algunos
tiroteos cuando la policía belga trató de interceptar en
ocasiones diferente algunos vehículos con miembros del GIA (Brynjar
& Åshild, 2001: 35-36).
- Entre marzo y mayo de 1998 las agencias de seguridad de
Francia, Suiza, Gran Bretaña, Bélgica, e Italia llevaron a
cabo decenas de detenciones de miembros de redes argelinas.
En los registros de Bélgica se encontraron detonadores y
sustancias químicas con las que fabricar explosivos6. Al
parecer podía haber existido un plan para atentar contra el
Mundial de fútbol en Francia que iba a celebrarse en junio
de aquel año. Las autoridades negaron en aquel momento esas
especulaciones con el fin de no generar la alarma, pero en
2001 el responsable del Contraterrorismo francés reconoció
que aquellas detenciones estuvieron dirigidas a abortar un
plan terrorista contra dicha competición deportiva.
- En diciembre de 2000 la policía alemana desarticulo en
Frankfurt el llamado ‘comando Meliani’. Se trataba de un
grupo de individuos relacionados con el GSPC que habían
recibido entrenamiento en Afganistán. En el piso donde
fueron detenidos se encontraron armas, explosivos, metralla
y un video con tomas detalladas de la catedral de
Estrasburgo y de la plaza del mercado. Al parecer los
terroristas pretendían atentar contra ambos lugares.
- En enero de 2001 el gobierno italiano dio la alarma sobre
un posible plan para atentar con explosivos contra la
embajada de Estados Unidos en Roma. Tres meses más tarde la
policía italiana detuvo a los integrantes del llamado
‘comando Varesse’. El líder del grupo, Sami Ben Khemais,
había pasado por los campos de entrenamiento de Afganistán.
- En septiembre de 2001 la policía belga, francesa y
española detuvieron a varios individuos vinculados al
argelino Djamel Beghal, detenido en los Emiratos Árabes
Unidos en junio de ese mismo año. La red de Beghal pretendía
realizar un atentado suicida contra la embajada de Estados
Unidos en París y otro contra una base norteamericana en
Kleine Brogel (Bélgica).
Detrás de todos estos intentos de provocar destrucción y
muerte en territorio europeo por parte de los terroristas
pueden advertirse varias características que distinguen al
yihadismo global, particularmente al de la etapa anterior a
los atentados de Washington y Nueva York. Tanto los
objetivos, como los protagonistas de esas acciones,
trascendían la problemática concreta de ese país del Magreb.
Se trataba de una lucha entre los musulmanes y los enemigos
del islam. Para los yihadistas el motivo no era simplemente
hacerse con el poder en Argelia sino defender a los
musulmanes en Argelia, Bosnia, Afganistán, Palestina,
Chechenia…
Son varias las razones que llevan a esta conclusión:
- La primera de ellas es la variedad de nacionalidades de
los miembros que componían esas redes. Aunque predominaban
los argelinos, también había integrantes de origen tunecino,
marroquí, libio, egipcio, pakistaní, palestino, sirio, etc
(incluso en las propias filas del GSPC). Algunos tenían
nacionalidad británica, española, francesa o incluso bosnia
(el gobierno de aquella república concedió la nacionalidad a
muchos de los muyahidines que combatieron durante la
guerra). Excepcionalmente también hubo algunos franceses
conversos al islam. Por tanto, el elemento común a todos
ellos es que se consideraban musulmanes que luchaban en
defensa de su religión y de su gente (Pargeter, 2005;
Sifaoui, 2003).
- Otro elemento importante es que se trataba de redes
interconectadas entre sí dentro Europa y que a la vez
mantenían relación con la organización de Al-Qaida en
Afganistán.
En conjunto puede afirmarse que tanto ideológica como
operativamente esos grupos formaban parte del Frente
Islámico Mundial encabezado por Osama Bin Laden. Por ejemplo
el comando Meliani, compuesto por argelinos, tenía relación
con el comando Varesse, liderado por un tunecino; y ambos
tenían, a su vez, relación con una red del GSPC en España
que, por otra parte, cooperaba con la red de mayoría siria
de Abu Dahdah (ORIS, 2001).
- Junto a esta interconexión de las redes es posible
identificar la existencia de grupos especialmente vinculados
al núcleo central de Al-Qaida y con una intencionalidad
claramente hostil, en comparación con el resto de las redes
que en su mayoría seguían dedicadas a tareas de carácter
logístico. Ejemplos de esas redes de ataque serían: la de
Abu Doha en el Reino Unido, implicada en el intento de
atentado contra el aeropuerto internacional de Los Angeles
en diciembre de 1999 y relacionada con el comando Meliani,
que en aquellas fechas también estaba preparando el atentado
de Estrasburgo; la de Djamel Beghal en Francia y con
conexiones en Bélgica y España; y la célula de Hamburgo, que
llevó a cabo los atentados del 11 de septiembre. Esas redes
tenían vinculación directa con Al-Qaida y tanto sus
objetivos, como la espectacularidad de sus acciones se
correspondían con el modus operandi de la organización de
Bin Laden.
- Por último, la variedad de los objetivos elegidos por los
terroristas (edificios religiosos, lugares turísticos,
embajadas e instalaciones militares) concuerdan bien con lo
que ha venido siendo selección habitual del yihadismo
global. No se trata de un terrorismo limitado que persiga
concesiones políticas muy concretas, sino de acciones
armadas que se enmarcan en un contexto de guerra santa entre
los muyahidines y Estados Unidos con sus aliados.
La progresión de yihad nacionales a la yihad global, y la
alianza e interconexión entre redes, han alargado la vida de
un fenómeno que a lo largo de los años 90 ya estaba dando
señales de agotamiento (Kepel, 2001: 441-460). De hecho en
1997, el FIS y el Ejército Islámico de Salvación aceptaban
el alto el fuego propuesto por el presidente argelino Liamin
Zerual; en 1998 los líderes
de al-Yama’a al-Islamiyya encarcelados en Egipto hacían
público el abandono de las armas y reconocían que ese camino
les había granjeado la enemistad de la población; y a
finales de esa misma década el GIA se encontraba inmerso en
un proceso de desintegración sin vuelta atrás (Daly, 2005).
Sin embargo, fue en aquellos mismos años cuando Al Qaida y
la alianza mundial que promovía comenzaba su trayectoria
ascendente. Además, al tratarse de una causa sin fronteras,
la cantera de potenciales reclutas no quedaba limitada a la
diáspora de un determinado país, sino que engloba a todos
los que sintonicen con el salafismo yihadista (Jenkins,
2002: 4).
(Continúa mañana)
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